EL MUNDO › MARINE LE PEN SUBE EN LOS SONDEOS CON SU DISCURSO XENóFOBO

Los ultras ganan impulso

La ola migratoria que se desató en el Mediterráneo con las revueltas árabes dio argumento –y nuevos bríos– a la extrema derecha francesa y de otros países europeos. El Frente Nacional suma en su base electoral a los obreros.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Las dunas del poder están al alcance de la extrema derecha francesa. Inexorablemente, el partido Frente Nacional fundado por Jean Marie Le Pen se acerca a su apogeo. Con un sólido respaldo popular que abarca los sectores populares más insólitos, la ultraderecha está a punto de reiterar la hazaña que protagonizó en las elecciones presidenciales de 2002, cuando Jean Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta de la consulta tras desplazar al candidato del Partido Socialista, el entonces primer ministro Lionel Jospin. La situación apunta a repetirse con dos diferencias: el Frente Nacional está hoy a cargo de la hija de Le Pen, Marine Le Pen, y quien podría quedarse varado en la primera vuelta no es un socialista, sino el actual presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Con índices de popularidad de casi 30 por ciento y con 23 por ciento de intenciones de voto, Marine Le Pen se instaló en las trincheras avanzadas. La ola migratoria que se desató en el Mediterráneo con las revoluciones árabes –Túnez, Egipto, Siria, Libia, Yemen– le dio a la extrema derecha un impulso renovado. Aunque con menos fuerza, el fenómeno se repite en varios países de Europa, donde la extrema derecha vive su mejor momento: Italia, Suecia, Austria, Dinamarca, Eslovaquia, Letonia, Bulgaria, Bélgica, Holanda o Finlandia, los ultras se meten en la conciencias de los electores con el mismo discurso frente a una sociedad que padece los mismos síntomas: la desmemoria, la xenofobia, el rechazo al Islam, a la inmigración y, por sobre todas las cosas, el miedo.

Marine Le Pen es un fenómeno político entero. El semanario Times la eligió ente las cien personalidades más influyentes del año (está en el puesto 71). Al mismo tiempo, los sondeos de opinión confirman semana tras semana su preeminencia electoral frente a una derecha clásica que compite con los ultras por el voto antiinmigración en una dinámica que, ineluctablemente, beneficia a la hija de Le Pen. Una encuesta de opinión que aparece este martes en el semanario Paris Match testimonia las transformaciones extravagantes del electorado francés: 36 por ciento de la clase obrera votaría por ella en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2012. Marine Le Pen está por delante del hipotético candidato socialista, el actual director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, 17 por ciento, y del jefe del Estado, Nicolas Sarkozy, 15 por ciento. Los porcentajes de este sondeo muestran que las preferencias se dieron vuelta en relación con la elección presidencial de 2007. En ese entonces, Nicolas Sarkozy obtuvo 26 por ciento de los votos de la clase obrera frente al 25 por ciento de la candidata socialista, Ségolène Royal, y al 16 por ciento de Jean Marie Le Pen. En cuatro años de poder marcados por una legitimación alucinante del discurso de la extrema derecha, Sarkozy perdió el apoyo de los obreros y alejó a los electores de la ultraderecha que habían votado por él. La advertencia se extiende también a los socialistas. El PS era un receptáculo histórico del voto obrero. Ahora, esa categoría socioprofesional opta por una corriente ajena a los valores republicanos e igualitarios que hicieron lo que Francia es.

El codirector de la encuestadora Ipsos, Jean-Marc Lech, explicó al diario Le Journal du Dimanche que el voto a favor del Frente Nacional ya no se explica únicamente “por la desindustrialización del país en el Este”. Lech acota que Marine Le Pen sigue la misma estrategia que alguna vez hizo del Partido Comunista francés un actor decisivo: “Integrar a través del voto a los excluidos. Y lo hace mejor que su padre, porque ella es más social”. La fórmula padre-hija ha funcionado a la perfección: Jean Marie Le Pen instaló los valores de la extrema derecha en el sistema político francés. Marine Le Pen podría llevar al partido a una forma inédita de poder. La hija de Le Pen asumió las riendas del Frente Nacional en enero pasado. Ya antes era una personalidad presente en todos los medios con estrategia clara: desdiabolizar a la ultraderecha y alejarse de las provocaciones racistas de su padre. La semana pasada y en contra de las opiniones de su padre y de buena parte del partido, Marine Le Pen decidió excluir del partido a un consejero regional del FN que apareció en una foto haciendo el saludo nazi.

Marine Le Pen y la extrema derecha ganaron tantos espacios que es imposible no ver alternativas de poder seguras. La líder del FN ha desencadenado incluso una suerte de histeria de patoteros con un montón de mensajeros catódicos disimulados en las buenas costumbres que cada día destilan en la televisión improperios aberrantes contra los extranjeros y hacen más frecuentables, o sea legítimas, las tesis de la extrema derecha. Robert Ménard, ex director de la ONG Reporteros sin Fronteras, RSF, se apresta a publicar un panfleto llamado “Vive Le Pen”, en el cual denuncia el “proceso de brujos que se le hace a la ultraderecha. Ménard supo ser un trotskista y ahora se convirtió en un lustrabotas de la ultraderecha francesa. Marine Le Pen y sus enunciados están de moda. En la Francia de hoy el combate contra el otro, es decir, el extranjero, es global. Ya no se trata más ni del Islam ni siquiera de la inmigración ilegal. El último hallazgo del Ejecutivo fue poner en marcha la lucha contra la “inmigración legal”. Pero ello no beneficia a la derecha tradicional. Los sondeos de opinión marcan una tendencia hasta ahora inamovible. Una encuesta de la consultora Harris Interactive revela que, sea cual fuere el candidato socialista en las elecciones de 2012, Sarkozy sería derrotado en la primera vuelta por Marine Le Pen. De tanto jugar con el fuego de los ultras, la democracia francesa corre hacia su propio incendio.

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Marine Le Pen le ganaría al presidente Sarkozy en la primera vuelta.
Imagen: EFE
 
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