EL MUNDO
Cómo convertir un imperio en un hazmerreír de fraude
Un contador que destruye sus papeles, otro que recibe órdenes de romper su computadora a martillazos y una general atribución de culpa al fundador Calisto Tanzi son los últimos hitos de la saga Parmalat.
Por Peter Popham *
Desde Roma
El fundador y ex presidente de Parmalat, el gigante caído de la alimentación en Italia, está “totalmente exhausto”, según dijo un médico que lo visitó ayer en su prisión de Milán, mientras las pruebas de su protagonismo en el caso se acumulaban. Calisto Tanzi fue forzado a renunciar a la compañía y detenido en la cárcel para ser interrogado después de que su imperio económico colapsara a mediados de diciembre bajo deudas de las que se dice que estarían entre 10 y 13 billones de euros. Tanzi, de 65 años, todavía no ha sido acusado de nada, pero está bajo investigación por bancarrota fraudulenta, falsificación de cuentas y manipulación de los mercados. Antes de Año Nuevo, un juez rechazó un pedido de su abogado de que se le permitiera seguir su arresto en su domicilio. El juez citó unas misteriosas “vacaciones” que Tanzi se tomó en Sudamérica con su esposa mientras su compañía estaba derrumbándose, y dijo que no había sido sincero con los investigadores y había peligro de que manipulara las pruebas.
Ayer, dos médicos designados por la Corte examinaron a Tanzi, que tiene una historia de problemas cardíacos y usa un marcapasos. Fabio Belloni, el abogado de Tanzi, ha pedido ahora que su cliente sea trasladado de la prisión de San Vittore en Milán a otra en Parma, cerca de su casa, que el abogado dice que tiene mejores servicios médicos. “El encarcelamiento en sí es un elemento de riesgo para las arterias coronarias de mi cliente”, dijo a los periodistas. Mientras tanto han comenzado a surgir detalles del modo en que ejecutivos cercanos a Tanzi intentaron desesperadamente destruir pruebas de fraude mientras el Día del Juicio se aproximaba para la compañía. Gianfranco Bocchi, un contador del grupo, ya había obedecido órdenes de ocultar los documentos de su escritorio y destruir los papeles que conservara en su casa en relación con la subsidiaria de Parmalat en las Islas Caimán. Pero cuando un colega suyo, Giovanni Pessina, recibió de su jefe la orden de llevarse su computadora portátil a su casa y romperla a martillazos decidió que el juego había terminado. Le dijo a Pessina que no obedeciera la orden. “Esta gente está tratando de cagarnos –le dijo a su colega–. Llevemos todo directamente a la policía.” Al día siguiente, Bocchi se presentó ante las oficinas de la Fiscalía en Milán con un CD de archivos de computadora y empezó a hablar.
Actualmente bajo arresto junto al menos a otras siete figuras de primera línea de la firma, Bocchi es una de varias voces que están echando la mayoría de la culpa del fraude de Parmalat –o toda ella– al fundador de la compañía. Bocchi ha explicado cómo falsificó torpemente documentos que supuestamente provenían del Bank of America para probar la existencia de una cuenta de 3950 millones de euros. El banco dice que la cuenta no existe. Bocchi dijo que Fausto Tonna, la ex mano derecha de Tanzi y el gerente financiero de la compañía, fue el inventor de la mayor parte de los esquemas de fraude, y que Mario del Soldato, que reemplazó a Tonna, continuó su tarea. Del Soldato, quien también se encuentra bajo arresto, dijo a los fiscales: “Tanzi trataba de darme confianza, diciéndome que estaba muy cerca de encontrar una solución financiera” a los problemas del grupo. “Mientras tanto me dijo que siguiera falsificando... cuentas que yo había heredado de Tonna.”
Tonna declaró que Tanzi “no solamente estaba al tanto de todos los problemas del grupo, sino que fue la persona que decidió ocultarlos... Cada vez que traté de llevarle un problema financiero, me invitaba a encontrar una solución que obviamente implicaba algún tipo de mecanismo de ocultación fraudulenta”.
Incluso los aliados de Tanzi no intentan esconder su protagonismo en el caso. Su abogado Belloni comentó: “Parmalat era su bebé. Quería que creciera rápidamente, y no se detuvo ante las consecuencias”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.