EL MUNDO
El presidente que no es presidente, el gobernador que no es gobernador
Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí, y que desmiente ambiciones presidenciales, se instaló ostentosamente ayer en el coto de caza de un hijo de Saddam Hussein, mientras Muhsin Al-Zubaidi causaba confusiones respecto a su papel (o no) como gobernador de Bagdad.
Por Eduardo Febbro
Los hombres cambian pero los lugares son los mismos. Ahmed Chalabi, el enemigo más poderoso de Saddam Hussein y uno de los principales líderes de los movimientos de oposición, llegó de Europa a Bagdad para instalarse en las dependencias del Club de Caza propiedad de uno de los hijos de Saddam Hussein. Protegido por un ejército privado de hombres armados hasta los dientes, Chalabi y sus hombres precedieron a la “limpieza” del lugar arrancando los afiches del ex presiente iraquí que lo mostraban con ropa de cazador y un fusil en la mano. En lugar de esas imágenes los partidarios del dirigente colocaron retratos suyos en la puerta del Club.
Chalabi dirige el CNI, Congreso Nacional iraquí, y llegó el miércoles por la noche procedente de Nasiriya, sur del país, donde participó en la reunión de casi todos los movimientos de oposición al esfumado régimen de Saddam Hussein. Exiliado en Londres desde los anos ‘60, Chalabi, de origen chiíta, posee una fortuna colosal y aparece hoy como uno de los personajes más sólidos del engranaje preparado por la administración Bush para dotar a Irak de una estructura política prefabricada. Según explicó un miembro del CNI, Hamin Dizaye, el Club de Caza donde el hijo de Saddam, Udai, jugaba con armas de fuego y organizaba fiestas, serviría de sede del centro administrativo de la organización que aspira a restaurar el orden en la capital iraquí. “Nuestra prioridad consiste en normalizar la vida aquí, poner en funcionamiento los servicios públicos y asentar la seguridad”. Esas son nuestras prioridades, señaló Dizaye.
La misma fuente aseguró que miles de iraquíes habían venido a proponer sus servicios desde la llegada de Ahmed Chalabi. Sin embargo, la afirmación no pudo ser corroborada en la misma magnitud. Sólo un puñado de personas llegó ayer a los alrededores del Club. Mujeres muy arregladas y un coronel retirado de 71 años, Fauzi Hussein, hablaron con la prensa para manifestar su pleno apoyo a la política norteamericana y al papel que puede desempeñar el líder opositor. El coronel declaró que había venido porque “Norteamérica representa la libertad para el mundo entero”. El miércoles pasado, Nabil al-Mussaoi, uno de los colaboradores más próximos de Chalabi, afirmó que este venía a Bagdad a fin de “poner término al caos que reina desde la caída de Saddam Hussein”. Criticado dentro de Irak a raíz de su larga ausencia, Chalabi precisó hace unos días que no quería ser presidente ni asumir responsabilidades en el gobierno.
Sin embargo, es imposible no constatar que la llegada de Chalabi provocó cierto desorden en el por ahora balcuceante panorama político de Irak. Anteayer, en medio de un caos indescriptible, el opositor Mohammed Muhsin Al-Zubaidi asumió la función de intendente de Bagdad. Reunido en una mesa con decenas de jefes tribales y religiosos vestidos con ropas tradicionales, en medio de aplausos y discursos encendidos, Mohammed Muhsin Al-Zubaidi fue elegido gobernador de la capital por un grupo de notables locales. La ceremonia oficial, calificada de histórica y de primer paso hacia la normalización, concluyó con un claro mensaje político dirigido a la población como una forma de presentarle una opción “nacional”, local, en momentos en que los habitantes de Bagdad manifiestan cada día con más fuerza su repudio a la presencia norteamericana y a la falta de autoridad política. Sin embargo, el mismo día en que Mohammed Muhsin Al-Zubaidi fue electo, el gobernador dio marcha atrás rectificandoel alcance de sus funciones. Según declaró el mismo Muhsin Al-Zubaidi, no es gobernador de la capital sino “presidente de un comité encargado de devolverle la normalidad a la capital iraquí”.
Varios comentaristas locales señalaban que existe una pugna muy fuerte por el control del país y, sobre todo, en torno a Bagdad. La repentina presencia en Bagdad de Chalabi coincide con la formación del gobierno capitalino y con su posterior “transformación” en “comité”. El CNI que dirige Chalabi tiene poco crédito dentro de Irak pero cuenta con los favores y los fondos de Washington. Los partidos opositores, incluso los del exilio, califican al CNI de “oposición fantasma” al CNI. Las distancias entre el CNI y las otras formaciones son enormes. Mientras en diciembre pasado el Congreso Nacional Iraquí se reunía en Londres bajo la atenta mirada de Washington, la ANI, Alianza Nacional Iraquí, lo hacia en París para mostrar sus diferencias.
La ANI condenó desde el principio los métodos empleados por Washington para derrocar a Saddam Hussein. En cambio, el CNI de Chalabi alentó la intervención militar y se propuso como una de las plataformas políticas para gobernar el país. Resulta por demás paradójico que los hombres de Chalabi hayan elegido instalarse en una de las dependencias que antes usaba el régimen de Saddam y no marcar el retorno de un hombre que pretende “restaurar” Irak empezando desde cero, sin lazo alguno con los emblemas del pasado.