Superando los pronósticos más optimistas, la economía sigue creciendo a tasas record. Según los últimos datos del Indec, el estimador mensual de actividad económica (EMAE), una variable aproximada del producto bruto, aumentó en septiembre 8 por ciento, en relación con igual mes del año pasado, con lo cual acumula durante los primeros nueve meses una suba del 8,4 por ciento. Con el de septiembre se cumplen 46 meses –casi cuatro años– consecutivos de crecimiento. La construcción, la industria y el agro siguen liderando la expansión. El consumo volvió a repuntar durante la segunda mitad del año, impulsado por los aumentos salariales, mientras que las exportaciones fueron favorecidas en los últimos meses por el alza de los precios internacionales de las materias primas.

Con las cifras en la mano, el economista Manuel Sánchez Gómez, de MVAS Macroeconomía, aseguró que existe “una base sólida para que el crecimiento no baje del 8,5 por ciento” este año. “Será difícil, pero no puede descartarse que finalmente se ubique en el 9,0 por ciento”, agregó. En el 2005, el crecimiento del PBI llegó al 9,2 por ciento. En Latinoamérica, sólo Venezuela está creciendo a tasas superiores: según informó ayer el Banco Central venezolano, 10,2 por ciento durante el tercer trimestre.

Sea como fuere, nadie cree que el año próximo la economía vaya a desacelerarse al 4 por ciento, el escenario económico base sobre el que se elaboraron los números del Presupuesto 2007. Más aún, el “arrastre estadístico” para el año próximo rondaría ya el 4 por ciento: es decir, que si las fábricas estabilizaran su producción en los niveles actuales, aun así la economía del 2007 no podría crecer menos esa cifra.

Los consultores privados auguran un piso de crecimiento del 7 por ciento, que podría llegar a niveles similares a los de este año. Por caso, Mario Brodersohn, ex secretario de Hacienda de Alfonsín, afirma que en el 2007 la economía crecería entre el 8 y 8,5 por ciento, apuntalada por el consumo y el viento a favor de los precios de las exportaciones. “Va ser muy duro para la oposición competir con el oficialismo con este escenario económico”, asegura el economista radical.

El economista jefe del Banco Río, Juan Arranz, es un poco más “conservador”: considera que el crecimiento en el 2007 será del orden del “7 por ciento o un poco más”. “Este crecimiento estará impulsado más por el consumo que por la inversión, debido a que esta última pensamos estará más afectada por las circunstancias políticas”, especula. Más allá de las inversiones privadas, los analistas creen que el aumento de la obra pública en el año electoral le imprimirá un envión adicional al crecimiento. Además de otras medidas que, a meses de las elecciones, podrían tonificar el consumo: desde la suba del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias hasta nuevas mejoras en las jubilaciones o en los salarios públicos

Los datos difundidos ayer corresponden al EMAE, un indicador elaborado por el Indec a modo de adelanto del comportamiento del PBI, que se informa trimestralmente. El crecimiento del 8,0 por ciento de septiembre, comparado con igual mes del año anterior, es algo menor al de agosto (8,5 por ciento) y al de julio (9,1 por ciento). Pero igualmente la “desaceleración” es mínima teniendo en cuenta que la base de comparación, septiembre del año pasado, fue muy elevada.

En septiembre el EMAE fue motorizado por un alza de la producción industrial del 7,6, por encima del 7,2 registrado en agosto, arrastrada por el sector automotor, que creció un 45 por ciento. A su vez, la construcción viene expandiéndose a un ritmo del 13 por ciento, impulsada por el boom de obras privadas en los principales centros urbanos, pero también gracias a la obra pública, cuya ejecución aumentó más del 50 por ciento durante este año.

Con un crecimiento fabril que se afirma por sobre el 7,0 por ciento interanual, la utilización de la capacidad instalada se ubicó en el 74,9 por ciento, apenas por sobre el 74,3 de igual mes de 2005. El fenómeno de que la industria crezca a un ritmo elevado pero mantenga los mismos niveles de utilización de capacidad instalada se explica, dicen en el Gobierno, por las inversiones para ampliar las fábricas. “La industria y el uso en la capacidad instalada se conjugan de forma tal que permiten inferir un continuo proceso de maduración de inversiones”, sostienen en el equipo de Miceli.