Martes, 29 de julio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › LOS MENORES JUGABAN EN UN CAMPO DE REFUGIADOS DE LA CIUDAD DE GAZA
Las muertes se produjeron en una calle donde los pequeños jugaban en las hamacas y con armas de juguete. No podrían haber sido confundidos con combatientes: todos tenían entre 7 y 12 años.
Por Kim Sengupta *
Un día que comenzó con grandes esperanzas de paz terminó en un espantoso derramamiento de sangre con 15 muertos y la perspectiva ominosa de un conflicto cada vez mayor. Diez niños fueron abatidos en un ataque aéreo en la ciudad de Gaza, mientras que, al otro lado de la frontera, cinco soldados israelíes resultaron muertos en distintos incidentes. Los niños fueron alcanzados por un misil mientras jugaban en el campo de refugiados Beach, sumándose al ya extraordinariamente alto número de víctimas jóvenes de esta guerra. La masacre tuvo lugar en la fiesta musulmana Eid, el día en que se celebra el fin del Ramadán.
Hubo inmediatas recriminaciones, con el ejército israelí tuiteando que los cohetes mal dirigidos de Hamas fueron responsables de la carnicería y también del segundo ataque, en el Hospital de Shifa, en Gaza. De hecho, el daño fue a una clínica pegada al hospital provocando 46 heridos de ambos lugares. Las muertes se produjeron en una calle en el campamento donde los niños jugaban en las hamacas y con armas de juguete.
Las armas habían sido muy vistas en las calles hoy como regalos de Eid, pero los niños no podrían haber sido confundidos con combatientes: todos tenían entre 7 y 12 años. Los testigos se mostraron absolutamente seguros de que habían oído aviones volando encima, aunque algunos decían que eran aviones de combate F16 y otros, helicópteros de combate.
Las familias y los vecinos dijeron que los muertos eran Yusuf Hassona, 7 años; Jamal Aliam y Mohammed Abu Shaqfa, también de 7; Mahmood Ahmed y Shubair, hermanos de 7 y 6 años: Mohammed Muqdad, de 8; Bara Muqdad, de 7; Mohammed Barud, de 7, y Ahmed Washas y Ahmed Hajaj, de 12. Se dice que otro niño está de-saparecido.
Seis de los chicos habían estado utilizando la hamaca, que se había puesto para Eid, con otros cuatro que estaban esperando su turno. Anas Abu Shaqfa, de 7, creyó oír un helicóptero antes de la explosión en la que dos de sus primos, Jamal Aliam y Mohammed Abu Shaqfa, resultaron muertos. “Yo no tenía miedo, pero estoy muy triste por mis primos; solíamos jugar juntos”, dijo Anas.
Mohammed Barud había venido con sus padres a la casa de su abuelo para el almuerzo Eid. Asma al Muqaid, una tía, dijo: “Todos estaban jugando ahí, al final de este callejón. No estaban en una zona abierta que los israelíes dicen que se utilizan para los cohetes; estaban enfrente de las casas”.
“Oímos la explosión y salimos corriendo a ver qué estaba pasando. Mohammed fue herido, pero no sabíamos si era grave. Nos contactamos con el hospital Shifa y nos dijeron que estaba muerto. ¿Por qué los israelíes hacen esto? ¿Quieren matar a todos nuestros niños?”
Un cráter poco profundo en el camino mostraba el lugar donde impactó el misil. Se veían charcos de sangre en uno de las cuales había una pistola de plástico negro, junto a un pequeño zapato. Un puesto que se había instalado para vender bocadillos había volado, con paquetes de dulces y papas fritas que yacían en la cuneta. El dueño del puesto resultó gravemente herido y, según informes no verificados, murió más tarde.
Ibrahim al Majhal, 18 años, que estaba en la calle cuando ocurrió la explosión, recordó oír un F16 sobrevolando. “Fue definitivamente ese avión, sabemos el ruido que hace aquí. El misil fue derecho hacia los niños. Vi a los pequeños cortados por la mitad, había brazos y piernas tirados en la ruta. Empecé a correr, porque pensé que iba a haber un segundo misil. Cuando eso no sucedió, volví a ayudar. Pero no podía alzar las armas y las piernas de los niños, era demasiado.”
El ataque se produjo después de una tregua de 24 horas declarada por Hamas. Hubo hostilidades esporádicas mientras duró, con cohetes disparados contra Israel y la respuesta de los bombardeos israelíes al este y al norte de Gaza. Un niño de cinco años, Jibril Janaid, fue muerto en las afueras de Jabaliya, el campo de refugiados más grande en la zona.
Su padre declaró en su entierro: “En el día de Eid, me siento orgulloso de sacrificar a mi hijo por la victoria de la resistencia y la victoria de la voluntad del pueblo palestino”. El funeral estuvo lleno de discursos sobre la batalla y la victoria y poco sobre el niño que perdió la vida.
El fin del alto el fuego, a las dos de la tarde, pasó sin un importante intercambio de artillería. Las calles, sin embargo, permanecieron vacías con algunas personas haciendo las compras. Por la tarde, ocurrieron los asesinatos del campamento Beach, seguidos por la noticia del ataque de morteros en Israel. Después los habitantes de Gaza oyeron a Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, advirtiendo que la ofensiva terrestre se ampliaría. Los residentes en tres áreas, Beit Hanoun, Beit Lahiya y Jabaliya habían comenzado por la tarde a recibir llamadas telefónicas y mensajes de texto diciéndoles que evacuaran la ciudad de Gaza. La población de 1,7 millón en un área de apenas 42 kilómetros de largo y unos pocos kilómetros de ancho se apretujó en un círculo que se achicaba. Prácticamente no quedan lugares en escuelas de la ONU utilizados como refugios en Gaza, obligando a las familias que huyeron de sus casas a dormir en tiendas de campaña o afuera, lo que aumenta las posibilidades de pérdida masiva de vidas.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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