Martes, 8 de abril de 2008 | Hoy
EL MUNDO › LAS PROTESTAS CONTRA CHINA NO PERMITIERON EL NORMAL RECORRIDO DE LA LLAMA
Manifestantes en defensa del Tíbet intentaron impedir el paso de la antorcha pese al cordón de seguridad.
Por J. M. Martí Font *
Desde París
La antorcha olímpica no pudo recorrer ayer las calles de París. El caos más absoluto se adueñó del cortejo que debían integrar los 80 atletas que la portaban. Los manifestantes que protestaban contra la actuación de las autoridades chinas en el Tíbet, transformaron los relevos en una imposible carrera de obstáculos. Apagada en al menos dos ocasiones, la llama acabó instalada en un autobús y realizó la última parte de su recorrido hasta el estadio de Charlety, donde llegó de forma casi clandestina. A lo largo de la jornada se repitieron los enfrentamientos entre los partidarios del Tíbet y los miembros de la numerosa colonia china de la capital francesa, que en más de una ocasión llegaron a las manos.
La policía actuó con fuerza contra quienes intentaban impedir el paso de la antorcha, practicando al menos una decena de detenciones, entre ellas la de algunos políticos de izquierda. El presidente de Los Verdes, de París, Sylvain Garel, intentó él mismo arrebatarle la antorcha a un relevista, y su colega Mireille Ferri, vicepresidenta del Consejo Regional de Ille de France, fue detenida cuando llevaba consigo un extintor. El día amaneció frío, casi tibetano, pespunteado por la nevada primaveral que emblanqueció ayer la capital francesa. En el primer piso de la Torre Eiffel, el atleta Stéphane Diagana inició el primer relevo de un recorrido previsto de 28 kilómetros que debía recorrer París a lo largo del Sena para recalar en el sur de la ciudad, en el coqueto estadio Charlety, cerca de la sede del Comité Olímpico y en la zona donde se concentra la más importante colonia china de Francia. Pero apenas descendió las escaleras, Diagana fue abordado por un primer manifestante que intentó arrebatarle la antorcha. Simultáneamente, a media altura del emblemático monumento parisiense, militantes de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) consiguieron colgar un enorme cartel en el que los anillos olímpicos habían sido sustituidos por esposas, sobre la leyenda Pekín 2008.
Fue necesaria la intervención de un equipo de escalada de los bomberos para retirar el cartel, lo que no consiguieron hasta media tarde. Otro cartel de características similares fue colocado en la catedral de Nôtre Dame, también por miembros de RSF, la organización que ya interrumpió el 24 de marzo la ceremonia de encendido de la llama olímpica en Grecia. A partir de entonces ya nada siguió el guión previsto, pese a las importantes medidas de seguridad puestas en funcionamiento por las autoridades francesas. Desde el pie de la Torre Eiffel, los relevistas podían contemplar lo que les esperaba al otro lado del río Sena, puesto que la manifestación de los tibetanos de Francia se había convocado en la explanada del Trocadero. Un mar de banderas tibetanas, cientos de monjes con sus túnicas azafrán y defensores de su causa, como la actriz Jane Birkin, esperaban el paso de la antorcha por este lugar. Durante las primeras fases del recorrido fue prácticamente imposible identificar al relevista o visualizar la llama olímpica.
El relevista corría rodeado por un primer círculo de guardaespaldas y policías y una segunda masa de manifestantes que intentaban acercarse para arrebatarle la antorcha. Tras los enfrentamientos, las autoridades optaron por apagar durante un tiempo la antorcha, no el fuego olímpico que viaja en otro lugar y se mantiene siempre encendido. El primer apagón tuvo lugar en torno del mediodía y se repitió un poco más tarde.
Las autoridades, tanto el propio jefe del Estado Nicolas Sarkozy, que hace unos meses cerró contratos multimillonarios con los dirigentes chinos, como el gobierno conservador e incluso el alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, mantuvieron una actitud de una considerable ambigüedad. En la fachada del Ayuntamiento, una pancarta rezaba: “París defiende los derechos humanos en todo el mundo”. Delanoë, dubitativo al principio, acabó por renunciar a recibir la antorcha. La decisión final de interrumpir los relevos se tomó cuando la antorcha, que ya había cambiado varias veces el recorrido previsto, pasó frente a la Asamblea Nacional, el Parlamento francés. Llevaba entonces un retraso acumulado de casi dos horas. Medio centenar de diputados de todos los colores políticos salieron al exterior de la Cámara y desplegaron una pancarta en favor del Tíbet y cantaron La Marsellesa.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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