ECONOMíA › OPINION
Devaluar no es cambiar el modelo
Por Alfredo T. García *
Se abandonó la Convertibilidad y el 1 a 1. ¿Significa que se ha cambiado de modelo? Si bien la aplicación del modelo neoliberal en la Argentina fue asociado con la Convertibilidad, ésta fue sólo un instrumento que facilitó y perfeccionó la adopción de sus políticas o, para definirlas con mayor precisión, las del consenso de Washington. Estas políticas se aplicaron también en países con flotación de su tipo de cambio y sin caja de conversión, lo cual supone que el modelo neoliberal no se agota en la Convertibilidad, y lleva a pensar en las políticas esenciales que definieron ese modelo. La liberalización financiera y comercial, juntamente con las privatizaciones, fueron los ejes básicos del modelo, más una profunda y amplia destrucción de todo elemento regulatorio, que permitieron un significativo cambio de la estructura económica. La política fiscal jugó un papel determinante, tanto en la generalización y regresividad de los impuestos como en intensidad de las políticas de ajuste implementadas. En esencia, se generó un sistema tributario altamente pro cíclico y debilitado para no afectar las grandes ganancias generadas en los sectores más concentrados. Sin embargo, podemos pensar que el modelo en la Argentina es más que una serie de políticas económicas: es el resultado permanente que ellas dejaron y que puede definirse desde lo estructural como una economía concentrada, extranjerizada, un sistema de regulación estatal desarmado y la pérdida del entramado industrial con la consiguiente pérdida de fuentes de trabajo. La abultada deuda externa generada y la desaparición de gran cantidad de empresas que implicó el reemplazo de su producción por insumos importados completan la definición de una economía estructuralmente dependiente. Esa dependencia significa la vulnerabilidad a las presiones de los capitales más concentrados nacionales y externos, y del poder político internacional.
Por ello resulta adecuado analizar el actual plan económico en función de esta realidad, a través de una doble lectura: las medidas necesarias para cambiar de modelo y los condicionantes para aplicar esas políticas de cambio. La posibilidad de regular la economía sin empresas públicas y de fijar controles de precios sin organismos especializados es una herencia que recibimos del modelo neoliberal implementado. La desvinculación de los intereses de las empresas extranjeras con el destino de la economía doméstica, sino con un exclusivo objetivo de rentabilidad que puede realizarse, aun cuando la economía nacional está en caída libre, impone fuertes condicionantes a las políticas de defensa de la producción nacional. En el caso de los bancos, y retomando una idea de Joseph Stiglitz, mientras que para un banco nacional la quiebra significa la desaparición, para un banco extranjero es sólo una pérdida acotada a una filial, con lo cual no está asociado al interés común del éxito de la economía doméstica. En el actual plan económico, por definición o por imperio de la realidad, se tomaron medidas que reforman algunas de las cuestiones aludidas, como la referente a la deuda externa y a la liberalización financiera, pero faltan muchas otras. Recuperar la capacidad recaudatoria, una tarea esencial aunque difícil en la actual coyuntura si no se modifica el esquema regresivo vigente, resulta indispensable para fomentar el crecimiento económico a través del mercado interno, y realizar las impostergables transferencias de ingresos, al estilo de la planteada por el Frenapo. Perseguir un cambio de modelo debería incluir medidas que tiendan a revertir los verdaderos factores que lo configuran: concentración, extranjerización, desregulación y debilidad fiscal, lo cual será difícil de conseguir sin afectar los intereses de los beneficiados por el modelo neoliberal, que opondrán fuerte resistencia.
* Director de Cefim y docente de la UBA.