EL MUNDO

El día que la amenaza iraquí pasó a ser (por escrito) “inminente”

Ante las críticas al gobierno británico de haber “exagerado” sobre las armas de Irak, el canciller Jack Straw reconoció ayer ante la comisión parlamentaria de Relaciones Exteriores que hubo “errores” en el primer dossier y diferencias semánticas en el segundo.

 Por Marcelo Justo

El gobierno de Tony Blair transpiró ayer en el banquillo de los acusados. Inseguro, nervioso, impreciso, el canciller Jack Straw se convirtió en el primer miembro del gabinete laborista en comparecer ante la comisión parlamentaria de Relaciones Exteriores que investiga si el gobierno distorsionó la información sobre las elusivas armas de destrucción masiva en Irak. Lejos de sus mejores performances ante la Cámara de los Comunes durante el largo período que precedió a la guerra contra Saddam Hussein, Straw se vio obligado a reconocer ante la comisión que hubo “embarazosos errores” en el dossier que el gobierno divulgó el pasado febrero sobre la amenaza iraquí a la seguridad nacional y del mundo.
El llamado “dossier dudoso” fue dado a conocer cuando comenzaba a alejarse la posibilidad de una segunda resolución sobre Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU y el gobierno británico necesitaba por todos los medios convencer a una escéptica opinión pública sobre el peligro que constituía Hussein para Gran Bretaña. Unos días después de que se divulgara el dossier y que el secretario de Estado de Estados Unidos Colin Powell lo citara como prueba en el debate ante el Consejo de Seguridad, la prensa británica reveló que era, en su mayor parte, una copia punto por punto, errores de ortografía incluidos, de una tesis de posgrado publicada por un universitario estadounidense hacía 12 años, poco después de la primera Guerra del Golfo.
Arrinconado por las preguntas de la comisión parlamentaria, presidida por Donald Anderson, diputado del gobernante Partido Laborista, Straw señaló que el error había sido “bochornoso” para el gobierno y que había “lecciones que aprender” de la experiencia. El canciller fue más allá y sugirió que el dossier no era tal sino un comunicado de prensa. En otras palabras, que la responsabilidad era de los medios y de la moderna exigencia de proporcionar información las 24 horas del día. Fue uno de los momentos menos convincentes de su exposición.
El canciller defendió a capa y espada el otro dossier de inteligencia, dado a conocer el pasado septiembre. Straw indicó que ese texto había seguido los procedimientos de rigor y había contado con el visto bueno del Comité Conjunto de Inteligencia que coordina la información de los servicios de inteligencia británicos. Cuando la comisión parlamentaria le recordó que en ese dossier se decía que Irak contaba con armas de destrucción masiva que le permitían realizar un ataque devastador con sólo 45 minutos de antelación, el ministro intentó minimizar la frase. “En ningún momento el gobierno dijo que el ataque que podía realizar Irak era inminente o inmediato. Dijimos que era una amenaza seria”, señaló Straw.
Los 45 minutos del primer dossier se han convertido en una pesadilla para el gobierno. El rumor que corre en los pasillos de la Cámara de los Comunes es que la frase fue agregada a último momento para “hacer más atractivo” el dossier con una frase de indudable impacto mediático. La sospecha se basa en que en ningún momento el gobierno de George W. Bush contó con esa información cuando ambos países eran estrechísimos aliados y un 60 por ciento de la inteligencia británica proviene de Estados Unidos. El dedo acusador apunta a un hombre con fama de monje negro, el director de comunicación de Blair, Alastair Campbell, que hoy deberá comparecer ante la comisión.

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Jack Straw se refirió ayer a los textos con los que el gobierno justificó la guerra en Irak.
 
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