ECONOMíA › PLANES INCIDEN MENOS EN LA TASA DE DESOCUPACION

La brecha se va achicando

Para derrumbar cualquier duda metodológica que pudiera opacar la buena noticia de la caída al 10,1 por ciento del índice de desocupación durante el último trimestre del año pasado, el Ministerio de Trabajo también pone énfasis en la menor incidencia de los planes sociales en ese cómputo. Según acusan los registros oficiales, esto es resultado de que existe un crecimiento genuino del empleo neto, que subió un 2 por ciento.

La decisión de considerar a los beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar como ocupados abrió desde el comienzo una polémica en torno de la legitimidad de este recurso estadístico, que en alguna medida sirve para mejorar el índice. Pero el propio Indec realiza dos recálculos del empleo, que intentan corregir cualquier virtual distorsión en ese sentido.

Una forma de recalcular la desocupación es considerando como desempleados a todos los beneficiarios que están en la búsqueda de una ocupación, hagan o no una contraprestación para cobrar el plan: este enfoque automáticamente sube del 10,1 por ciento al 11,4 el índice de desocupación. Pero este registro trepa al 12,7 si, sencillamente, se encuadra como desocupados a todos los beneficiados por el asistencialismo.

A los ojos oficiales, el dato verdaderamente alentador es que, de cualquier manera, la brecha entre una medición y la otra se fue achicando con el correr del tiempo, simplemente porque la cantidad de planes se mantuvo estable en un millón y medio, mientras que la oferta de puestos de trabajo fue creciendo en forma neta, por encima del aumento vegetativo de la población.

Tal como precisa el director de Estudios de Coordinación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Daniel Kotzer, la diferencia entre considerarlos a todos como ocupados (criterio que funda el 10,1 por ciento en el último trimestre) y la de sólo darles ese status a los tenedores de planes que estén buscando activamente una nueva ocupación bajó de 3,8 puntos en el primer trimestre de 2003 a 1,3 en el último de 2005. “La mitad de los beneficiarios provienen de la inactividad, y aunque perdieran el plan no se volcarían al mercado para buscar empleo”, interpretó el colaborador de Carlos Tomada.

Si se toma en cuenta el criterio totalmente opuesto al de la medición oficial, y el índice se corrige eliminando del cálculo a aquel millón y medio de beneficiarios, en ese mismo lapso la diferencia se habría encogido de 6,4 puntos a 2,6.

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