Desde Los Angeles

Días después del discurso del Estado de la Unión, en donde se amenazó con “crecientes consecuencias” si Irán continuaba ignorando las preocupaciones internacionales sobre su programa nuclear, la administración Obama reveló silenciosamente planes para incrementar su presencia militar y la venta de armas a sus regímenes amigos en el golfo Pérsico.

Estados Unidos proveerá nuevos sistemas antimisiles a por lo menos cuatro paises árabes, y ayudará a Arabia Saudita a triplicar los 10.000 milicianos que se encuentran actualmente protegiendo sus principales objetivos militares de ataque. Asimismo, la marina norteamericana comenzará a desplegar barcos capaces de interceptar misiles nucleares de medio rango provenientes de la costa iraní en todo momento.

Las noticias sobre los movimientos se deslizaron en una mezcla de entrevistas off the record y sesiones informativas durante el fin de semana, y es probable que alimente la preocupación por una carrera armamentista entre los mutuamente desconfiados países de la región. Los Emiratos Arabes y Arabia Saudita gastaron por lo menos 25 mil millones en armas fabricadas en los Estados Unidos en los últimos dos años.

Esto representa un cambio tangible en la política Obama. En contraste con el ex presidente Bush, el mandatario demócrata apostó hasta ahora por una diplomacia silenciosa que persuadiera al gobierno iraní en retroceder en sus programas nucleares. Sin embargo, sus tempranos intentos de acercamiento hacia Teherán no han dado sus frutos, las negociaciones parecen haber llegado a un punto muerto y los inspectores internacionales esperan aún la autorización para observar las instalaciones de desarrollo nuclear en el país.

Estos hechos aparentemente promovieron la nueva y más dura línea a inaugurarse por la administración demócrata: “Mientras los líderes de Irán continúen ignorando sus obligaciones, no tengan duda de que enfrentarán consecuencias”, afirmó Obama en su discurso del Estado de la Unión la semana pasada.

En un esfuerzo por separarse de quienes los acusan de belicistas, la gestión demócrata está ansiosa por enfatizar que todo el nuevo despliegue militar es de naturaleza puramente defensiva. La misma, aseguran, forma parte de un nuevo proyecto de defensa que será puesto en el Congreso a partir de hoy.

Al delinear algunos de los detalles sobre la nueva política norteamericana, el general David Petraeus, jefe del Comando Central responsable por Medio Oriente, dijo en una conferencia en el Instituto para el Estudio de la Guerra en Washington, que los nuevos sistemas suministrados a la región consistirán de “ocho misiles balísticos Patriot, dos en cada uno de los cuatro países”. Aquellos estados serían Qatar, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos y Bahrein, los cuales se unirán a Arabia Saudita y a Israel en la posesión del nuevo arsenal. Agregando que los Patriots son capaces de disparar a misiles ofensivos de corto alcance, el general Petraeus dijo: “Irán es claramente visto como una seria amenaza por aquellos del otro lado del golfo”. Asimismo, el militar reveló que la marina norteamericana mantendrá el patrullaje de los cruceros Aegis en el golfo a toda hora. Estos barcos están equipados con sistemas de radar diseñados para interceptar misiles de medio rango.

Aceptar la ayuda militar norteamericana puede traerles serios problemas políticos a los países árabes. La Casa Blanca aún no ha oficializado ninguno de estos planes off the record.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.