SOCIEDAD
El día que París vio marchar a sus prostitutas
Tras 25 años de silencio e invisibilidad, las prostitutas se manifestaron contra un proyecto oficial que limita la actividad.
Por Eduardo Febbro
Mendigos, inmigrados, personas sin domicilio fijo, manifestaciones juveniles, gitanos y prostitutas: varios de los 57 artículos del proyecto de ley sobre la Seguridad interior elaborado por el ministro francés de Interior, Nicolas Sarkozy, parecen dirigidos contra los sectores más vulnerables de la sociedad. Después de las protestas protagonizadas por los partidos de la izquierda, las asociaciones de derechos humanos y las grandes organizaciones de lucha contra la exclusión social, ahora les tocó el turno a las prostitutas francesas. El ministro de Interior y su proyecto rompieron más de un cuarto de siglo de silencio e invisibilidad. Ayer, cerca de 500 mujeres manifestaron en París, frente al Senado, para denunciar un texto que penaliza el ejercicio de una profesión y que, según aseguró a Página/12 Sophie, una prostituta de 29 años del sur de Francia, “hace de un trabajo honesto y necesario, un crimen moral”.
Provenientes de todas las regiones del país, las prostitutas se unieron en las calles por primera vez desde 1975. En su mayoría con el rostro cubierto por una máscara y reunidas detrás de una banderola que decía “Prostitución suprimida, prostitutas suicidadas”, las chicas se oponen con firmeza a las medidas antiprostitución que forman parte del proyecto de ley sobre la Seguridad Interior.
El texto prevé penas que van desde seis meses de cárcel y 7450 dólares de multa contra lo que comúnmente se llama “el levante callejero”. Aunque pintoresco y poco común, el desfile de las prostitutas frente al Senado traduce una real preocupación de varios sectores sociales, por lo general marginados, frente a la batería de acciones represivas lanzada por el gobierno conservador del primer ministro Jean Pierre Raffarin.
A sus 40 años y con 20 de profesión, Carole explica que “trabajo en la calle de forma independiente, cuando me da la gana y sin que nadie mande sobre mi vida. Nosotras somos mujeres libres y estamos decididas a seguir siéndolo. El proyecto de ley del ministro Sarkozy no sólo nos quiere privar de la libertad sino, también, privar a la sociedad de un placer indispensable. Y cuando digo placer estoy midiendo mis palabras. Nosotras cumplimos una función social, somos casi una iglesia que recibe a todo el mundo con igualdad”. Detrás de su máscara negra, Marion es una de las manifestantes más enojadas. “Es una vergüenza —dice levantado un dedo—. Lo que es legal y normal en toda Europa, la derecha de este país quiere transformarlo en un delito. Además, permítame decirle que yo no estoy de acuerdo con la palabra prostitutas. Nosotras somos terapeutas sexuales”.
Hay que señalar que, contrariamente a otros países del Viejo Continente, en Francia los prostíbulos están prohibidos desde 1946. Ello lleva a que la prostitución se ejerza directamente en la calle, principalmente en la Avenida de los Campos Elíseos, en los bosques de Boulogne y de Vincennes, en la rue Saint Denis y en el barrio de Pigalle. En Francia hay 15.000 prostitutas. La mitad trabaja en las calles de París.
Ulla, una delgada y majestuosa mujer de 31 años, afirma sin dudar que “atacar la prostitución equivale a destruir el núcleo de la familia. Si nosotras no existiésemos muchas familias se habrían derrumbado”. “No somos ni culpables, ni delincuentes, ni criminales. Somos simples trabajadoras y exigimos el derecho a ejercer nuestra profesión con toda normalidad”, sostiene Claire Carthonet, una de las líderes del movimiento de reivindicación de derechos protagonizado por las prostitutas francesas.
El proyecto de ley de Nicolas Sarkozy se inscribe en una de las vertientes más severas que dominan los países de la Unión Europea en materia de prostitución. Todo esto “es un enorme retroceso. Francia está volviendo atrás más de 30 años”, afirma Christine, otra de las prostitutas líderes. Nathalie, una prostituta parisina de 37 años, confiesa que no sesiente sola: “La gente nos manifiesta su solidaridad, y no le digo los clientes, mucho de las cuales son del poder”. No por nada una de las banderolas desplegadas frente al Senado reza: “Ustedes se acuestan con nosotras, pero votan contra nosotras”.