La policía mató ayer a un manifestante en Adén, en el sur de Yemen. Así, son once los muertos en esa ciudad en una semana de protestas. La muerte del manifestante, y la herida grave de otro, se produjeron cuando la policía lanzó gases lacrimógenos y balas reales para dispersar a cientos de manifestantes que tomaron las calles del barrio de Jeque Osman, pidiendo la dimisión del presidente Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años. La oposición parlamentaria anunció su decisión de unirse al movimiento de protesta, liderado en especial por los estudiantes, mientras que afirmó que no reanudará el diálogo con el poder bajo la amenaza de las armas. En un comunicado difundido ayer, el Foro Común, una alianza de la oposición parlamentaria, llamó a sus miembros a “unirse a los jóvenes que manifiestan contra la represión, la tiranía y la corrupción”. Las manifestaciones, que tienen lugar diariamente en Saná, la capital, y en otras ciudades del país, y que hasta el sábado fueron violentamente reprimidas por partidarios del presidente Saleh, son organizadas por iniciativa de estudiantes y miembros de la ciudadanía. Varios cientos de jóvenes yemenitas se manifestaron ayer ante el campus de la universidad capitalina gritando consignas contra el régimen. El país viene de sufrir un violento enfrentamiento, protagonizado anteayer por opositores y partidarios del régimen, y que dejó varios heridos como saldo. Paralelamente, el presidente Saleh ordenó a las fuerzas de seguridad que protegieran a los periodistas y que les permitieran ejercer libremente su trabajo, informó la agencia oficial Saba. Decenas de periodistas fueron atacados en la última semana en Saná, entre ellos corresponsales de la AFP y de otros medios de información internacionales.