Miércoles, 20 de mayo de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EN 2014 EL GASTO MILITAR EN LA REGIóN FUE DE 200 MIL MILLONES DE DóLARES; EL 10 POR CIENTO FUE PARA COMPRAR ARMAS
Los aviones de Boeing forman parte de un contrato por 29 mil millones de dólares para la provisión de 84 F-15 a Arabia Saudita. Lockhead Martin ha vendido misiles de defensa a Qatar por 6500 millones, mientras que Raytheon produjo el sistema de defensa saudí.
Por Marcelo Justo
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres
La creciente ola de conflictos en Medio Oriente le viene de perillas a la industria armamentista estadounidense en tiempos de recortes presupuestarios del Pentágono. Siria, Irak, Libia y Yemen han abierto el bazar armamentista para un abanico de clientes con altísima liquidez en petrodólares liderados por Arabia Saudita. El Instituto de Estudios de la Paz de Estocolmo (Sipri) calcula que en 2014 el gasto militar en la región fue de casi 200 mil millones de dólares: más del 10 por ciento lo constituye la adquisición de armamentos. “A nadie en la región se le cruza por la cabeza la idea de un control de armas. A la inestabilidad de Siria, Libia, Irak y Yemen se añade ahora una masiva expansión de las fuerzas armadas de Arabia Saudita, los Emiratos Arabes Unidos y Qatar, que Irán percibe como una amenaza directa”, indicó a Página/12 desde Estocolmo Pieter Wezeman, investigador senior de Sipri.
En la intervención militar contra Yemen este año, Arabia Saudita, al frente de una coalición de seis naciones sunnitas, utilizó aviones de combate F-15 adquiridos a la empresa Boeing, mientras que los Emiratos Arabes Unidos usaron los F-16 de Lockheed Martin. Los aviones de Boeing forman parte de un contrato por 29 mil millones de dólares para la provisión de 84 F-15 a Arabia Saudita, que se completará en 2017. Lockhead Martin ha vendido recientemente un sistema de misiles de defensa a Qatar por 6500 millones, mientras que Raytheon produjo el sistema de defensa Patriot para Arabia Saudita por casi dos mil millones.
Apoyada por la política oficial del gobierno de Barack Obama, la industria de armas estadounidense busca compensar la merma en las ventas al Pentágono que siguió a la ley de control presupuestario rubricada por Obama en 2011 con las oportunidades que abre un Medio Oriente en llamas. Lockheed Martin planea un incremento en las ventas del 25 por ciento en los próximos años que, según la CEO de la compañía, Marillyn Hewson, se conseguirá con la región y Asia.
La política oficial es clave al respecto. En su reciente cumbre en Camp David con líderes del Consejo de Cooperación de Países Arabes del Golfo, conformada por Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, Obama les aseguró que el posible acuerdo nuclear con Irán no cambia la política de Washington en la región y que se reforzará “la cooperación militar” y se continuará con el “compromiso de garantizar su defensa ante amenazas externas”.
En sus primeros cinco años de gobierno, Obama se comprometió a transferir armas y equipos militares por unos 64 mil millones a los miembros del Consejo. El año pasado y este se comprometió a un suministro similar a Arabia Saudita por 15 mil millones que incluyen una variedad de equipos militares: aviones, helicópteros, radares, bombas racimo, sistemas de defensa, etc. Según algunos analistas, las ventas del período Obama superan las de Estados Unidos durante Richard Nixon al fin de la guerra de Vietnam.
La política oficial de Obama desde su asunción, en enero de 2009, fue la desvinculación de tropas estadounidenses de Irak y Afganistán y una explícita reticencia a intervenir con el uso de fuerzas en el terreno. La política de intervención directa de Bush fue sustituida con el uso creciente de los aviones no tripulados o drones y la venta de armas para que los gobiernos aliados se hagan cargo de los conflictos. Esta estrategia está a la vista en Siria y en el conflicto con Estado Islámico en Irak.
La crisis financiero-económica de 2008 contribuyó. Al anunciar la venta de los 84 F15 a Arabia Saudita, el gobierno proclamó que se crearían 50 mil puestos de trabajo en 44 estados, la mayoría en la planta ensambladora en St Louis. En abril de 2013, el subsecretario de Asuntos Políticomilitares del Departamento de Estado, Tom Kelly, señaló al comité de relaciones extranjeras que el gobierno impulsa la venta de armas “con todo su aparato gubernamental, incluyendo los más altos niveles del Departamento de Estado en representación de nuestras compañías para impulsa las ventas de armas”. La producción de los F-15 terminará en 2017, de modo que el gobierno y su complejo militar industrial han estado muy activos en la promoción de ventas tanto a nivel diplomático como en las ferias de armamentos que se realizan en varias partes del planeta (la más grande es la DSEI que se hace bianualmente en Londres). “Los vendedores de armas se comportan como cualquier otro negocio tratando de activar la demanda de armas con técnicas de mercado. Hay buenas razones para pensar que estas técnicas, que cuentan con el apoyo de los gobiernos, contribuyen a la adquisición de armas, en particular en el Medio Oriente, donde las decisiones las toman pequeñas elites que no rinden cuentas ante nadie por sus actos”, señaló a Página/12 Wezeman.
Estados Unidos no es el único en beneficiarse con la creciente descomposición del Medio Oriente. Rusia acaba de anunciar el levantamiento de un embargo voluntario de cinco años para la venta de misiles antiaéreos S300 a Irán, acusada por los países del Consejo de armar a los rebeldes hutíes en Yemen. Rusia es el principal proveedor de Bashar al-Assad en Siria que se desangra en una guerra civil de cinco años con más de 200 mil muertos. Según el Instituto Internacional de la Paz de Estocolmo, Rusia es el segundo exportador de armas del mundo, con un 27 por ciento del mercado en los últimos cuatro años: Estados Unidos domina el 31 por ciento, mientras que ningún otro país (Reino Unido, Francia, China) supera el 5 por ciento.
El nuevo paisaje diplomático-militar de Medio Oriente con la cada vez más remota primavera árabe de fondo es una garantía para la rentabilidad de la industria. La incertidumbre en Irak, la desintegración de Siria y Libia, el nuevo foco de Yemen repiten el viejo esquema de las guerras indirectas. El conflicto de fondo es cada vez más los sunnitas liderados por Arabia Saudita frente a los chiítas que encabeza Irán. En Yemen, los hutíes, un grupo chiíta, derrocaron al gobierno de Mohamed Bassindawa, apoyado por Arabia Saudita y Estados Unidos a fines de 2014. La reacción no se hizo esperar: el país está hoy sumergido en una guerra civil. “Estas armas que Estados Unidos vendió fueron usadas en Yemen por los sauditas contra la población civil”, indicó al The New York Times Daryl Kimbali, director ejecutivo de la Arms Control Association. Por el momento a nadie parece importarle.
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