EL MUNDO › HABLA TARSO GENRO, MINISTRO DE DESARROLLO SOCIAL Y ECONOMIA DE LULA

“Aquí se juega el futuro de la democracia”

Estuvo en Buenos Aires Tarso Genro, ministro de Desarrollo Social y Economía de Lula en Brasil y uno de los creadores de la idea del presupuesto participativo. En diálogo con Página/12, analizó las tareas de la centroizquierda en el mundo de los capitales globalizados.

 Por Luis Bruschtein

“La forma de salir de la recesión deberá ser a partir de un replanteo de nuestra relación con el capital financiero globalizado”, señaló a Página/12 Tarso Genro, ministro de Desarrollo Social y Economía del gobierno de Lula en Brasil. Genro, que también forma parte de la dirección del Partido de los Trabajadores (PT), fue varias veces intendente de la ciudad de Porto Alegre y tuvo una participación decisiva en la creación del Foro Social Mundial. Durante su gestión en Porto Alegre se concretó el presupuesto participativo, motivo por el cual fue invitado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires a participar en el Tercer Seminario sobre Gestión Democrática de Ciudades.
–¿Cómo cree usted que el gobierno de Lula puede superar la situación actual de recesión y al mismo tiempo atender los problemas sociales?
–La forma de salir de esa situación es inducir el crecimiento a través de políticas del Estado. No se trata solamente de hacer bajar las tasas de interés de manera relativa y sostenida, sino también retomando las inversiones públicas y por otra parte, reordenando las relaciones de la economía brasileña con la economía global.
–¿Hay un paralelo entre el dilema que debió afrontar el gobierno argentino de la Alianza con el tipo de cambio y el que debe afrontar ahora el gobierno brasileño con los altos índices de las tasas de interés?
–Son situaciones muy diferentes. Las primeras medidas que tomamos fueron correctas. Orientado por el presidente, el ministro Palocci tomó medidas que cualquier jefe de hogar toma cuando no tiene plata: redujimos el gasto. Recibimos el gobierno con un déficit financiero grave. Un ejemplo concreto: no teníamos financiación para las exportaciones, estaban cortadas... Entonces tuvimos que tomar algunas medidas drásticas. Pero son medidas que si bien implican una etapa de transición, no plantean una posición de brazos caídos o una subordinación a los deseos del capital financiero. Lo cierto es que estamos bajando las tasas de interés y cada vez en forma más sostenible y profunda. Estamos haciendo inversiones en sectores estratégicos. Aumentamos la inversión un 12 por ciento para la financiación de la agricultura en términos reales comparativamente. Como un acto de superación estratégica apoyamos desde el principio a las cooperativas, que son fundamentales para nosotros, con una red de microcréditos para estimular la economía de abajo hacia arriba. Es muy importante que logremos hacer este tránsito con previsibilidad y manteniendo el espectro de sustentación de centroizquierda de nuestro movimiento.
–¿Qué gravedad tiene la tensión que se estableció entre ese tránsito y los reclamos del movimiento social, como la huelga de los empleados públicos y los planteos del Movimiento de los Sin Tierra?
–Los movimientos sociales tienen total legitimidad. Presentan carencias cuya resolución está en las bases del programa de nuestro gobierno. La emergencia de los movimientos sociales ocurre precisamente porque ellos creen, y están en lo correcto, que éste es un movimiento de cambio y quieren apresurar este cambio. Bueno, tenemos que hacer todas las mediaciones para que los movimientos sociales estén en permanente diálogo con nosotros y nos ayuden y nos den el sustento necesario para producir esos cambios de manera ordenada. No nos asustan los movimientos sociales. Esta es una cualidad importante de nuestro pueblo y nosotros somos un gobierno que se originó en los movimientos sociales.
–¿Pero cómo se plantea el gobierno del PT romper ese círculo vicioso tan complicado con la recesión por un lado y los ajustes obligados por el otro, que son situaciones que afectan directamente a los movimientos sociales?
–En nuestra opinión, la forma de resolverlo es haciendo modificaciones en nuestra relación con el capital financiero globalizado.
–¿Eso es posible sin que se produzca una situación de crisis traumática?
–Hay que hacerlo de una manera ordenada, previsible y sostenible, partiendo de esa condición, porque si no hacemos un cambio en nuestra relación con el capital financiero globalizado, no hay posibilidad de desarrollo. Tenemos conciencia plena de esto. ¿Cómo se hace? Voy a dar un ejemplo concreto: hay que retirar las inversiones en infraestructura de la cuenta de gastos públicos que contribuyen a la noción de superávit primario. Lo vamos a hacer. Hay que permitir que los municipios que no están endeudados puedan tomar préstamos para invertir en infraestructura, ya que eso es inversión, no es gasto. Hay un conjunto de medidas armónicas juntamente con la baja de las tasas de interés, que pueden permitir la transición.
–¿Brasil no ha quedado un poco apretado con las metas que asumió en ese aspecto de un superávit de 4,25 por ciento del PBI?
–Bueno, nosotros optamos por el mantenimiento de los contratos, pero eso no quiere decir que los contratos siempre serán los mismos. En breve tendremos negociaciones con el Fondo Monetario y hay orientaciones claras de nuestro gobierno de que tenemos prioridades fundamentales para el próximo año en el nuevo presupuesto para la reactivación de la economía.
–Hablando del tema por el que usted vino a la Argentina, ¿cuáles han sido los aspectos salientes de la experiencia del presupuesto participativo que se concretó en Porto Alegre?
–Tiene características particulares, ya que produjo la primera experiencia de democracia directa con representación política. Las estructuras de poder que vienen “de abajo”, de la base de la sociedad, tuvieron un marco normativo orgánico, articulado, para influir sobre decisiones del Estado a nivel municipal. ¿Cuáles fueron sus modalidades fundamentales? Yo creo que dos: un contrato político del gobierno que otorgó carácter decisorio a los mandatos del presupuesto participativo en los marcos que fuesen acordados. Y en segundo lugar porque proporcionó al ciudadano común que no estuviese organizado en sindicatos o en estructuras de poder formal, la posibilidad de participar directamente de la vida pública afirmando su ciudadanía de una manera material y no meramente formal.
–¿Por qué surgió esta propuesta?
–Porque hay un agotamiento del Estado formal, de la estructura que conforma el Estado moderno, que es totalmente insuficiente para abarcar a todas las contradicciones y las necesidades de protagonismo político del pueblo.
–¿Esa crisis del sistema político se expresó igual que en la Argentina, sobre la base de una crisis económica?
–Porto Alegre también sufrió el impacto de la crisis porque el proyecto neoliberal en Brasil generó un aumento muy grande de la marginación e informalización de la sociedad. Entonces fue una respuesta también, un acto político en respuesta a los efectos de la crisis, que permite generar nuevas instituciones democráticas para revitalizar la democracia republicana clásica. Con el proyecto neoliberal, la política se ha tornado simplemente en una mera transferencia de la legalidad financiera para la acción de los agentes públicos. La política es lo contrario, es el reino de la subjetividad, de la decisión, de la imaginación. Este empobrecimiento de la política ha enajenado a millones de personas del espacio político democrático.
–¿Surgirán instituciones nuevas del estilo del presupuesto participativo?
–Son instituciones nuevas, instituciones públicas de carácter no estatal que, al contrario de promover la disolución de las viejas estructuras republicanas, les ofrecen la posibilidad de vitalizarse. Es una combinación de la democracia directa con la previsibilidad y estabilidad de la representatividad política. La pura democracia directa es imposible en una sociedad compleja como la que vivimos.
–Usted dijo que en América latina se está jugando el futuro del sistema democrático en el mundo...
–La democracia se puede renovar cuando confluyen todos los parámetros de su crisis, que es el caso concreto de América latina: la uniformación de la información por multimedias concentradas, manipulación de las clases subalternas excluidas por las políticas tradicionales, pérdida del sentido público del Estado, eso es una crisis grave. Para superarla hay que concebir mecanismos políticos que permitan una nueva calidad de democracia, lo que está muy relacionado con las experiencias que se están dando en América latina.
–¿Usted se refiere también al proceso en Venezuela?
–Yo creo que la experiencia del presidente Hugo Chávez es una experiencia que debe tener correcciones. Porque no se produce el cambio democrático sin inclusión de las estructuras formales del Estado, las representaciones formales de las clases incluidas. Es imposible avanzar sólo a partir de una relación directa con los excluidos. Pero yo creo que el presidente Chávez generará los cambios necesarios para retomar el proceso. En un proceso de transformación democrática hay que tomar en cuenta también, y fuertemente, a las estructuras formales de representación de las clases incluidas. No se hace política solamente con los excluidos. Lo que trata de hacer el gobierno de Lula en Brasil es hacer política incluyendo a los excluidos y con los incluidos. La idea del presupuesto participativo es generar mecanismos de representación directa que refuercen la democracia tradicional, pero que no la sustituyan, porque los grandes valores democráticos en esta etapa de la modernidad son absolutamente necesarios para los cambios que queremos hacer.

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“No nos asustan los movimientos sociales; somos un gobierno que se originó en ellos.”
 
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