Martes, 6 de octubre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL ATAQUE MATó A CINCO PERSONAS Y FORZó A LA INSTITUCIóN A CERRAR SUS OFICINAS EN ISLAMABAD
La agresión contra el organismo que distribuye alimentos ocurrió un día después de que el nuevo líder de la rama paquistaní del talibán amenazara con nuevas acciones violentas. La ONU continuará con sus tareas humanitarias.
Un atacante suicida detonó ayer una bomba en la sede central del organismo de la ONU que distribuye alimentos en Pakistán, como en otras zonas carenciadas del planeta. El atentado mató a cinco personas y forzó a la institución a cerrar sus oficinas temporalmente en Islamabad, informaron fuentes gubernamentales. Al cierre de esta edición, ninguna organización había reivindicado el ataque contra la oficina del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU en la capital de Pakistán. Sin embargo, el atentado ocurrió un día después de que el nuevo líder de la rama paquistaní del movimiento talibán amenazara con nuevas acciones violentas. “Este es un crimen horrendo cometido contra quienes estuvieron trabajando sin descanso para asistir a los pobres y vulnerables en la línea del frente del hambre y de otros sufrimientos humanos en Pakistán”, denunció el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en declaraciones a periodistas desde Ginebra. Ban aseguró, sin embargo, que la ONU continuará con sus tareas humanitarias de asistencia a más de dos millones de paquistaníes.
El ataque no sólo generó cuestionamientos sobre cómo pudo el agresor violar las medidas de seguridad de la fuertemente protegida sede del PAM, sino que además suscitó temores de que acciones similares puedan afectar el trabajo de asistencia del organismo, así como de otros similares que distribuyen asistencia a miles de desplazados por recientes ofensivas contra los talibán y Al Qaida en Pakistán.
Amjad Jamal, vocero del PAM, confirmó a su turno que el organismo alimentario no dejará de ayudar a los refugiados que escapan de los enfrentamientos entre milicianos islamistas y el ejército, aun cuando sus oficinas estén cerradas temporalmente. “Quiero repetir otra vez que nuestras operaciones no se detuvieron”, aseguró ayer Jamal.
Los talibán –la rama paquistaní del movimiento islamista que gobernó el vecino Afganistán– y la red Al Qaida cometieron decenas de atentados suicidas en Pakistán en los últimos dos años y medio, muchos de ellos contra intereses y personas extranjeras. Bajo presión de Estados Unidos, Pakistán lanzó este año varias ofensivas contra los extremistas.
Grupos islamistas de Pakistán, Afganistán e Irak atacaron en numerosas ocasiones distintas sedes de organismos humanitarios extranjeros, incluyendo la ONU, como parte de su campaña de acciones contra objetivos occidentales de alto perfil. El estallido de ayer en Islamabad destruyó los ventanales de la recepción del complejo del PAM, ubicado en una zona residencial de la capital del país. Según testigos, las víctimas fatales quedaron esparcidas por el piso en un baño de sangre.
Imágenes tomadas por cámaras de seguridad y difundidas por la televisión local mostraron al atacante en el momento en que éste ingresaba a pie por una puerta al edificio principal con un objeto cilíndrico de medio metro de largo en una mano. Fuentes médicas de dos hospitales confirmaron que al menos cinco empleados murieron en el ataque, cuatro paquistaníes –dos de ellas mujeres– y un iraquí. Otras nueve personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad.
Rehman Malik, ministro del Interior, afirmó que el atacante usó un uniforme de la policía paramilitar del país y le preguntó a un guardia si podía entrar al edificio para ir al baño. El hombre, de unos 20 años, llevaba unos 8 kilos de explosivos adheridos a su cuerpo. Según el oficial de policía Bin Yamin, el suicida detonó sus explosivos apenas ingresó en la recepción. Normalmente, las personas que visitan dependencias de la ONU son requisadas y sometidas a detectores de metales para saber si portan armas o bombas en cuartos seguros ubicados a cierta distancia de la entrada del edificio. En este caso, aún no está claro si no se habría procedido a requisar al suicida o si, sencillamente, no hubo tiempo.
De acuerdo con Anne Patterson, embajadora de Estados Unidos en Pakistán, un ataque contra trabajadores humanitarios es un ataque contra la sociedad paquistaní misma. “Actos tan crueles exhiben la verdadera naturaleza de la agenda de los terroristas”, denunció la diplomática.
Ayer, además, el nuevo líder de los talibán de Pakistán, Hakimullah Mehsud, se reunió con periodistas en las áreas tribales del noroeste del país por primera vez desde que llegó a ser jefe del movimiento tras la muerte de su antecesor en un bombardeo estadounidense hace dos meses. Mehsud habló sentado sobre una manta en el piso a la sombra de un árbol, flanqueado por varios hombres armados con fusiles y lanzaderas de cohetes. Según la cadena estadounidense CNN, el líder talibán prometió intensificar la campaña de ataques contra Washington y todos los intereses occidentales en el país.
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