EL MUNDO
Bush y Blair, o cómo vestir a la conquista con ropa de liberación
En su tercera cumbre en un mes, el premier británico le pidió al presidente norteamericano que la ONU participe en toda la constitución del nuevo gobierno iraquí, como en Afganistán.
Por Walter Oppenheimer*
Desde Londres
Con una cena en el castillo de Hillsborough, al sur de Belfast, el presidente de Estados Unidos y el primer ministro británico abrieron ayer su tercera cumbre en menos de un mes. George Bush y Tony Blair, que desayunarán hoy juntos antes de reunirse con el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, y los tres grandes partidos del proceso de paz en Irlanda del Norte, ultiman en esta nueva reunión cara a cara el papel que deberá jugar Naciones Unidas en el futuro de Irak. Un papel seguramente lo bastante amplio como para complacer a Blair y lo bastante honorario como para no intranquilizar a los halcones de la administración Bush. Blair desmintió que haya habido diferencias con Bush al respecto.
Bush, que se dio un pequeño baño de masas a su llegada al aeropuerto de Belfast besando a todos los bebés que se le pusieron en el camino, escuchó anoche los alegatos de su amigo Blair a favor de presentar una resolución en el Consejo de Seguridad que avale el diseño de transición ya elaborado por Washington. En una primera e inmediata fase los militares de la coalición se harían cargo de la situación sobre el terreno, en una segunda fase se formaría una administración interina que representaría el abanico multiétnico iraquí pero bajo control de Estados Unidos y por fin, en la tercera fase, un primer gobierno iraquí provisional.
El primer ministro británico, obsesionado por dar a la invasión de Irak un tinte multilateral que convierta la conquista en liberación, intentó anoche convencer al presidente Bush de que el Consejo de Seguridad avale con una resolución la administración interina de la segunda fase y que el futuro gobierno iraquí emane de una conferencia organizada por Naciones Unidas, en la línea con la que alumbró el gobierno provisional afgano que aún está en el poder en Kabul. No parece que el presidente norteamericano tenga demasiados inconvenientes en otorgar a la ONU la posibilidad de ratificar con su aval el diseño norteamericano, aunque es fácil que deje en manos del organismo multilateral la formación del futuro gobierno iraquí.
Ambos gobiernos lanzaron ayer señales de que los desacuerdos entre presidente y primer ministro son mínimos, aunque desde Washington ese mensaje se acompañaba con la advertencia de que Estados Unidos no hará nada que signifique perder poder real frente a Naciones Unidas en el diseño del futuro de Irak.
En el desayuno de hoy, ambos mandatarios estudiarán los informes de inteligencia llegados desde Irak, que quizá les permitan constatar públicamente por primera vez desde que empezó la guerra el descubrimiento de un arsenal de armas químicas. El nuevo plan de paz para Medio Oriente es el segundo punto fuerte de la reunión, aunque no se esperan movimientos públicos significativos. George W. Bush y Tony Blair se comprometieron a publicar ese plan de ruta cuando fuera nombrado el nuevo primer ministro palestino. Luego la publicación se aplazó hasta que formara su primer gobierno, probablemente esta misma semana.
Otro plan de paz, el de Irlanda del Norte, cierra la agenda de la minicumbre, a la que hoy se sumarán el primer ministro de Irlanda, Bertie Ahern, y los líderes de los tres grandes partidos de la paz: el unionista moderado David Trimble, el nacionalista Mark Durkan y el republicano Gerry Adams. Será la primera vez que Bush se implique personalmente con el plan de paz en un gesto que no pasará de su apoyo genérico a los esfuerzos por resolver por la vía pacífica y para siempre este legendario conflicto. Un ejemplo, quizá, para israelíes y palestinos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.