EL MUNDO › EL TODOTERRENO CON QUE SUEÑA RUMSFELD
Al servicio del 007
El Pentágono de Donald Rumsfeld tiene un nuevo juguete: un auto militar inspirado en las películas de James Bond.
Por Enric González*
Desde Washington
Los ingenieros del Centro Nacional de Automoción del Ejército tuvieron que ver cuatro películas de James Bond, por orden del alto mando, antes de ponerse a diseñar el SmarTruck. La influencia cinematográfica se nota en el resultado: el SmarTruck, un vehículo diseñado para las futuras guerras de Estados Unidos, es un todoterreno de gran tamaño completamente blindado, capaz de ocultarse tras una cortina de humo y de arrojar aceite y tachuelas a su paso para frenar a posibles perseguidores. También tiene una torreta con un arma de rayos láser que emerge a través de un hueco en el techo. Y, por supuesto, dispone de lo último en comunicaciones por satélite para sus teléfonos, conexiones a Internet y localizador de situación.
El SmarTruck empezó a desarrollarse un año antes del 11 de septiembre de 2001, pero las nuevas tareas antiterroristas del Servicio de Inmigración y Naturalización y sobre todo la aparente inminencia de una guerra en Irak, seguida de un largo período de ocupación del país, han acelerado el proyecto. El supercamión debería jubilar en poco tiempo a los blindados tradicionales y está pensado para un entorno bélico muy distinto al del siglo XX. “Decidimos que el SmarTruck debía ser negro, porque las fuerzas de operaciones especiales utilizan vehículos negros”, explica Dennis Wend, director del proyecto. “El objetivo –sigue– es integrarse en el entorno, y la mayoría de las misiones del SmarTruck se desarrollarán en zonas urbanas, no en la selva.” Las misiones militares estadounidenses en Bosnia y Kosovo han sido tomadas como modelo de lo que el Pentágono tendrá que hacer en los próximos años.
El Centro Nacional de Automoción del Ejército agrupa al Pentágono, los tres grandes constructores de automóviles (Ford, General Motors y Chrysler) y los principales fabricantes de suministros. “La cooperación entre el ejército y los fabricantes de Detroit es muy intensa, casi tanto como durante la Segunda Guerra Mundial”, según Wend.
El SmarTruck, un prototipo montado sobre la plataforma de un Ford-350, nunca se producirá en serie. Los modelos fabricados hasta ahora, menos de medio centenar, sólo sirven para que los clientes los prueben y sugieran las modificaciones necesarias antes de hacer sus pedidos. En principio, sólo se piensa en tres tipos de compradores: el ejército, los cuerpos policiales y el Servicio de Inmigración. Cada cliente, sin embargo, tiene necesidades muy específicas. Los agentes de inmigración, que están utilizando ya seis de los prototipos, piden mucha velocidad y mucha electrónica. A la policía le interesan las utilidades antidisturbios, como el dispersor de gases lacrimógenos. Y el ejército, en principio, prefiere contar con todos los extras, incluyendo una variante muy reciente que permite recorrer grandes distancias en zonas desérticas. Las tres corporaciones automovilísticas se repartirán después la fabricación de los distintos modelos resultantes. Ni el SmarTruck ni sus variantes son baratos. “Normalmente, el precio de cada unidad debería rondar el millón de dólares, quizás algo menos”, explica Eric Emerson, portavoz del Mando Central de Vehículos y Armamento del Pentágono.
La industria no espera obtener beneficios directos de los nuevos todoterrenos militares, ya que se venderán a precio de costo. El negocio está, como en la Fórmula 1, en aplicar a los coches convencionales los inventos desarrollados para el SmarTruck. General Motors, por ejemplo, utilizará desde el próximo año, en sus automóviles más caros, el sistema de dirección a las cuatro ruedas creado por Delphi para el coche militar, que permite girar en un espacio muy reducido y hacer maniobras con gran facilidad. El sistema de identificación de tripulantes del SmarTruck, un programa que reconoce las huellas dactilares e impide el robo, se podrá también ver en un par de años en los concesionarios, así como la caja negra, que no sólo graba conversaciones de pasajeros y funciones del vehículo, sino que detecta con antelación posibles fallas mecánicas o electrónicas.
Otras maravillas del SmarTruck son más difíciles de trasladar a los utilitarios: los faros, por ejemplo, que son capaces de aumentar la intensidad luminosa hasta provocar un deslumbramiento total del enemigo, o las cámaras, que permiten ver desde el interior todo lo que ocurre fuera, alrededor, arriba y abajo. El aceite, el humo, las tachuelas, los gases lacrimógenos y los cañones de láser tampoco han suscitado, de momento, el interés de los ingenieros civiles.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.