En medio de la fuerte presión de sus inversores, España e Italia decidieron prohibir la especulación con posiciones a corto plazo, mientras mantienen una pulseada con el Banco Central Europeo (BCE) para que intervenga comprando deuda soberana. Tras la aprobación del paquete de 100.000 millones de euros en ayudas europeas para la banca española, los mercados redoblaron su presión sobre la deuda pública española, que ayer marcó un nuevo record histórico al alcanzar los 642 puntos, cerrando nueve puntos por debajo de esa cifra, nivel que de todos modos empuja a la Península Ibérica hacia el rescate total. Las dudas de los inversores, que se incrementaron el viernes después de que se conociera el pedido de rescate de la Comunidad Valenciana al Estado español (ayer se sumó Murcia y circulan rumores de que otras regiones seguirán por ese camino), se vieron alimentadas también por la persistente negativa del BCE a comprar deuda de España e Italia. Ambos países son los miembros de la Zona Euro con mayores problemas y cuya intervención sería difícil de asumir por los socios europeos.

Las dudas sobre el futuro financiero de España y las especulaciones sobre un eventual default en Grecia impactaron de lleno en los mercados del mundo. Por eso, las bolsas europeas cayeron con fuerza. Los temores en el Viejo Continente desembocaron en un rojo del 2,30 por ciento en el índice FTSEurofirst, mientras que la divisa comunitaria llegó a alcanzar un mínimo de 1,2071 dólar, su menor registro desde el 9 de junio de 2010. En Estados Unidos, el índice industrial Dow Jones perdió 0,79 por ciento y el Nasdaq de las compañías tecnológicas cedió 1,20, mientras que en Brasil el Bovespa de San Pablo terminó 2,13 abajo. En la Bolsa porteña el índice Merval, representativo de la evolución que tuvieron los precios de las acciones líderes –doce de ellas reúnen el 80 por ciento de los negocios– finalizó en 2436,79 puntos, acortando la ventaja del mes al 3,84.

Ante el acoso de los mercados, las autoridades bursátiles españolas e italianas decidieron vetar las operaciones especulativas a corto plazo, en las que están involucrados los fondos de alto riesgo o hedge funds. No es la primera vez que se toma una decisión de este tipo en la Zona Euro, ya que en agosto del año pasado, el temor al contagio de la crisis de deuda a España e Italia llevó a que los órganos reguladores de estos dos países, además de Francia, Grecia y Bélgica, adoptaran la misma decisión, aunque sólo para valores financieros. Las operaciones a corto plazo constituyen un circuito que se inicia con el préstamo de acciones que son vendidas con la esperanza de que su precio caiga y poco después compradas a precio más barato, para ser devueltas a su dueño tras la obtención de una plusvalía.

A pesar de que se frenó el derrumbe de la bolsa española, la medida bursátil no evitó que el riesgo país se mantuviera en niveles máximos, por encima de los 640 puntos, luego de iniciar la jornada en los 612 puntos, con un rendimiento del 7,5 por ciento. Otro dato importante es que también se incrementó la rentabilidad a corto plazo: el bono a cinco años escaló al 7,5 por ciento, a tres años llega al 7,3 por ciento y a dos años se sitúa en el 6,8 por ciento. El interés exigido a España en el bono a diez años se mantiene así por encima del 7 por ciento, límite a partir del cual fueron intervenidas las economías de Grecia, Irlanda y Portugal.

La situación del lunes negro provocó que el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, pidiera una reunión de urgencia con su homólogo español, Luis de Guindos. Según el diario británico The Guardian, se teme que ese encuentro sea el preludio para que España solicite un rescate de 300.000 millones de euros. Según el diario Público de España, el periódico no cita las fuentes de las que obtuvo la cifra. La noticia es importante porque llega el mismo día en que el propio Schäuble dijera en una entrevista a Bild que “España no será la nueva Grecia”. Los analistas coinciden en que los rescates aplicados a Portugal, Irlanda y la propia Grecia no serían nada en comparación con lo que necesitaría el gobierno español.

A pesar de que se encendieron todas las alarmas, el ministro de Economía español, Luis de Guindos, descartó, antes de intervenir en el Congreso de los Diputados, que España tenga que pedir un rescate total. “El planteamiento de los mercados es irracional, de extremo nerviosismo y no puede ser abordado por los gobiernos europeos”, dijo De Guindos, apelando a la intervención del BCE. Antes de conocerse la situación crítica de varias comunidades autónomas, el Ejecutivo de Rajoy hizo públicas nuevas previsiones macroeconómicas que confirman una profundización de la recesión, que continuará en 2013, con una caída del PIB del 0,5 por ciento, y un incremento del desempleo hasta el 24,6 por ciento de la población activa.

El presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, insistió en la idea de que la entidad reguladora no tiene como función resolver los problemas financieros de los Estados, sino asegurar la estabilidad de los precios y contribuir a la estabilidad del sistema financiero, según una entrevista publicada este fin de semana en el diario francés Le Monde y el diario español El País. De Guindos viajará hoy a Frankfurt para reunirse con el ministro de Finanzas alemán y el propio Rajoy se verá con Monti el 2 de agosto.