Lunes, 18 de enero de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL CANDIDATO EMPRESARIO SE IMPUSO A SU RIVAL DEL OFICIALISMO; PROMETE BAJAR IMPUESTOS Y PONER MáS POLICíAS
La alianza conservadora que lidera el dueño de Lan venció a la Concertación tras veinte años en el gobierno. Piñera obtuvo el 51,6 por ciento y Frei, el 48,4. El electo presidente llamó a forjar un acuerdo de gobernabilidad.
Por Santiago O’Donnell
Desde Santiago
El empresario millonario Sebastián Piñera ganó ayer las presidenciales en Chile y se convirtió en el primer presidente electo de la alianza entre los partidos de derecha y centroderecha desde la restauración democrática en 1990. Según el resultado oficial con el 99 por ciento de las mesas escrutadas, Piñera se alzó con 51,6 por ciento de los votos contra el 48,4 por ciento del candidato de la Concertación de centroizquierda.
“Hoy, la mayoría de los chilenos habló con claridad y se expresó por el cambio, el futuro y la esperanza”, dijo Piñera desde un escenario montado sobre la Alameda frente a su comando de campaña, bajo una inmensa bandera de Chile y rodeado por su esposa Cecilia y sus cuatro hijos. El empresario electo presidente convocó a la Concertación a forjar un acuerdo de gobernabilidad. “Voy a ser un presidente de unidad nacional y voy a gobernar para todos los chilenos, pero con una preocupación y un cariño especial para los más humildes y la clase media que tanto lo necesita.”
Piñera prometió combatir el narcotráfico y la delincuencia e impulsar el crecimiento económico. Pero también se comprometió a “mantener y ampliar” la red social creada por los gobiernos de la Concertación. “Necesitamos un Estado fuerte y eficiente, con mucho músculo y poca grasa. Seremos un gobierno que recupere la cultura de hacer las cosas bien y hacerlas con un sentido de urgencia. Hay 600 mil chilenos que hoy no tienen trabajo y que no pueden esperar.”
Al conocerse los resultados, miles de simpatizantes salieron a las calles, desde los barrios altos hasta el centro de la ciudad, con banderas y remeras con la estrella multicolor que representa la campaña de Piñera.
La avenida Apoquindo, en el coqueto barrio Las Condes, se convirtió en una larga caravana de autos último modelo que celebraban a los bocinazos, mientras otros miles llegaban por micro o a pie a la céntrica Plaza Atalia, lugar habitual de festejos, a metros del hotel Crowne Plaza, el bunker del candidato ganador.
Aunque los resultados se conocieron a media tarde, Piñera esperó hasta entrada la noche para dirigirse al país. Antes había recibido un saludo telefónico de la presidenta Michelle Bachelet y la visita del candidato derrotado, que se acercó al Crowne Plaza con toda su familia y recibió el afecto de Piñera, cuyo padre había sido embajador del padre de Frei, el ex presidente Eduardo Frei Montalva.
Tras recibir la felicitación de Frei, Piñera contestó con una invitación a tejer acuerdos partidarios. “Para tener un buen país necesitamos no sólo buen gobierno sino también buena oposición, y estoy seguro de que tendremos oposición leal y constructiva, que va a fiscalizar con rigor, como corresponde. Nuestro país necesita más que nunca unidad”, señaló.
Antes se había comunicado Bachelet y el llamado se transmitió en vivo por televisión. “Lo felicito. Hoy Chile lo ha elegido democráticamente, y espero que siga en el camino del progreso y la justicia social”, dijo la presidenta.
“Le agradezco sus palabras y le pido que me aconseje para continuar lo que está bien hecho y para emprender nuevas tareas, porque empieza un camino”, contestó el presidente electo.
Frei reconoció su derrota en su comando de campaña en el hotel Plaza San Francisco, rodeado por su esposa Marta, su equipo de campaña, y los ex presidentes Patricio Aylwin y Ricardo Lagos.
“La elección ha concluido y los resultados dejan en evidencia la solidez de nuestra democracia”, dijo el candidato derrotado, a quien se lo vio sereno y algo resignado. “Fue una elección limpia y transparente, como ha sido siempre nuestra tradición. Quiero felicitar a Sebastián Piñera y desearle éxito en su gestión.”
Frei llamó al diálogo al nuevo gobierno y se comprometió a defender las conquistas sociales de la Concertación. “Desde la recuperación de la democracia hemos sido protagonistas de la recuperación de nuestra nación. Chile hoy es mucho mejor que el país que recibimos en 1990. Hoy somos más conscientes de la libertad, la democracia y los derechos humanos.” Llamó a la unidad de su espacio político, agradeció a su equipo, a los votantes y especialmente a la presidenta Bachelet. “Su excelente gestión ha llevado a Chile a umbrales nunca antes conocidos”, la elogió.
Después tomó el micrófono Lagos para pronunciar un emotivo discurso que hizo eje en los logros de los gobiernos de la Concertación.
“Esta coalición que ha gobernado 20 años deja el poder con la frente en alto. Recibimos un Chile con el alma quebrada; 20 años después es otro Chile. Termina una etapa histórica y una nueva generación toma el bastón en la Concertación. Son ellos los depositarios de este sueño que no termina.”
A su turno, Carolina Tohá, la muy aplaudida exponente de la nueva generación de la Concertación, dijo que las reformas iniciadas en el espacio político deben continuar. “Este es un momento difícil, pero quiero reafirmar nuestro orgullo por la democracia que hemos construido. Nuestras ideas no han sido derrotadas, tienen más vigencia que nunca. Tenemos que seguir trabajando por ello nuestra promesa de renovar política, profundizar la igualdad y ampliar la democracia desde donde estemos”, señaló.
Juan Carlos Latorre, presidente de la Democracia Cristiana, fue el primero en reconocer la derrota, media hora antes de que hablara el ex presidente. Agradeció el esfuerzo de Frei y reconoció errores. “Tenemos una importante responsabilidad en este proceso que los partidos deben analizar.”
El triunfo electoral de Piñera nació de una profunda crisis de la Concertación, que tras veinte años y cuatro gobiernos consecutivos se presentó dividida a la primera vuelta del 15 de diciembre pasado.
En esa elección, Piñera había ganado por 14 puntos sobre Frei, y el ex diputado de la Concertación, Marco Enríquez-Ominami, había obtenido un 20 por ciento del total como candidato independiente. Desde entonces, los candidatos cortejaron los votantes de Ominami, cuyo tibio y tardío apoyo a Frei no alcanzó para revertir el resultado final, ni para tapar la crisis que se desató cuando los jefes de los principales partidos del espacio, el socialista y el demócrata cristiano, les negaron a Ominami y a otros líderes la posibilidad de competir en una interna contra Frei, al que ungieron como candidato en un acuerdo de cúpulas.
Piñera aprovechó para imponer su mensaje de que la Concertación estaba muerta, que veinte años en el poder habían generado una maquinaria estatal donde los privilegios y los acomodos están a la orden del día, y señaló los ocasionales escándalos de corrupción que sacudieron al oficialismo.
Por su parte, Frei nombró jefa de campaña a Tohá, la ministra más exitosa del exitoso gobierno de Bachelet, y encargó a un grupo de voceros jóvenes la misión de transmitir el mensaje de que el cambio en la Concertación ya había comenzado.
La presidenta tomó un protagonismo importante en la campaña, despertando acusaciones de interferencias de parte de Piñera. En actos vinculados con la defensa de los derechos humanos, la presidenta marcó la diferencia con la alianza de Piñera, que incluye en sus filas a los sectores del pinochetismo puro.
El debate interno por el nombramiento o no de funcionarios pinochetistas en el futuro gobierno de Piñera en plena campaña, además de acercar a Frei en las encuestas, demostró las tensiones aún existentes en la coalición ganadora.
Piñera dice representar a la derecha moderna post-pinochetista. Condenó las violaciones a los derechos humanos del gobierno de la dictadura, y hasta admitió que debió haber hecho más. También dijo que como presidente va a acelerar los juicios a los represores. Además es progresista en temas sociales y apoya el matrimonio gay.
Pero sus aliados electorales de la UDI son ultraconservadores, sectores duros de la Iglesia Católica como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, y no tienen una posición crítica, todo lo contrario, sobre la dictadura pinochetista.
Ayer, dos tercios de los votantes de Ominami apoyaron a Frei, pero el tercio restante, sumado a la ventaja inicial que llevaba Piñera, alcanzó para frenar una arremetida de Frei en las últimas dos semanas de la campaña, donde el conflicto de interés entre el Piñera empresario y el Piñera político dominó la campaña.
Piñera, un poderoso empresario liberal de familia demócrata cristiana, es propietario de importantes activos de sectores clave de la economía, como el transporte, la minería, la explotación agrícola, los medios electrónicos, editoriales y entretenimiento. En su gobierno deberá tomar decisiones que afecten cada uno de esos mercados, y es difícil imaginarse que postergará al sector empresario para privilegiar otros intereses.
Ha sabido posicionarse entre los sectores medios como una especie de Berlusconi sudamericano, aunque él prefiere compararse con Sarkozy. Promete bajar impuestos, poner más policías en la calle y un pago único de ochenta dólares en marzo para aliviar la situación de los sectores postergados.
Según el analista Patricio Navia, que apoyó a Piñera, éste ganó porque la Concertación dejó de escuchar a la gente. “La coalición despreció la voluntad ciudadana en el proceso de selección de su candidato, e incluso hoy se niega a hacer un mea culpa... Piñera representa a una nueva derecha, que rechaza la dictadura y cree en la igualdad de oportunidades”, escribió Navia en su blog. “Piñera no es un candidato perfecto, pero ha dado más señales de querer escuchar la voz de la gente que su contendor.”
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