El reformista moderado Hasan Rohani se convirtió ayer en el nuevo presidente de Irán. El clérigo venció en las elecciones presidenciales con el 50,68 por ciento de los votos (18,6 millones), anunció el ministro del Interior, Mohammad Mostafa Najar. Para ser proclamado presidente, Rohani necesitaba obtener el 50 por ciento más uno de los votos. Aunque no hay datos oficiales de participación, la televisión oficial iraní en inglés, PressTV, señaló que en las presidenciales de ayer votó alrededor del 80 por ciento de los 50,5 millones de electores convocados, lo que supone unos 40 millones. El conservador, Mohamed Qalibaf, alcalde de Teherán, quedó en el segundo lugar con el 16,54 por ciento de los votos (algo más de 6 millones), muy lejos del ganador. Otros dos ultraconservadores cercanos al líder supremo Ali Jamenei, Said Jalili, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y principal negociador nuclear de Irán, con 3.665.234 de votos, y el secretario del Consejo del Discernimiento y ex comandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución, Mohsen Rezaei, con 3.593.507, quedaron tercero y cuarto, respectivamente.

“Es el triunfo de la sabiduría, la moderación, el desarrollo, la conciencia, el compromiso y la religión sobre el extremismo y la rabia”, expresó Rohani en un mensaje televisado, apenas se conocieron los resultados. Rohani agradeció al líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, y a los dirigentes religiosos del régimen teocrático su papel en el sistema, e hizo especial referencia al apoyo de los ex presidentes reformistas moderados Akbar Hashemi Rafsanyani y Mohamad Jatami al movimiento que lo ha llevado a la presidencia. En su mensaje, tendió la mano a todos los sectores y les pidió colaboración para su labor de gobierno, al tiempo que aseguró que cumpliría sus promesas.

Durante la campaña, el ahora presidente electo de Irán hizo llamamientos a rehabilitar las relaciones exteriores de Irán y sugirió la promulgación de una carta de derechos civiles. Muy cercano a Rafsanjani, encabezó el Consejo de Seguridad Nacional durante su mandato. Jatami lo mantuvo en ese puesto y en calidad de tal se convirtió en el primer jefe negociador nuclear en 2003, al año siguiente de que se descubriera el programa atómico secreto de Irán. Bajo su dirección, las conversaciones nucleares con el Reino Unido, Francia y Alemania llevaron a que Teherán aceptara una suspensión voluntaria del enriquecimiento de uranio que se prolongó hasta la llegada a la presidencia de Ahmadinejad en 2005.

Rohani, apoyado por Rafsanyani y Jatami, ha vencido de forma inesperada al superar en las urnas a cuatro candidatos ultraconservadores principalistas islámicos, considerados los favoritos del régimen, y un tecnócrata, que quedó en sexto y último lugar. El éxito inesperado de Rohani puede explicarse por su capacidad de movilizar a buena parte de los reformistas desencantados y el electorado ajeno al régimen islámico, reacios a votar tras las presidenciales de 2009, en las que venció Ahmadinejad, cuando las denuncias de fraude y las protestas fueron sangrientamente reprimidas.

Por su parte, el líder supremo afirmó que Rohani era el presidente de todo el pueblo. En un comunicado tras darse a conocer los resultados de los comicios presidenciales, Jamenei agradeció al pueblo iraní su participación. “Las elecciones del viernes han sido un examen que ha mostrado una cara llena de esperanza del Irán islámico a amigos y enemigos”, aseguró el líder supremo, cuyos candidatos más próximos han sido derrotados por Rohani. A pesar de ser considerado un pragmático cercano a Rafsanyani, también ha gozado de una buena relación con Jamenei, con el que ha colaborado desde la época de la guerra con Irak, de 1980 a 1988.

Para que su victoria sea oficial, aún tiene que ser confirmada por el Consejo de Guardianes, el órgano religioso que supervisa la vida política del país, aunque su principal rival Mohamad Bagher Qalibaf, el alcalde de Teherán, que ha quedado segundo, ya lo ha felicitado y reconocido su triunfo. “Ahora que se abre una nueva página en la historia honorable de este país, quiero felicitar al nuevo presidente elegido por el pueblo iraní y le deseo éxito, mientras pido a Dios que le otorgue triunfos”, dijo Qalibaf en un mensaje al pueblo y a Rohani. Nada más conocerse la victoria de Rohani, numerosas personas se echaron a las calles en Teherán para celebrarlo, haciendo sonar las bocinas de sus vehículos, que se oían por toda la ciudad. Sin embargo, el Ministerio del Interior y la propia oficina de Rohani advirtieron que las celebraciones callejeras están prohibidas, por lo que pidieron moderación a sus seguidores para evitar incidentes, que no se han producido en la campaña electoral ni en la jornada de votaciones de ayer.

Para que Rohani llegara a ser candidato de consenso de los reformistas, se retiró de la campaña el ex vicepresidente primero Mohamad Reza Aref, que pertenece al ala reformista de Jatami, con el objetivo de aumentar las posibilidades frente a los ultraconservadores. “Lo felicito por el honor que ha recibido al obtener la confianza de la gente como presidente”, expresó. También Ahmadinejad felicitó a Rohani en una carta en la que manifestó que espera que su victoria pueda servir para que se establezca la justicia y se amplíe el desarrollo del país. Durante la campaña, Rohani insistió en que el problema del aislamiento internacional fue Ahmadinejad y su falta de diplomacia, aun cuando es de público conocimiento que es el ayatolá, el máximo poder del Estado iraní, el que decide sobre la política nuclear nacional.