Jueves, 20 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA CON EL INVESTIGADOR COLOMBIANO DE CLACSO VíCTOR MONCAYO
El ex rector de la Universidad Nacional, de visita en la Argentina, dio a entender que la influencia que Estados Unidos mantiene en la región fue clave para evitar sanciones contra Colombia: “Es difícil que una voz se levante si el amo piensa distinto”.
En los años ’70 integró el movimiento universitario que intentó reproducir en Colombia la experiencia del Mayo francés. Aunque la represión posterior y los muertos lo llevaron a abandonar los claustros, Víctor Manuel Moncayo volvió en los ’90, ya no como profesor, sino como rector de la Universidad Nacional. Cercano en su juventud a la escuela de Louis Althusser, ahora admira a Tony Negri y John Holloway. Con las cenizas todavía calientes tras la crisis entre Colombia y Ecuador, Moncayo cree que ambos países salieron bien parados. “El conjunto de los países de la región respaldó a Ecuador, pero en el orden interno fue un relativo triunfo de Colombia”, señaló en su visita Argentina por invitación de Clacso. Sin embargo, reconoce que Bogotá no fue condenado del todo porque para él pesaron las relaciones de dependencia de muchos países con Estados Unidos, el gran hermano de Colombia. “Es difícil que una voz se levante si el amo piensa distinto”, dijo.
–¿De dónde surge el conflicto entre Colombia y Ecuador?
–Deriva de la política de Bogotá contra la guerrilla y el narcotráfico. La zona limítrofe con Ecuador fue utilizada en los últimos años para las plantaciones de coca, pero el gobierno colombiano intentó eliminarlas con fumigaciones de glifosato. Como eso se hacía en la frontera, tuvo impacto sobre el medio ambiente y la población ecuatoriana al afectar los cultivos que son parte de la dieta alimentaria. Fue tal la gravedad del problema que Colombia debió optar por la erradicación manual de los cultivos y se hicieron acuerdos binacionales para esos fines.
–El otro factor es el conflicto armado.
–Como consecuencia de la violencia de los paramilitares, narcotraficantes y la guerrilla, cuatro millones de colombianos fueron desplazados y en muchos casos fueron a parar a Ecuador. Por otra parte, el Plan Colombia, que se inició como un plan contra el narcotráfico, después se orientó a combatir las organizaciones guerrilleras. Eso significó un fortalecimiento muy alto del aparato militar con asesores de Estados Unidos. Por último, están los rehenes que, gracias a la acción de Chávez, algunos fueron liberados. Los últimos en especial han tenido una posición muy crítica de la vía guerrerista. La incursión colombiana fue entonces una respuesta militar para decir “nosotros tenemos una capacidad militar y represiva muy fuerte”.
–¿A quién favoreció la resolución de la última asamblea de la OEA?
–El conjunto de los países de la región respaldó a Ecuador, pero Colombia sostuvo su posición de legítima defensa y que el terrorismo es una responsabilidad de todos los países. Venezuela y Ecuador admiten que la guerrilla comete acciones terroristas. Su organización, origen y propósitos siguen siendo antisistema, a pesar de haberse degradado. En el orden interno, fue un relativo triunfo de Colombia. Sectores de oposición dicen que más que una condena, hubo un indulto. Sin embargo, el único apoyo que obtuvo Bogotá fue el de Washington.
–¿Alguien quería condenar realmente a Colombia?
–Ecuador aspiraba a eso. Con el rechazo se condenó de alguna manera esa acción intrépida en territorio extranjero.
–¿Hubo países que neutralizaron la condena?
–México, Canadá, Perú y hasta cierto punto Brasil. El resto de Sudamérica mostró unidad, pero la presencia de Estados Unidos intimidó un poco a todos esos países que son dependientes en sus relaciones comerciales, políticas e internacionales de Washington. Es difícil que una voz se levante si el amo piensa distinto.
–¿Hay terrorismo de Estado en Colombia?
–Organismos judiciales colombianos y por las cortes internacionales reconocieron que muchas de las masacres protagonizadas por los paramilitares se hicieron con el apoyo o complicidad de las fuerzas militares colombianas. El Estado colombiano ha sido condenado.
–¿Y qué hacen los países de la región frente a ello?
–Venezuela y Ecuador lo denuncian, pero Brasil es más conciliador, en parte por su papel internacional. A nivel externo no se conocen bien las cosas. No es un problema de voluntad política sino de desconocimiento.
–¿Colombia busca desestabilizar a Venezuela?
–En Colombia hay sectores que estuvieron con el golpe contra Chávez. Sin embargo, Venezuela es el segundo país al que van las exportaciones colombianas. Por eso nunca creí que iba a haber guerra ya que no le conviene a ninguno de los sectores empresarios de esos países.
Entrevista: Juan Manuel Barca
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