EL MUNDO
Una semana de pesadilla para banqueros centrales
Esta semana la Reserva Federal de EE.UU., el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra tomarán medidas monetarias para revivir sus respectivas economías, pero todo apunta a una recesión mundial.
Por Larry Elliott y Heather Stewart *
Millones de votantes norteamericanos fueron a las urnas ayer para ejercer sus derechos democráticos y abrir juicio sobre los primeros dos años de George Bush en la Casa Blanca. Pero que el presidente gane otro período en 2004, sin embargo, puede tener más que ver con los votos de sólo 12 hombres y mujeres en Washington esta noche. Los 12 son los miembros votantes del Comité del Mercado Abierto de la Reserva Federal, el grupo del banco central de Estados Unidos que establece las tasas de interés para la mayor economía del mundo. La decisión de hoy será vista, quizás, como un anticipo de cómo se alinearán mañana los 18 votos del Consejo Directivo del Banco Central Europeo (BCE) y los nueve del comité de la política monetaria (CPM) del Banco de Inglaterra.
Lo cierto es que hay mucho en juego en la deliberación de estos 39 banqueros centrales en Washington, Frankfurt y Londres. Hace un año, la idea de que a fines de 2002 se vería a los estrategas bajo presión para darle un impulso a la economía global hubiera sido considerada absurdamente pesimista. Los mercados de valores se estaban recuperando rápidamente de los ataques terroristas del 11 de setiembre en medio de la esperanza de que el agresivo recorte de tasas, especialmente de la Fed y del Banco de Inglaterra, brindarían el estímulo para una rápida recuperación este año. La mayoría de los analistas que ahora exige acción a Alan Greenspan, Wim Buisenberg y sir Eddie George estaban anticipando que a esta altura las tasas estarían subiendo, no bajando.
Las cosas, sin embargo, no fueron de acuerdo a lo planeado. Estados Unidos, la pieza clave de la economía global, tuvo un comienzo dinámico en 2002, pero gradualmente el ímpetu se agotó a medida que el legado de la burbuja económica de la última parte de la década del 90 –sobreinversión, débil rentabilidad y una resaca de deudas– puso freno al crecimiento. El desempleo está aumentando, el sector industrial se está contrayendo y a pesar de su recuperación reciente, el mercado bursátil sigue debilitado. Lo que mantuvo a la economía alejada de una doble recesión fue la voluntad de los consumidores de acumular deuda, pero aún ahí hubo señales en los últimos meses de que el espíritu de compre-hasta-agotarse ha estado menguando. Las cifras de la industria automotriz mostraron la semana pasada bajas de hasta un tercio en ventas el mes pasado a medida que decrecía el impulso de los créditos de interés cero.
La música que sale de la Fed recientemente sugiere que Alan Greenspan está preocupado. “Es porque la Fed parece no estar segura de que el crecimiento persista, incluso al ritmo desalentador visto hasta ahora, que parece estar contemplando un mayor relajamiento monetario”, dice Stephen Lewis de Monument Securities. Los analistas más pesimistas dicen que el recorte esperado hoy no será el último y que para el comienzo del año que viene las tasas de interés descenderán un punto o más. Esto refleja la propensión histórica en la estrategia económica de Estados Unidos, que siempre, desde el momento de la Depresión, dio más prioridad a los empleos y al crecimiento que a la estabilidad de los precios.
Lo mismo no puede decirse del BCE, que heredó la obsesión alemana con la inflación nacida del hecho económico seminal del país en el siglo pasado, la hiperinflación de 1923. Una mirada a los últimos pronósticos del Fondo Monetario Internacional indica que Europa tiene más necesidad de un recorte en las tasas que Estados Unidos, con un crecimiento de alrededor del 0,75 en 2002 y 2 por ciento el año que viene comparado con el 2,2 por ciento y 2,6 por ciento de Estados Unidos.
Casi todos los analistas económicos, desde el FMI y la OCDE para abajo, señalan a Alemania como la causa raíz de la debilidad de la eurozona. La mayor economía de Europa tiene tres problemas entrelazados: el legado de la unificación, que la gravó con altos costos laborales; una tasa de cambio no competitiva al unirse al euro, y una política de inercia que impide que el gobierno se embarque en reformas estructurales serias. “Laeurozona está deslizándose por una ladera resbaladiza y Alemania está a un paso de la recesión –dijo David Brown, jefe economista europeo de Bear Stearns–. El problema con el BCE es que siempre termina detrás de la curva. Siempre arrastra los pies.”
Una complicación más ha sido el fiasco del pacto de estabilidad y crecimiento, con el BCE adoptando una línea fuerte contra gobiernos que querrían cerrar los ojos a las estrictas reglas del déficit del pacto, ahora que los tiempos son difíciles. Y algunos analistas creen que la determinación del BCE para demostrar su independencia de los políticos de la eurozona evitaría que tomara la postura de la Fed cuanto se reúna este jueves. “Esperamos que el BCE va a dejar las tasas intactas –dice Paul Ashworth, de Capital Economics–, citando como motivo el deterioro de sus dos pilares monetarios y añadiendo una cláusula petulante a la declaración final sobre el peligro de que los gobiernos nacionales empiecen a jugar con su amado pacto de estabilidad y crecimiento”. Ashworth añadió que no recortar las tasas ahora “sólo dañaría más las perspectivas del crecimiento de la eurozona, y podría condenar a Alemania a la recesión y a la deflación”.
Ubicado en algún lugar entre la Fed y el BCE está el Banco de Inglaterra. Más tarde este mes, el ministro de Finanzas británico Gordon Brown admitirá que el crecimiento para este año no alcanzó las expectativas del Tesoro de Gran Bretaña, con la industria fuertemente golpeada por la anémica recuperación de la economía global. Frente a esto, Gran Bretaña necesita préstamos más baratos, ya que la inflación persistentemente se ha quedado corta con respecto al objetivo de 2,5 por ciento de Brown. Tres de los nueve miembros del directorio votaron por un recorte el mes pasado, citando los riesgos de la economía global, y discutiendo que un recorte preventivo estaba justificado por lo que estaba sucediendo en Europa y en Estados Unidos. “La necesidad de un recorte ahora es abrumadora –dijo ayer el líder de los sindicatos de Gran Bretaña, John Monks–. El Banco debería reconocer los muy reales peligros del crecimiento y ser valiente.” Para que Monks logre su deseo, sin embargo, se debería convencer a por lo menos dos de los miembros del directorio que la semana pasada votaron contra un recorte de que algo ha cambiado. Pero, con el apetito de los consumidores por tomar prestado y gastar todavía aparentemente insaciable es improbable que los halcones cambien de parecer.
Cualquiera sean las respectivas estrategias de los 39 estrategas monetarios esta semana, los mercados creen ahora que la cuestión es cuándo, no si las tasas bajarán, en ambos lados del Atlántico. Con los costos de los préstamos ya en un punto bajo histórico después de los recortes coordinados posteriores al 11 de setiembre del año pasado, la cuestión que puede haber estado secretamente inquietando a los banqueros centrales es si deben mantener sus armas en reserva. Nadie en Washington o Frankfurt quiere terminar como los estrategas de Japón, donde no quedan herramientas convencionales para sacar a la economía de su espiral deflacionaria.
Ian Harwood, jefe de la economía global en Dresdner Kleinwort Wasserstein, dijo que estaba convencido de que la Fed tomaría medidas hoy pero dudaba de si aún una reducción de un punto en las tasas de interés de Estados Unidos –que ya se encuentran en un record bajo de 1,75 puntos– detendría el flujo de datos desalentadores para los próximos meses. “Creo que es una expresión de deseos imaginar que vamos a ver a los consumidores gastando y una recuperación en los gastos de inversión.” Si Harwood tiene razón, esta semana será sólo el comienzo de un proceso de recortes de tasas que verá los costos de los préstamos caer en 2003 a profundidades no vistas durante 50 años o más.
Esta no parece ser la opinión de Wall Street. Los precios de las acciones acaban de gozar de su mayor aumento en un mes en 15 años, en parte anticipándose a un recorte de tasas de 1,75 por ciento a 1,5 porciento. Los escépticos dicen, sin embargo, que si los 11 recortes de intereses de la Fed no produjeron una recuperación sustentable, ¿entonces por qué alguien puede pensar que el 12º la producirá?
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.