Martes, 13 de octubre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › UN NUEVO ATAQUE CONTRA UN BLANCO MILITAR MATó A CUARENTA PERSONAS
Tras un fin de semana en el que los insurgentes sitiaron por veintidós horas el cuartel general, ayer atacaron un convoy militar. Demuestra que se fortalecieron desarrollando vínculos con militantes afuera de sus bastiones.
Por Omar Waraich y Andrew Buncombe *
Desde Rawalpindi
Los secuestradores talibán que atacaron los cuarteles del ejército de Pakistán durante el fin de semana planeaban mantener como rehenes a los altos oficiales del ejército hasta que más de 100 militantes fueran liberados de las prisiones del país, informó ayer el ejército. La noticia llegó cuando los islamistas radicales lanzaron otro ataque sobre un objetivo militar, esta vez un convoy del ejército que pasaba a través de un concurrido mercado en el noroeste de la región. El ataque suicida de ayer, que mató a más de 40 personas, enfatizó cómo los insurgentes talibán han fortalecido su posición desarrollando vínculos con militantes afuera de sus bastiones tradicionales.
Los funcionarios dijeron que 35 civiles y siete soldados murieron cuando el terrorista atacó uno de los tres vehículos militares que pasaban por el mercado en el distrito de Shangla. Muchos más resultaron heridos. “Parecía ser un ataque suicida. El terrorista atacó a uno de los tres vehículos que pasaban por el más concurrido mercado del distrito”, le dijo un oficial policial, Khan Bahadur Khan, a Reuters.
Mientras anoche los talibán se adjudicaban la explosión, surgían más detalles sobre el audaz ataque del sábado a los cuarteles del ejército en Rawalpindi. Altos oficiales dijeron que el ataque era liderado por un conocido militante Punjab conocido como “Aqeel” o “Dr. Usman”, que había servido como miembro del cuerpo médico del ejército hasta 2004. A medida que se desarrollaba el drama de 22 horas, con los militantes manteniendo como rehenes a más de 40 empleados del ejército, Aqeel emitió una lista de sus demandas, incluyendo la liberación de prisioneros, el juicio del ex gobernante militar general Pervez Musharraf, y la expulsión de las “bases” estadounidenses dentro de Pakistán. Ninguno de los soldados capturados eran los altos oficiales buscados por los militantes, quienes –con la excepción de Aqeel– fueron eventualmente muertos por comandos.
La secuela del ataque es un alerta para que Pakistán confronte los rangos del talibán y los militantes vinculados con Al Qaida desde Punjab que han estado cooperando con los combatientes en las áreas tribales del país. En una semana hubo cuatro ataques de alto perfil. Coincidieron con un incremento de las tropas gubernamentales en el sur de Waziristan ante una importante operación ahí. Azam Tariq, el vocero del talibán de Pakistán, les dijo a los periodistas: “Fue llevado a cabo por nuestra unidad Punjab”, refiriéndose al ataque a la base del ejército durante el fin de semana.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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