Jueves, 28 de noviembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › EL LíDER CONSERVADOR, QUE ENFRENTA VARIOS CASOS JUDICIALES, PERDIó SU ESCAñO Y SU INMUNIDAD
Según la ley italiana, ningún parlamentario puede permanecer en su cargo si tiene una condena definitiva. No hay precedentes recientes porque los legisladores acusados hasta ahora han preferido siempre renunciar antes que ser expulsados.
Por Elena Llorente
Desde Roma
La expulsión del Senado de Silvio Berlusconi es una de las decisiones que más polémicas, protestas, amenazas e insultos ha de-satado en los últimos meses en Italia, más precisamente desde el pasado 1º de agosto, día en que Il Cavaliere fue condenado de modo definitivo por la Corte Suprema, a cuatro años de reclusión, por fraude fiscal en la compra de derechos televisivos de una de sus empresas, Mediaset. Según la ley italiana, ningún parlamentario puede permanecer en su cargo si tiene una condena definitiva. No hay precedentes en la historia reciente de un caso similar en Italia –la última noticia de expulsión se tuvo en 1925, durante el fascismo– porque los parlamentarios acusados hasta ahora han preferido siempre renunciar antes que ser expulsados.
La anulación de su cargo de senador, que teóricamente debía producirse a mediados de septiembre, fue prolongada por distintas razones, la mayoría argumentadas por Berlusconi y sus defensores. Pero ayer, 27 de noviembre, llegó a su fin, no sin antes poner en peligro la estabilidad del gobierno del que, desde abril pasado, participaba el Pueblo de la Libertad, el partido de centroderecha fundado por el ex primer ministro en 2009.
La retirada del escaño contó con el apoyo del Partido Democrático del primer ministro Enrico Letta; el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo y del grupo Elección Cívica, de Mario Monti; pero se opusieron, entre otros, los antiguos correligionarios de Il Cavaliere, el Partido Nuevo Centroderecha del viceprimer ministro, Angelino Alfano, que se escindió por su desacuerdo sobre el apoyo al Ejecutivo de coalición.
“La votación sobre la expulsión es nuestro deber respecto de las leyes”, dijo el senador del Partido Democrático (PD) Luigi Zanda. “El PD no tiene que hacer otra cosa que tomar conocimiento de la sentencia del tribunal. Por su parte, Letta dijo que su gobierno sigue fuerte tras haber perdido el apoyo del partido de Berlusconi. Quiero evitar que se diga que los números de esta mayoría no alcanzan. Son números justos, más fuertes y más unidos”, proclamó.
Furioso por no haber conseguido la anulación de la pena –de hecho fue reducida a un año por algunos indultos precedentes y deberá cumplirla prestando un servicio social o en arresto domiciliario– ni el indulto de parte del presidente de la República, Giorgio Napolitano, Berlusconi y sus seguidores no tuvieron pelos en la lengua al usar todo tipo de epítetos denigratorios para calificar la expulsión. El mismo Berlusconi habló de “asesinato político”, “golpe de Estado”, “acto inmundo”, de “sentencia criminal”.
“Yo no creo que para definir el accionar de la izquierda en el Parlamento se puedan usar palabras distintas de golpe de Estado”, dijo el ex primer ministro en un programa televisivo. Había definido además como “sentencia criminal” la decisión de la Corte Suprema. Según él, “condenando al conductor del centroderecha, la izquierda ha querido suprimir al líder opositor capaz de ganarle las elecciones.” En definitiva, Berlusconi ve la condena por fraude fiscal que los jueces han podido comprobar como una maniobra política, no como un delito verdadero. “Se tendrán que arrepentir hasta que se mueran de este acto inmundo”, “no piensen que no reaccionaremos ante este golpe de Estado”, dijo además amenazadoramente. Según Il Cavaliere, como lo llaman, todos los procesos por irregularidades en sus empresas pero también por abuso de poder y prostitución de menores, como es el caso Ruby, son una “monstruosa maniobra iniciada en su contra en 1994 –el año que ganó sus primeras elecciones– y que se ha concretado en 57 procesos. Y de todo esto también acusa a la presidencia de la República, una institución que en Italia no tiene las mismas características de la Argentina porque es elegida por el Parlamento y no por el voto directo de los ciudadanos, pero que conserva un gran prestigio. Según él, el presidente Napolitano, un hombre de izquierda que viene de la Resistencia antinazi y antifascista, le debería haber concedido el indulto de propia iniciativa, sin que él lo pidiera. Porque de hecho, a su manera de ver, lo merecía. Y el Palacio del Quirinale, sede de la presidencia, en un comunicado de prensa difundido hace pocos días le llamó la atención, invitándolo a “no salirse de los márgenes de la legalidad” por ese “golpe de Estado” del que había hablado y por la guerra mediática y sin controles que vienen haciendo él y sus aguerridos seguidores.
Pero, paralelamente a las disputas con los partidos opositores y con la presidencia de la República, Berlusconi, como no se lo hubiera imaginado jamás, tuvo que dar también una batalla contra algunos de sus propios partidarios. Y es así que decidió refundar el viejo Partido Forza Italia –con el que había comenzado su vida política en 1994–, eliminar el PDL y poner en jaque al gobierno del primer ministro Enrico Letta. Pero Angelino Alfano, ex secretario del PDL y su ex protegido, y actual ministro del Interior, increíblemente les dijo No al líder y a los que él llama “sectores extremistas” que lo apoyan. Alfano fundó entonces otro partido, el Nuevo Centro-Derecha, y seguirá en el gobierno con Letta. Con Alfano se quedó un considerable número de militantes y ministros que rehusó poner a Italia nuevamente al borde del abismo, después de casi tres años de recesión económica y de infinidad de problemas como la desocupación, la falta de inversión y la restricción del PIB.
Berlusconi y su nueva Forza Italia, en cambio, rápidamente decidieron quitarle el apoyo al gobierno de Letta, concretándolo el martes, un día antes precisamente, del voto en el Senado. Y esa quita de apoyo sonó claramente como una nueva amenaza. Y la primera muestra de esa decisión fue el voto contrario a la Ley de Estabilidad, que prevé una serie de medidas que, entre otras cosas, ayudaría a la economía italiana y a la población a partir de 2014. “Nosotros hemos hecho una elección diferente mirando al futuro de Italia –declaró por su parte Angelino Alfano–. Muchos exponentes del PDL pensaban que una vez votada la expulsión de Berlusconi había que quitarle el apoyo al gobierno de Letta. Nosotros estamos contra la decadencia, pero no podemos dejar a Italia en la oscuridad.” Así y todo, en el Senado, la Cámara en la que había un menor margen de seguridad, el gobierno cuenta con una diferencia de seis votos a su favor respecto de la oposición. Una diferencia que impedirá a los senadores enfermarse o faltar a las votaciones para evitar la debacle del gobierno pero que, dado que no está Berlusconi, podría despertar la simpatía de algunos otros partidos hasta hoy en la oposición.
Mientras tanto, fuera del Senado, dos manifestaciones se enfrentaban con consignas y banderas, los berlusconianos de Forza Italia y los antiberlusconianos del llamado “Popolo viola” que nuclea a “indignados” de múltiples sectores.
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