El líder del Partido de los Trabajadores (PT) y ex presidente, Luiz Lula da Silva, encabezó ayer una caravana por la ciudad de San Pablo con miles de militantes que desbordaron de optimismo, de cara a la segunda vuelta del domingo. La jornada se tornó pura alegría en la Praça do Patriarca, punto de encuentro de militantes que se congregaron embanderados con los colores del PT para dejar su apoyo a la presidenta Dilma Rousseff en la recta final de la dura campaña que comenzó hace tres meses. “Vamos a mostrar que nuestra disputa es en defensa de un proyecto de país”, aseguró el ex mandatario.

Banderas, bombos, carteles, música y hasta baldes de agua y una pileta de lona vacía, en alusión a la crisis del agua que vive la región por el clima y falta de obras de infraestructura del gobierno en manos de la oposición, fueron el escenario que acompañó un día caluroso, a dos jornadas de la segunda vuelta, en la que Rousseff buscará la reelección frente al candidato opositor Aécio Neves.

Los simpatizantes petistas, en su mayoría miembros de centrales sindicales y militantes, pero de un amplio abanico etario, bailaron, cantaron y saltaron durante toda la previa a la llegada del líder partidario, que el lunes cumple 69, y pidió a los brasileños que le regalen “una victoria de Dilma”. Con ese objetivo Lula llegó a San Pablo, plaza electoral donde gana desde hace 20 años el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), para acompañar y complementar a su candidata en la tarea de consolidar las diferencias que desde el jueves muestran las encuestas.

De camisa roja y con un notable buen humor, Lula saludó, se subió al vehículo sin techo y comenzó la caravana por la calle Patriarca, luego por Direita y finalizó en la Praça da Sé, centro geográfico de la ciudad, con la catedral paulista de fondo. Entre el tumulto, un hombre gritaba el nombre de Lula y la actual presidenta mientras llevaba un helicóptero y un avión de juguete en sus manos. “Representa la corrupción de Neves que financió una pista de aterrizaje en la hacienda de un tío, y que por otro lado ocultó un caso de corrupción de un helicóptero que cargaba droga, por el que está preso un piloto”, disparó el militante llamado Luis Carlos Luca, contrastando el nivel de acusación con una sonrisa, mientras miraba cómo su líder avanzaba entre la ola de presentes.

Entre los carteles, que mezclaban mensajes de amor y paz con denuncias contra Neves, se podía leer “Dilma por la Constituyente”, “El pueblo con Dilma” o algunos más fuertes como el que sostenía un hombre: “Antidoping a Globo en el debate de esta noche”, apuntando al debate televisivo en el que participaron los dos candidatos en la cadena TV Globo, en Río de Janeiro, clave, según los analistas, sobre todo para conquistar a los indecisos.

Lula, por su lado, entendiendo el sentido de la caravana donde el mensaje fue ser optimistas el próximo domingo, se colocó en su mejilla una calcomanía con un corazón, y besó cada una de las banderas que le acercaban al “balcón” del vehículo que compartía junto con el alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, y con el ministro de Salud y ex candidato a gobernador, Alexandre Padilha. La legislación electoral brasileña permite, para los días previos a las elecciones, reuniones proselitistas, pero no la difusión de mensajes de los candidatos ni la propaganda por medios audiovisuales.

La segunda parte de la campaña electoral, tras la primera vuelta del 5 de octubre, estuvo marcada por acusaciones políticas y descalificaciones personales. Lula llegó a tildar a Neves de “hijito de papá”, días atrás.

Rousseff recuperó las preferencias electorales y parece más cerca de obtener la reelección este domingo. En tanto, Neves llega a la segunda vuelta electoral con preocupación por el repunte final de su adversaria, pero confiado en revertir los sondeos a partir de un fuerte respaldo del establishment de Brasil y de varios de los astros futbolísticos, como Romario, Ronaldo y Neymar.