Jueves, 20 de agosto de 2015 | Hoy
EL MUNDO › EL GRUPO JIHADISTA ESTADO ISLáMICO LO EJECUTó EN UNA PLAZA PúBLICA
Los activistas señalaron que, tras la decapitación, los miembros del EI colgaron el cadáver de Jaled Asaad de un poste eléctrico en una de las calles de la histórica ciudad siria. La Unesco repudió el asesinato.
El grupo terrorista Estado Islámico (EI) decapitó públicamente en Siria a Jaled Asaad, quien fuera el arqueólogo jefe de la ciudad histórica de Palmira entre 1963 y 2003. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó ayer que el hombre de 81 años fue ejecutado el martes en una plaza pública ante la mirada de decenas de personas. El asesinato fue repudiado por la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco), Irina Bokova.
Los activistas señalaron que, tras la decapitación, los miembros del EI colgaron el cadáver del arqueólogo de un poste eléctrico en una de las calles de la ciudad. Su cabeza cortada quedó debajo de su cuerpo, apoyada en el suelo y entre los pies. Según las fotos publicadas por los terroristas a través de internet, del cuerpo de Al Asaad fue colgado un cartel que lo acusaba de ser cómplice del servicio secreto sirio. El EI también señaló que el experto representaba al presidente Bashar al Assad, en “congresos apóstatas”, en referencia a las conferencias internacionales sobre antigüedades.
El OSDH explicó que miembros del EI en Palmira habían denunciado al arqueólogo por una venganza personal y después fue tomado como prisionero. Al Asaad fue interrogado durante un mes junto a su hijo Walid, actual director de antigüedades de la ciudad, para que revelaran el lugar donde se ocultaba una supuesta cantidad de oro. Sin embargo, el grupo extremista se comprometió hace varios días a liberarlo, y por ello la población local se sorprendió el martes por la noche cuando vieron que el arqueólogo era conducido a una plaza pública para ser ejecutado.
Al Asaad escribió docenas de libros y estudios sobre la ciudad de Palmira y sus ruinas, y presidió varios equipos científicos que trabajaron en los sitios arqueológicos de esa ciudad. Al respecto, el director de antigüedades de Siria, Maamoun Abdulkarim expresó que tiempo antes de ser detenido por los extremistas, el arquitecto reveló su deseo de quedarse en la ciudad. “Al Assad me había dicho: ‘Nací en Palmira, he vivido en Palmira y me niego a marcharme’”, dijo. El funcionario sirio señaló que el especialista hablaba y leía palmiro a la perfección, por lo que era muy requerido. “Cuando la policía nos entregaba estatuas robadas, nos dirigíamos a él para que determinara si eran verdaderas o falsas”, explicó Abdelkarim. “La familia de Al Assad es notable, pues su otro hijo, Mohammad, y su yerno, Jalil, participaron activamente en el salvamento de 400 piezas antiguas en que los jihadistas conquistaron la ciudad”, agregó.
El director de antigüedades recordó que los extremistas destruyeron hace dos meses una estatua antigua representando a un león, pero la ciudad de la legendaria reina Zenobia todavía se mantiene intacta.
Por su parte, la directora general de la Unesco dijo que estaba afligida e indignada por el asesinato del especialista. “Dedicó su vida a ese lugar, a revelar la rica historia de Palmira y a interpretarla para que todos nosotros aprendamos de esta gran ciudad, importante encrucijada del mundo antiguo”, relató. “Lo mataron porque no quería traicionar su fuerte compromiso con Palmira. Asesinaron a una gran persona, pero nunca lograrán acallar la historia de la humanidad”, dijo Bokova. Además, la funcionaria expresó también su tristeza por la muerte la semana pasada de Qasem Abdullah Yehia, subdirector de laboratorios de la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria, durante un ataque con cohetes contra en Damasco. “La muerte de Yehia es un acto deplorable, especialmente sin sentido ya que fue el resultado de un ataque contra el museo y la antigua ciudadela de la capital”, subrayó. “Los asesinatos prematuros de Asaad y Yehia son una pérdida terrible para la comunidad dedicada al patrimonio cultural en Siria y en el mundo”, concluyó la directora general.
Las ruinas de Palmira, que datan de los primeros siglos después de Cristo, estaban en perfecto estado de conservación y forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco. La antigua metrópolis comercial, ubicada al noreste de Damasco, contiene las ruinas monumentales de una gran ciudad que fue uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo. En los siglos I y II, Palmira juntó las técnicas grecorromanas con las tradiciones locales, enriquecidas por la influencia persa.
El EI tomó Palmira a finales de mayo luego de expulsar, tras varios enfrentamientos armados, a las tropas del régimen de Bashar al Assad. Desde entonces, impera una gran preocupación de que los jihadistas puedan destruir la ciudad histórica, como ya hicieron en Irak con numerosos lugares arqueológicos alegando que eran símbolos paganos. Esto se debe a que la versión extrema del Islam promovida por los terroristas proscribe formalmente la visita de estos sitios arqueológicos o históricos, y considera las estatuas de figuras humanas o animales como idolatría.
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