Lunes, 25 de marzo de 2013 | Hoy
EL MUNDO › ANTE 250 MIL PERSONAS, EL PAPA FRANCISCO HIZO UNA ESPECIAL MENCIóN A LOS JóVENES
En la homilía, el Papa recordó las “heridas de la humanidad” como “las guerras, la violencia y los conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles”. Y pidió no creer en la idea de que “no se puede hacer nada contra la corrupción y la injusticia”.
Por Elena Llorente
Desde Roma
@Más de doscientas cincuenta mil personas, según el Vaticano, asistieron ayer en la Plaza San Pedro y las calles aledañas a la misa del Domingo de Ramos, con la que el papa Francisco dio comienzo a las celebraciones de Semana Santa. Fue un acto multitudinario, pocas veces visto en los últimos años, y el segundo después de su misa de inicio del pontificado, el martes pasado. En la homilía, el Papa recordó las “heridas de la humanidad” como “las guerras, la violencia, los conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, de poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y la Creación” y pidió no creer en la idea de que “no se puede hacer nada contra la violencia, la corrupción, la injusticia, contra los pecados. Jamás hemos de acostumbrarnos al mal”, subrayó. “Aprendamos a mirar hacia lo alto, hacia Dios. Pero también hacia abajo, hacia los demás, hacia los últimos”, añadió más adelante.
Los fieles fueron llegando desde muy temprano hasta ocupar toda la plaza y la Via de la Conciliazione –una amplia calle que va desde el río Tíber hasta San Pedro– enarbolando pancartas y banderas argentinas pero también de Chile, Brasil, Colombia, España y muchos otros países. La ceremonia comenzó con una pequeña procesión de cardenales, obispos y fieles que llevaban grandes hojas de palmera en la mano para recordar el ingreso de Jesús a Jerusalén. El papa Francisco había llegado en el jeep descapotado hasta la base del obelisco situado en el centro de la plaza y desde allí caminó, con una palma en la mano y seguido de obispos y cardenales, hasta el altar colocado en la escaleras de ingreso a la basílica de San Pedro.
La plaza de San Pedro había sido especialmente decorada con flores y plantas, pero sobre todo con varios olivos. Este año, el diseño que rodeaba el altar quería representar a los cinco continentes dibujados con tierras de distintos colores. El Pontífice dedicó una parte de su homilía a los jóvenes, a quienes pidió prepararse espiritualmente para la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Río de Janeiro. “Aguardo con alegría el próximo mes de julio en Río de Janeiro. Les doy cita en aquella gran ciudad de Brasil. Prepárense bien, sobre todo espiritualmente en sus comunidades, para que este encuentro sea un signo de fe para el mundo entero”, leyó en el texto de su homilía. Y luego agregó improvisando: “Los jóvenes deben decirle al mundo que es bueno seguir a Jesús, es bueno salir de sí mismos, es bueno salir hacia la periferia del mundo para seguir a Jesús”. El papa Francisco habló con énfasis, moviendo las manos y haciendo gestos, como buen ítalo-argentino, y muy diferente en ese sentido de Benedicto XVI. Y esa actitud simple, siempre sonriente, gusta a mucha gente, por lo que se pudo apreciar en la plaza. Francisco no tuvo problemas en salirse del texto escrito que tenía ante sí. Y así les dijo a los fieles que “un cristiano no puede estar jamás triste” y a los jóvenes: “Por favor, no se dejen robar la esperanza. El diablo está siempre al acecho para entrometerse en los momentos de desaliento”.
El papa Francisco subió luego a su papamóvil e hizo un largo recorrido por la plaza, saludando de pie como estaba, e inclinándose a veces hasta tocar a algunos de los fieles con su mano extendida, particularmente si eran niños. Y, siempre sonriendo, no dejó de besar unos cuantos bebés que le alcanzaron los hombres del servicio de seguridad y hasta intercambió algunas palabras con los padres de los pequeños que estaban detrás de las barreras de contención colocadas en la plaza. También saludó a varios minusválidos e incluso, en un momento, pidió al conductor del papamóvil que se detuviera y se bajó para abrazar a un grupo de personas, tal vez argentinos, que allí se encontraban. La gente mientras tanto agitaba sus banderas y gritaba: “ ¡Viva el Papa, Viva el Papa!”, “¡Francesco, Francesco!”
Las ceremonias de la Semana Santa continuarán el jueves, con la Misa del Crisma, a las 9.30 horas locales en la basílica de San Pedro, y por la tarde con la celebración del “lavado de pies”, que normalmente se hacía en la basílica de San Juan de Letrán. Pero esta vez, el papa Francisco quiso hacerlo en la cárcel de menores de Casal del Marmo, en las afueras de Roma, donde lavará los pies de varios jóvenes detenidos.
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