Viernes, 25 de octubre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › SEGUN THE GUARDIAN, LOS SERVICIOS SECRETOS INTERCEPTARON TELEFONOS DE DECENAS DE DIRIGENTES POLITICOS
Frente a Washington, los europeos rara vez se muestran en bloque, y en el caso específico del megaespionaje hay dos razones: los temas ligados a la inteligencia dependen de competencias nacionales y la vigilancia es una práctica común de la UE.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Si quieren conservar sus secretos, los líderes europeos reunidos en Bruselas tendrán que comunicarse con señales de humo. El Consejo europeo previsto a partir de este 24 de octubre tenía que ser de “rutina”. La cumbre estaba de hecho consagrada a un tema premonitorio: la economía numérica. Pero el espionaje masivo e indiscriminado de Estados Unidos cambió el perfil del evento, sobre todo después de las últimas revelaciones: el espionaje de que fue objeto Francia con más de 70 millones de comunicaciones interceptadas en apenas un mes y la intercepción probable del celular de la canciller alemana Angela Merkel. Los rezagos de la Guerra Fría le pusieron un caluroso condimento a esta cumbre en la que se verá si, después de haber volado bajito cuando salieron las primeras revelaciones del ex agente de la CIA y la NSA norteamericana Edward Snowden, los europeos se deciden a mostrarse más dignos. “Espiarse entre amigos no es aceptable”, dijo la canciller alemana Angela Merkel. Parece que para los norteamericanos es no sólo aceptable sino también pertinente.
Desde ya, la Casa Blanca consiguió algo que parecía imposible: que Francia y Alemania se pongan de acuerdo. París y Berlín se propusieron empujar para que, al final de la cumbre (ver aparte), haya un acuerdo destinado a condenar las prácticas de Washington. Según fuentes francesas y alemanas, en el curso de sendas conversaciones telefónicas tanto Merkel como el presidente francés, François Hollande, le pidieron a Barack Obama que “pusiera fin a los tiempos de la Guerra Fría”. Hasta el muy liberal presidente de la Comisión europea, José Manuel Barroso, salió de su neutralidad. Empleó palabras duras como “totalitarismo” y dijo que “sabemos muy bien qué pasa cuando el Estado usa sus poderes para meterse en las vidas de las personas”. Esas palabras se remitían a los tiempos de la ex República Democrática alemana y los masivos espionajes que practicaba la policía secreta, la Stasi. De todos, Merkel es la que mejor conoce ese período porque pasó su juventud en la RDA (ambas Alemanias se reunificaron a partir de 1989, luego de la caída del Muro de Berlín). Pero las horas pasan y las revelaciones sobre la nueva versión de la Guerra Fría norteamericana se aceleran.
El diario británico The Guardian adelantó que un responsable de la administración estadounidense transmitió a la NSA los teléfonos de 35 responsables políticos del planeta. Ver para creer: el documento publicado por The Guardian data de 2006 y muestra cómo la NSA “alienta a los altos responsables del Ejecutivo, entre los que están sus mejores clientes como la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono, a compartir sus agendas”. Uno de esos responsables le entregó a la NSA “200 números, de los cuales 35 eran de dirigentes del planeta”.
Nada garantiza que los responsables del Viejo Continente aúnen sus posiciones. Hasta ahora, lo único que mostraron fue división. Hay varias razones: la primera, los temas ligados a la Inteligencia dependen de competencias nacionales: la segunda, el espionaje es también una práctica común entre los miembros de la UE. Lo fundamental es que el tema del espionaje “interceptó” (la palabra está de moda) los temas generales de la cumbre sin que este gran escándalo logre poner a los 28 miembros de la Unión Europea en un clima de consenso. Hay, en lo concreto, un tema subyacente esencial: los dirigentes debían acelerar las negociaciones destinadas a reforzar la legislación sobre la vida privada ante la amenaza de los gigantes de la red y de las agencias de Inteligencia. Gran Bretaña, Irlanda y Holanda bloquearon este acuerdo porque no quieren perjudicar a los mastodontes de Internet. En cambio, Viviane Reding, la comisaria europea de Justicia, es una ardiente adversaria de esas empresas y cuenta con que el escándalo reoriente las posiciones. Desde luego, esas empresas son, en su mayoría, norteamericanas. “La protección de los datos no es sólo un concepto, es un derecho fundamental que debe ser garantizado por una ley fundamental”, dijo Reding. No hay que soñar demasiado: frente a Washington, los europeos rara vez se muestran en bloque. Prueba de ello, hasta ahora se limitaron a pedir “explicaciones” a la Casa Blanca, sin más. Tibios, asustadizos, sin peso ni firmeza, tal vez se contenten con un hermoso texto literario, lleno de evocaciones humanistas pero vacío de medidas.
Hasta ahora, quien ha ido más lejos fue el Parlamento europeo. La Eurocámara aprobó una resolución en la cual pide que se suspenda el acuerdo de intercambio de datos bancarios con los Estados Unidos. Mediante ese acuerdo la UE facilita el acceso a la Administración estadounidense a la información sobre millones de transferencias bancarias bajo el amparo de la lucha contra el terrorismo. El texto de la Eurocámara no es vinculante pero obliga a la comisión a tomar en cuenta el caso. Es poco probable que los dirigentes den curso a esa iniciativa. Cuando hace un mes se descubrió que los servicios de Inteligencia espiaban las transacciones bancarias y los consumos de las cartas de crédito del mundo nadie dijo nada. La NSA tiene en sus arcas un programa llamado “Follow the Money” con el cual monitorea las operaciones bancarias internacionales de la empresa belga Swift.
¿Hasta dónde irán los europeos en su condena del espionaje? Vistos los antecedentes, probablemente no demasiado lejos. A esta hora precisa los textos finales de la cumbre ya están escritos. Además de los responsables de la Unión Europea hay otro actor más que conoce su contenido antes de tiempo: la NSA. Sus oídos imperiales están siempre atentos a las pulsaciones del planeta.
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