Jueves, 14 de junio de 2012 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Ariel Goldstein *
El éxito inigualable de Lula al frente de la presidencia de Brasil (2003-2010) ha generado en varios de los mandatarios y candidatos a la presidencia en nuestra región un marcado interés en asociar, en distintas coyunturas, sus promesas y programas políticos a lo realizado por el popular líder nordestino. Sin embargo, aquello que ha sonado coherente en boca de distintos mandatarios como Mujica en Uruguay y Ollanta Humala en Perú –y, excediendo las fronteras latinoamericanas, del mismo Obama, quien ha dicho sobre Lula: “Este es el hombre”— resulta extraño en boca de Henrique Capriles Radonski, el candidato de la oposición venezolana por la Mesa de Unidad Democrática. Tanto es así que el líder opositor, que ha identificado su modelo de desarrollo con aquel implementado por Lula Da Silva en Brasil, ha recibido enérgicas respuestas de los dirigentes del Partido de los Trabajadores. Mientras que el presidente del partido, Rui Falcao, ha ratificado el “total apoyo” a la reelección de Chávez, Valter Pomar, secretario de Relaciones Internacionales del partido, señaló que “la derecha tiene mucha dificultad de presentarse con sus consignas y busca metamorfosearse, mimetizarse y presentarse con un discurso distinto. Si no hace esto no tiene la menor posibilidad electoral y política. En muchos países empezó a pasar esta cosa curiosa de que un candidato de derecha diga que él quiere hacer aquí (en su país) lo que la izquierda está haciendo en otro país (...) Si me preguntas si el PT tiene opinión sobre lo que es mejor para América latina y el Caribe, yo no tengo dudas: que venza Chávez”.
En el contexto de una sociedad venezolana que ha girado a la izquierda desde el acceso al poder de Chávez en 1998, Capriles apela a una asociación con la figura de Lula para construir una imagen propia “progresista y moderada”, señalando a Chávez como quien encarnaría un “populismo radical” caótico y desordenado, haciéndose eco de una falsa dicotomía entre las “dos izquierdas”, una mala y otra buena, establecida por los medios de prensa dominantes en la región.
La transformación en la vida de los sectores populares de Venezuela, así como el papel fundamental que ha cumplido el chavismo en el proceso de integración latinoamericana, no parecen facilitar esta oportunista jugada de asimilación entre Capriles y Lula. Restan legitimidad a esta operación del candidato opositor no sólo las oportunas declaraciones del PT, sino las recientes declaraciones del propio Capriles, que en el contexto de la enfermedad que padece Chávez señaló que Venezuela elegiría este 7 de octubre entre “la vida y la muerte”, y estas últimas recuerdan mucho más a la derecha brasileña antilulista que al popular líder brasileño y su partido.
* Sociólogo (UBA). Becario Conicet en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Iealc).
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