Sáb 20.12.2008

EL MUNDO  › FUE LA FUENTE PRINCIPAL DEL CASO WATERGATE EN 1972

Murió Garganta Profunda

Por más de treinta años fue apenas una silueta oscura, escondida detrás de una columna de un estacionamiento en la película Todos los hombres del presidente. Fue la fuente más famosa de la historia del periodismo, bautizada en código como Garganta Profunda por la entonces escandalosa película de Linda Lovelace. El hombre que ayudó a Carl Bernstein y Bob Woodward a destapar el caso Watergate en las páginas del diario The Washington Post fue un misterio hasta 2005, cuando se presentó en la revista Vanity Fair. Ayer, a los 95 años, Garganta Profunda, que se llamaba Mark Felt, murió a los 95 años, en Santa Rosa, California.

El 17 de junio de 1972, un grupo de “ladrones” fue capturado casi por casualidad dentro de las oficinas del comité del Partido Demócrata, en las torres de Watergate, en Washington DC. Resultó que no eran ladrones, sino miembros de un grupo de espías extraoficial que hacía trabajos sucios para el presidente republicano Richard Nixon. El arresto fue un sábado y la nota le tocó a dos muy jóvenes periodistas que cubrían noticias locales. Bernstein y Woodward siguieron la pista por años y terminaron desatando un escándalo que le costó la renuncia a Nixon.

Pero probar que los “plomeros”, como llamaban a los espías, tenían algún contacto orgánico con la Casa Blanca no fue fácil. Entre sus infinitos entrevistados, los dos periodistas terminaron encontrando un aliado poderoso. Es que Felt era nada menos que el subdirector del FBI, capaz no sólo de sortear los muros que levantaba el presidente, sino de investigar por su cuenta. Woodward era el encargado de manejar a su muy discreta fuente, con la que desarrollaron un sistema de comunicación de película.

Cuando Bernstein y Woodward necesitaban confirmar un dato o avanzar con una pista, una maceta cambiaba de lugar en la ventana de la casa de Woodward. Si era Garganta Profunda el que quería corregir o ampliar algo que publicaban los periodistas, el agente pasaba temprano por casa de Woodward y le hacía un raya con marcador rojo a la página 20 del diario que cada día le dejaban en la puerta.

Sea quien fuere el que iniciaba el contacto, lo que seguía era siempre igual. Al fin de la tarde, Woodward tomaba un taxi hasta algún lugar con mucho movimiento del centro. De ahí tomaba otro hasta un estacionamiento de un complejo de oficinas en Arlington, Virginia, no lejos del cuartel general de la CIA. El estacionamiento estaba ya vacío al anochecer y se podía hablar. Los encuentros no duraban más que algunos minutos.

¿Por qué Felt se jugó a entregar al presidente? En 2005, cuando se identificó, explicó que lo hizo por repugnancia al espionaje interno que regularmente ordenaba Nixon. En ese momento se señaló que también había algo de resentimiento: en enero de 1972, seis meses antes de Watergate, lo habían dejado de lado para ser el director del FBI. Garganta Profunda se estaba vengando de Nixon.

Woodward, Bernstein y su editor en el Post eran las únicas tres personas que supieron alguna vez la identidad de esta fuente. Mantuvieron su juramento de nunca revelarla –“hasta que él nos autorice o hasta un año después de su muerte”– y se sorprendieron cuando vieron su foto en la tapa de Vanity Fair. Felt dijo que se había identificado “para liberar mi conciencia y después de hablarlo con mi familia”.

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