Miércoles, 4 de junio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Norma Giarracca * y Diana Itzú Gutiérrez Luna **
Una de las provocaciones más grandes que deja el zapatismo en sus 20 años de existencia en Chiapas es el modo y el contexto donde se anunció la “desaparición del Subcomandante Insurgente Marcos”. Justo en el inicio de la madrugada del 25 de mayo se esfumó públicamente uno de los personajes emblemáticos de las resistencias al capitalismo de las dos últimas décadas. Este nuevo acontecimiento, esta irrupción inesperada, tiene muchas lecturas posibles e intentaremos realizar algunas.
En los hechos, se trataba de homenajear a quien fuera asesinado el pasado 2 de mayo por el grupo paramilitar que asume la forma de Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos Histórica. El fallecido “compañero Galeano”, luchador social indígena zapatista, fue el elegido por los funcionarios de gobierno para provocar incertidumbre y violencia en la región autónoma. El zapatismo respondió sabiamente ante quienes denominaron “el verdadero criminal”. Si el asesino es el capitalismo y éste sigue fomentando la guerra contra la dignidad, entonces hay que enterrarlo, como sostuvo hace un par de años un personaje de la simbología zapatista, Don Durito: “No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo. Para que, si se quiere salir, se entierre más”. Y mientras eso se hace, la propuesta zapatista es desenterrar a sus muertos con acciones consecuentes, concretas y colectivas para dar lugar al nacimiento del “colectivo” como una forma esencial y necesaria de construir otra forma de hacer política.
Los significados que dejan estas situaciones vividas con mucha intensidad por las más de cinco mil personas que llegaron de todo México, del mundo, con los sonidos y la conmovedora poesía de “La cigarra”, de María Elena Walsh, son muchos. En primer lugar, desactivar el imaginario del poder colonial, uno manda (primordialmente el mestizo, de las clases acomodadas, educado, etc.) y el resto obedece. En otras palabras, el colectivo actúa en todos los niveles y no se debe “esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión o seguimiento”. En segundo lugar, mantenerse consecuente en el “abajo y a la izquierda” que implica no sólo “no venderse, no rendirse, no claudicar”, sino también el humor, la alegría, el cuidado del nosotros, evitar los rumores, los “chismes”.
Muchas veces nos preguntamos en nuestros territorios cómo se construye el “buen vivir” aymara y quechua o “la vida digna”, de la que hablan estos pueblos, propuestas nuevas tan alejadas de la izquierda tradicional. Existe una experiencia que lleva 20 años (tal vez la más larga en la historia moderna) y lo logra en el día a día con una serie de consignas simples, densas, que desactivan la construcción compleja en la que estamos inmersos nosotros, muchos con perplejidad y hartazgo. Esas consignas son: de la toma del poder de arriba a la construcción desde abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes a los pueblos; de la marginación de género a la participación directa de las mujeres; de la burla al otro a la celebración de la diferencia (“un mundo donde quepan muchos mundos”).
Es así que una muerte se vuelve necesaria para que nazca otra forma de hacer política y expandir la potencia organizativa y la resistencia social. Un colectivo planetario... ¿Se puede? ¿Podremos? Aquí está el “dejar de existir para nacer en colectivo” que ha dejado la enseñanza de la iniciativa zapatista. Como sostiene Gustavo Esteva, el intelectual oaxaqueño comprometido con estos procesos, “se trata de un nuevo ciclo de organización y movilización para resistir, detener el horror y practicar, cada quien a su modo, en su lugar, las nuevas formas de hacer política”. Para comprender estos desafíos, nuevamente, habrá que desactivar en cada uno de nosotros y colectivamente los viejos modos coloniales y decimonónicos del conocimiento, que enuncian que existe un solo modo democrático de generar política, que, a lo sumo, necesita ser retocado. Los zapatistas, en cambio, apuestan a que la política está preñada de creatividad y que va naciendo al andar.
* Socióloga, Instituto Gino Germani (UBA).
** Socióloga UAM (México); integrante de la Red contra la Represión en México.
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