El príncipe heredero de Arabia Saudíta, Naif Bin Abdelaziz, fue enterrado ayer en La Meca, en presencia de cientos de miembros de la familia real, religiosos y dignatarios extranjeros, a la espera de que se anuncie el nombramiento de un nuevo sucesor para el rey Abdullah. Entre los presentes en la ciudad sagrada, prohibida para los no musulmanes, estaban el jefe de Consejo Militar Supremo de Egipto, el mariscal de campo Mohammed Hussein Tantawi, el presidente palestino, Mahmud Abbas, y el primer ministro paquistaní, Yousaf Raza Gilani.

El cadáver de Naif, cuya muerte a los 78 años fue comunicada oficialmente el sábado, fue llevado en un ataúd abierto a la Gran Mezquita de La Meca, donde tuvo lugar una ceremonia fúnebre en presencia de los invitados de honor. Posteriormente, fue sepultado en un arca siguiendo los ritos fúnebres del islam wahabi, religión oficial saudí. Naif, medio hermano del rey Abdullah –y quien fuera ministro del Interior del país desde hace casi cuatro décadas–, estaba enfermo y había pasado largas permanencias en el extranjero para someterse a varios tratamientos. Su muerte se produjo en un hospital de Ginebra, después de haber sido nombrado príncipe heredero en octubre pasado tras la muerte de su hermano, el príncipe Sultan.

Se estima que el rey Abdullah de 87 años también tiene problemas de salud. Es probable que designe a su medio hermano, el príncipe Salman, como nuevo sucesor. Salman, de 76 años, es ministro de Defensa y gobernador de Riad.