Jueves, 28 de mayo de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL PROYECTO DE EE.UU. EXIGE QUE LA ISLA ADHIERA A LA CARTA DEMOCRáTICA
Por el desacuerdo, la OEA decidió aplazar una decisión sobre los proyectos de resolución y estableció un grupo de trabajo para que trate de forjar un consenso antes de la asamblea general, que se celebrará el 2 y 3 de junio en Honduras.
La OEA no consiguió avanzar ayer en el proceso para levantar la suspensión de Cuba pero, a pesar de la falta de consenso, la sesión sirvió para que Estados Unidos, por primera vez, pidiera al organismo que inicie un diálogo con ese país.
El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) escuchó ayer tres proyectos de resolución encaminados a revocar la resolución adoptada en una reunión de consulta de cancilleres en Punta del Este (Uruguay) hace 47 años, por la que se suspendió la participación de Cuba en el sistema interamericano. El debate, el primero que se produjo oficialmente en el Consejo Permanente de la OEA desde entonces, hace casi medio siglo, comenzó sin que los países hubieran logrado un consenso previo, a pesar de que pasaron horas negociando.
En este contexto, la OEA decidió aplazar una decisión sobre los proyectos de resolución y estableció un grupo de trabajo para que trate de forjar un consenso antes de la XXXIX asamblea general, que se celebrará el 2 y 3 de junio en San Pedro Sula (Honduras).
El problema no es el levantamiento de la suspensión en sí, dado que sobre este punto existe un consenso entre los países miembros, sino el lenguaje y el procedimiento de una medida tan importante. Estas diferencias quedaron de manifiesto en los tres proyectos de resolución.
Honduras pide a secas revocar la resolución de 1962 e indica que “las futuras relaciones entre Cuba y la organización dependerán de la voluntad manifiesta del gobierno cubano y de los órganos competentes de la OEA”. Nicaragua solicita, con calificativos en el lenguaje, revocar “como un acto de justicia y de rectificación histórica hacia Cuba” la resolución, ya que su exclusión “viola la Carta de la OEA y el Derecho Internacional, y constituye un acto de injusticia y un acto de discriminación inaceptable”.
Por su parte, Estados Unidos apoya la posibilidad de un levantamiento de la suspensión, pero insiste en la necesidad de que se efectúe mediante un proceso “deliberado y bien considerado”, y lo condiciona a que Cuba acate los valores y principios consagrados en la Carta Democrática Interamericana de la OEA y otros instrumentos.
En su proyecto EE.UU. encomienda al Consejo que inicie un diálogo con el actual gobierno de Cuba sobre una posible reintegración basada en los principios de soberanía, independencia, no intervención, democracia y el pleno derecho por los derechos humanos y las libertades fundamentales, y señala que debe ser la asamblea la que examine los resultados y determine las medidas a tomar.
Por tanto, las tres resoluciones son muy diferentes tanto en la forma como en el fondo, algo que se refleja también en la gran división que se ha producido en diferentes grupos regionales.
No hay una postura única de la Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración, con Cuba entre sus miembros), de la que se han separado algunos países, entre ellos Venezuela, para respaldar la propuesta de Nicaragua.
Tampoco existe una posición común de los países del Caribe o de Centroamérica, y Estados Unidos queda casi solo en el panorama. La Aladi está elaborando un cuarto proyecto en el que pide dejar sin efecto la resolución de 1962 y trata de aunar los criterios de que no puede ser automático un posible regreso y que se requiere un proceso, y que es necesario que Cuba cumpla los valores por los que se rige la OEA, algo que algunos consideran “implícito”, según la embajadora de Perú, María Zavala. Pese a todo, los países miembros coinciden en la necesidad de buscar un consenso y derogar la resolución de 1962. México considera que los países deben hacer sus “mejores esfuerzos para avanzar y consolidar el espíritu de colaboración de Puerto España y buscar un consenso, dado que sería un error repetir el error de 1962”, indicó el embajador Gustavo Albin.
Chile cree que no conseguir un consenso y no levantar la suspensión “sería malo” para la OEA, mientras que Brasil, uno de los seis países que se abstuvo en la votación de 1962, espera que el proyecto alternativo de la Aladi reciba la aprobación de los países miembros. Pese a las posturas enfrentadas, no hay un ambiente de pesimismo. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo que tiene “gran fe en la capacidad de los seres humanos de ponerse de acuerdo”.
Estados Unidos, sin embargo, ha dicho que “no va a cambiar” su posición, y Venezuela asegura que no apoyará ninguna propuesta que contenga alguna condición o que pretenda imponer paradigmas políticos y obligaciones a Cuba, dijo su embajador, Roy Chaderton.
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