ESPECTáCULOS › PAGINA/12 PRESENTA PASADO MAÑANA UN CD ROM INTERACTIVO CON LA VIDA DE ERNESTO “CHE” GUEVARA
La epopeya de un hombre que logró cambiar la historia
A 35 años de su muerte, el trabajo “Che por siempre” muestra de modo ordenado, profundo y emotivo imágenes inéditas, testimonios exclusivos, escritos, mapas, documentos y fotos desconocidas que marcan el itinerario vital de una de las figuras más emblemáticas que dio el siglo XX.
Por Mariano Blejman
“Estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie”, dice Ernesto “Che” Guevara en imágenes de un pasado efervescente que ahora erizan la piel, haciendo gala de una historia profunda. Aparece de nuevo aquel fotogénico rosarino, sonriente cubano, irónico argentino, de barba incipiente a veces, de mirada espesa siempre, que parecía despreocupado en el humo de su habano, cuando le hervían las venas con el sueño de cambiar el destino del mundo. Ernesto “Che” Guevara revive en el aniversario de su muerte: el 8 de octubre se cumplirán 35 años de aquella balacera a quemarropa en La Higuerita, Bolivia. Ahora su figura puede volver a descubrirse en Che por siempre, un CD ROM interactivo –que Página/12 ofrecerá pasado mañana con su edición habitual– realizado en Cuba por Génesis Multimedia, la división audiovisual de la agencia Prensa Latina. Allí el trabajo muestra de modo ordenado, profundo y emotivo, más de 150 imágenes inéditas, testimonios exclusivos, escritos, mapas, documentos y fotos desconocidas sobre los acontecimientos que marcaron la vida del Che, desde sus primeros pasos hasta la repatriación de sus restos.
El CD Rom está dividido en tres ejes: “El hombre”, “La vida” y “El último combate”. “El hombre” incluye las diversas áreas de su personalidad, viajes e influencias que lo llevaron a convertirse en guerrillero. “La vida” cuenta sus pasos desde el nacimiento en 1928 hasta su muerte en 1967. Y “El último combate” relata detalles poco conocidos de la epopeya boliviana y la repatriación con videos recientes del hallazgo del cadáver. El proyecto fue ideado y dirigido por Pedro Rioseco López-Trigo, quien fuera corresponsal para Prensa Latina en Nicaragua, el Caribe, Salvador y Honduras, entre otras innumerables tareas realizadas durante más de tres décadas de periodismo combativo. Y cuenta con una investigación de Víctor Pérez Galdoz y José Bodez Gomes, además del apoyo del gobierno cubano. Aquí, a modo de homenaje, un buceo por el contenido del CD Rom que vuelve a ingresar, una y otra vez, en la increíble vida del Che.
El hombre
“La era está pariendo un corazón”, canta Silvio Rodríguez en la sección “De niño a hombre”. El Che nació en Rosario cuando sus padres iban de Misiones a Buenos Aires. Acompañan la declaración, sus firmas de puño y letra de 1933, 1952 y 1956. Allí se cuenta cuál fue el primer trabajo del Che en Villa María y por qué decidió estudiar medicina. La sección “Por las tierras de América” incluye comentarios sobre el viaje de Guevara por Argentina y América. Está la foto del 1º de enero de 1950, en una bicicleta a la que adapta un motor. Todos pensaban que su rodado no pasaría de Pilar. Sin embargo, llegó hasta Jujuy. El “Primer Viaje por América” –ese que ahora Walter Salles quiere convertir en película– está notablemente contado en el CD. En 1952, junto a Alberto Granado, se subió a “La Poderosa II” (que puede verse en blanco y negro) para recorrer Latinoamérica. De ese viaje escribiría el texto “Mi primer gran viaje”. Recorrió 9 mil kilómetros: Chile, Perú, Colombia y Venezuela. El “Segundo Viaje por América” se concretó cuando quiso visitar en Venezuela a su compañero Granados, que acababa de recibirse de biólogo. Acompañado de un mapa con el recorrido, cuenta cómo Guevara siguió rumbo a Lima, Guayaquil, Panamá, Costa Risa y Guatemala, donde conoció a los cubanos Calixto García y Severino Rosell, exiliados después de participar de la toma del cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. Esa vez no llegó a Venezuela.
“Tiempo de Forja” muestra la caída de Arbenz en Guatemala y México, donde se encontró con el cubano Antonio López, a través de quien conoció a Fidel, que estaba reorganizando la lucha armada en Cuba. Una conversación de varias horas bastó a Guevara para identificarse con él. Dejó el hospital para subirse al “Granma”. “De Médico a Comandante”, cuenta el desembarco del “Granma” y cómo tres días más tarde recibió el bautismo de fuego cuando la tropa rebelde fue sorprendida. Allí, el Che tuvo que elegir entre la caja de medicamentos y una de balas. Se decidió por lo segundo. Poco después, la guerrilla era visitada por la televisión cubana. Allí el Che declaró (y se puede ver en video): “Hoy aprovecho la oportunidad para dar el primer saludo que tengo oportunidad de dar, un pueblo que he decidido defender conociéndolo solamente a través de la acción del pensamiento de nuestro jefe Fidel Castro”. Después de participar del combate del Uvero, el 28 de mayo de 1957, se convirtió en el primer Comandante del Ejército Rebelde. Sus “Aficiones” están también en la primera parte del CD ROM: Guevara prefería deportes fuertes como el fútbol y el rugby, el ajedrez, le gustaba volar y los animales. “Facetas” es una de las secciones más voluminosas. Se puede ver un discurso ante la ONU donde sentenció: “Esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá, hasta conquistar la verdadera independencia”. Aquí se pueden estudiar los dotes de Guevara como estadista, economista, periodista y escritor.
La vida
La otra forma de recorrer el CD es a través de la sección cronológica “La vida”. Si se mueve con el botón de la izquierda y arriba de la pantalla, arrastrando el mouse sobre una foto de Guevara se puede observar la transformación de su cara según pasan los años, mientras se escucha de fondo, por ejemplo, “Una canción necesaria”, de Vicente Feliú. El primer ataque de asma, la mudanza de los padres a Alta Gracia, la primera carta en 1933 a su tía Beatriz: “La sorpresa es que ya sé nadar, justo el día de tu cumpleaños aprendí a nadar. Recibe besos de Ernestito”; su matriculación en el Dean Funes de Córdoba, donde conoció a Alberto Granados, quien lo acompañaría en su primer viaje. Allí, cuenta el CD, leyó a Freud, Neruda, Quiroga y una edición de El Capital, de Marx. La cara de niño da lugar a un hombre, siguiendo la manivela virtual. Los estudios de medicina de Guevara en menos tiempo de lo normal; su primer viaje al extranjero como enfermero de un barco mercante y una foto de El Gráfico, con la motocicleta que lo llevó por todo el país. Después, en la cronología, está el viaje con Granados. “El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule, yo, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior (...) América me ha cambiado más de lo que creí”, dijo al volver.
Hay una foto que vale la pena registrar: el 2 de diciembre de 1956, con los guerrilleros del “Granma” con agua hasta la cintura. Se detallan en forma precisa las acciones en Sierra Maestra y cómo las columnas fueron subiendo hacia el norte. Así, con mapas y todo, el CD muestra cómo fueron pasando a la ofensiva en mayo del ’58; la columna invasora en Las Villas desde agosto, el ciclón en setiembre; la batalla en Camaguey donde fueron descubiertos por el ejército de Batista y seguidos por la aviación, las tensiones en Baraguá; el ataque a Santa Clara y la ofensiva final hacia La Habana a principios del 59.
Luego vendrían años de cierta tranquilidad. Desde 1959 hasta 1962 se vio una etapa de consolidación de la figura del Che. Un pequeño video registra el reencuentro con sus padres, a quienes no había visto desde hacía 5 años. En ese lapso el Che habló en colegios, organizaciones, universidades y fue declarado ciudadano cubano. Luego visitó la India, Indonesia, Ceilán, Yugoslavia, Birmania, Japón, Pakistán, Sudán y Marruecos. El país bullía cuando el Che recibía a los primeros delegados de la Unión Soviética. Las fotos muestran el evidente entusiasmo que los invadía. En 1960 dijo, en una carta a Ernesto Sabato: “No hay experiencia más profunda para un revolucionario que el acto de la guerra”. Recién en octubre partió a visitar el bloque socialista. En Cuba se encontró con el soviético Yuri Gagari, primer cosmonauta del mundo, cuya foto está presente en el trabajo. En el ’62 dijo: “Cuba está al borde de la invasión; está amenazada por las fuerzas más potentes del imperialismo mundial y, por ende, por la muerte atómica”. Hasta el ’65 siguieron actos y apariciones públicas. Viajó a Argelia para apoyar su independencia. Luego siguió por Malí, Congo, Guinea, Ghana, Dahomey, Tanzania, República Arabe Unida, desde donde escribió a su tía Beatriz: “Te manda un recuerdo este poeta que no hace poesía y se ha convertido en un digno burócrata de panza respetable y hábitos sedentarios”.
El 1º de abril de 1965, haciéndose pasar por Ramón Benítez, salió de Cuba rumbo al Congo. Antes, le escribió a Fidel (y se lo puede ver leyendo): “Llegó la hora de separarnos, sepa que lo hago con una mezcla de alegría y dolor”. Un mapa muestra cómo con pasaporte de Luis Hernández Galvez y muy cambiado físicamente, volvió a Cuba para ir a Bolivia pasando por Moscú, a Praga (como Ramón Benítez Fernández) y a Viena. Con la identidad del comerciante uruguayo Adolfo Mena González se fue a Brasil, para ingresar luego a Bolivia. Está en el CD Rom la foto que se sacó en La Paz frente al espejo, calvo, canoso, sin barba, pero con su habano inconfundible. Y la última foto de Guevara vivo.
El último combate
“Son los cuatro sueños”, de Gerardo Alfonso, puede acompañar “La epopeya boliviana”. Entre los antecedentes se relata la llegada, en marzo del ’66, del cubano Ricardo, que preparó la llegada del Che, ya por entonces irreconocible. En esa época llegaron Pombo, Tuma y, un poco más tarde, Benigno. Guevara llegó el 4 de noviembre. El 12 de diciembre le habló a la guerrilla sobre la disciplina militar y dio directivas precisas sobre las funciones de cada uno. Después visitó el campamento Mario Monje, secretario del PC Boliviano, quien planteó la condición de ejercer la dirección político-militar, algo que el Che no aceptaría. A fines del ’66 llegó al campamento Tania, una argentina que venía de la República Alemana Democrática, aunque estaba en Bolivia desde hacía dos años por expresas instrucciones del Che. Un mapa muestra cómo se realizaría el reconocimiento del terreno durante 47 días. Tania llevó al escritor francés Regis Debray y al pintor argentino Ciro Roberto Bustos, un enlace que más tarde –siempre según el CD Rom– se convertiría en delator, al caer preso junto con Debray y ser interrogado por los militares bolivianos.
Cuando los guerrilleros Orlando y Daniel desertaron, fueron detenidos por los militares e informaron que el Che se encuentraba en Ñancahuazú. Las distintas secciones del CD muestran cómo la acción guerrillera sucedía mientras el gobierno proscribía al Partido Comunista y el Partido Obrero Revolucionario declaraba zonas militares y confinaba a revolucionarios urbanos en campos de concentración. El 25 de abril cayó Eliseo Reyes (Rolando): “Hemos perdido al mejor hombre de la guerrilla”, escribió el Che. En ese momento comenzaba a percibir la falta de apoyo campesino, “aunque nos van perdiendo el miedo”, decía. El 23 de junio el ejército masacró a 87 mineros y tres días después moriría Tuma, otro inseparable compañero del Che. Eran sólo seis cuando tomaron Samaipata, a 40 kilómetros de Santa Cruz. El 31 de agosto cayeron Braulio, Tania, Alejandro, Mosés, Polo y Walter, emboscados por el ejército. El Che no tenía aún esa información cuando escribió: “Agosto ha sido el mes más malo que hemos tenido en lo que va de la guerra”. El presidente de Bolivia René Barrientos pidió una recompensa por él: vivo o muerto. A fines de setiembre, la radio chilena Balmaceda aseguraba que el Che estaba acorralado en un cañón selvático. De los 17 hombres que integraban la columna había tres con heridas de bala, otro con un pie fracturado y seis con enfermedades. Entre ellos el asma del Che. Fidel narró los sucesos en 1968 en la introducción del Diario de Bolivia: “Trasladado al pueblo de Higueras permaneció con vida alrededor de 24 horas. Se negó a discutir una sola palabra con sus captores, y un oficial embriagado que intentó vejarlo recibió una bofetada en pleno rostro. Reunidos en La Paz, Barrientos Ovando y otros altos jefes militares tomaron fríamente la decisión de asesinarlo. (...) Che –que había escuchado los disparos con que acababan de ultimar a un guerrillero boliviano y a otro peruano– viendo que el verdugo vacilaba, le dijo con entereza: ‘¡Dispare! ¡No tengo miedo’. Sólo tres combatientes de la Quebrada del Yuro (Pombo, Urbano y Benigno) sobrevivieron. Hacía poco, el Che cumplía 39 años y había escrito: ‘He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero, por ahora estoy entero’”.
La sección “Cayeron en combate” muestra la foto y la historia de cada uno de los que fallecieron en la gesta boliviana. Mientras, “Los restos del Che” tiene el material más actual. Se trata del hallazgo de su cuerpo. Las descripciones aseguraban que el cadáver había sido incinerado y las cenizas lanzadas desde un avión. Sin embargo, investigaciones posteriores determinaron que el cadáver había sido trasladado a Valle Grande, el 11 de octubre. El cuerpo debía ser incinerado, pero la luz del amanecer hizo que los militares desistieran y así fue enterrado junto a los demás. El lugar permaneció oculto durante 28 años, hasta que el general retirado Mario Vargas Salinas declaró que el Che había sido sepultado bajo la pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto de Vallegrande. Tres días después, el presidente boliviano autorizó a iniciar la búsqueda. Participaron numerosos científicos cubanos, argentinos y técnicos italianos durante 13 semanas. Se abrieron 210 fosas, y en una se encontró la del boliviano Chapaco. Luego se hizo una investigación histórica. En junio se encontraron los restos de Tuma. De la última fase participó un grupo de expertos cubanos. En la fosa número 7 hallaron siete cuerpos. El número dos tenía los restos más completos, conservaba una chaqueta verde oliva sobre el torso y el cráneo. A la osamenta le faltaban las manos, los arcos supercilares coincidían con los del Che y la ausencia de un molar superior también. Los videos del CD Rom acompañan la repatriación de los restos a Cuba, para volver a escribir la historia de uno de los más grandes mitos de la historia contemporánea.