ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON ALFREDO CASERO, QUE DEBUTA COMO CONDUCTOR DE “UNO CONTRA TODOS”

“Vivo siempre unos cuatro segundos adelantado”

Desde hace más de un año, solamente hace teatro por el interior del país. Pero ahora afirma que no se conforma con ser toro en su rodeo: quiere ser “torazo en rodeo ajeno”. Por eso aceptó la propuesta de conducir un programa de preguntas y respuestas por el 13.

 Por Emanuel Respighi

Dialogar con Alfredo Casero es introducirse en un universo laberíntico de final impredecible. Con su natural verborragia, al actor le resulta imposible enmarcar su respuesta dentro de los límites de lo que se le pregunta. La frase “me estoy yendo un poco al carajo, ¿no?” va a ser la más pronunciada en la larga entrevista con Página/12. Es que a la hora de contar lo que le pasa y piensa, el gordo no habla: escupe ideas. Y las expulsa todas al mismo tiempo. “Debe ser porque vivo siempre unos cuatro metros o segundos adelantado”, confiesa.
Algo es seguro: Casero se siente mucho más cómodo en un escenario, set de televisión o estudio de grabación musical que en un diálogo con grabador de por medio. Así y todo, el actor de Cha cha cha, Vulnerables y Culpables despliega su natural histrionismo a la hora de hablar de Casero: uno contra todos, el programa de preguntas y respuestas que desde el jueves 15, a las 22, conducirá por la pantalla de Canal 13.
La inminente incursión televisiva causa asombro. No por el retorno a la TV abierta de Casero después de más de un año dedicado exclusivamente a llevar su propio espectáculo teatral a gran parte del territorio argentino. En todo caso, la inquietud tiene su anclaje en el formato televisivo que eligió el actor para regresar a la pantalla chica, bajo la producción de Endemol. “Vuelvo a la TV –explica el actor devenido conductor– porque tengo ganas y me gusta el desafío. Nunca voy a ser un profesional de la televisión que hace cualquier cosa para cobrar más guita. Soy un aprendiz del medio. Pero así como tengo que ser toro en mi rodeo, también debo ser un torazo en rodeo ajeno. Si no, me estanco en un circuito que a la larga se va achicando. Que más que el circuito comercial, es el del alma. Necesito sorprenderme a cada rato para vivir. Si toda mi vida hago las mismas tres cosas, me aburro.”
–¿Tuvo la necesidad de alejarse del Casero humorista y abrirse paso a un público masivo?
–Yo no necesito nada. ¿O uno necesita comer milanesas para vivir? No. Puedo comer doscientas comidas y si entre ellas están las milanesas bárbaro, y si no, está todo bien. Simplemente que entre el espectro de propuestas que me llegan trato de elegir lo que me pone a prueba. ¿Por qué Suar cree que yo puedo hacer un ciclo de preguntas y respuestas? Porque el tipo sabe la forma que tengo de inquirir, sabe que no me banco naturalmente que el participante se lleve la guita sin pelearla. Una de las condiciones que puse es que los participantes no ganen de puro pedo, sino que ganen por su conocimiento y esfuerzo. De lo contrario, hubiera hecho un multiple choice fácil, dos monadas y listo. Yo no voy a hacer ninguna monada.
–¿Por qué piensa que siendo naturalmente un humorista lo convocan en TV para hacer otros roles?
–Porque tengo claro que no es el momento de hacer un programa de humor. La realidad es tan densa que supera al humor que puedo hacer. Me pesa Cha cha cha, porque es uno de los programas más lindos y respetables que se han hecho en la década de los ‘90. Después de hacer ese ciclo no puedo hacer cualquier cosa humorística. Tiene que estar todo muy preparado. Por ahora, que la gente vea Cha cha cha en el cable (de lunes a viernes a las 20, por I-Sat). En algún momento se darán las condiciones para hacer un ciclo de humor como corresponde y con el que me identifique. No voy a hacer un programa para que me lo levanten a la segunda emisión.
–¿A qué se refiere con que las “condiciones” no están dadas para hacer humor en TV?
–Soy de los que piensan que hay que tener muchísimo cuidado porque lo más fácil, a lo mejor, es lo más peligroso. El ataque directo que uno puede hacer en un ciclo de humor al Presidente de la Nación no es un ataque a un individuo, sino que es un ataque a un tipo que todos los argentinos pusieron en un lugar importantísimo, equivocados o no. Eso es muy peligroso porque después hay gente muerta. Los medios tienen más poder que los políticos, que tienen que pelear dentro de un ámbito de políticos. Los operadores políticos trabajan con los medios. Por eso yo no haría jamás una parodia o tocaría la imagen del presidente. Si uno trata de pelotudo a un tipo que tiene todo el poder, ese tipo mañana te la pone. Hay que tener mucho cuidado. En este momento el hacer humor me pasa por otro lado. Voy a Córdoba, Tres Arroyos, La Pampa o Neuquén, hago teatro y lleno.
–¿Prefiere el contacto directo con la gente?
–En el teatro me siento en igualdad con el espectador. Siento que me muestro argentino como ellos, que no soy diferente, que los argentinos no somos una porquería como creemos y que no somos responsables de toda la mierda. Sólo por eso somos uno de los países más grossos del planeta. Una de las cosas que me dejó la gira por Japón es que los argentinos somos excelentes. La gente berreta y los idiotas están en todos los lados, no son exclusividad nuestra. He visto cada pelotudo en España o EE.UU... Los argentinos somos más rápidos que el resto del planeta y por eso nos odian. El problema es que algunos se abusan. Pero la corrupción es un germen mundial. En los medios argentinos lo único que suena es que somos una cagada. Pero no somos una cagada. En todo caso, somos un país demasiado joven. Los argentinos no somos ni ladrones ni boludos. Mal que mal, aun cuando en los últimos años han hecho mierda toda la educación, hemos sabido trasladar la buena educación de generación en generación. El programa, justamente, va a mostrar que hay jóvenes que sin ser universitarios agarran los libros.
–¿Y por qué, siendo una sociedad tan instruida, nos pasa todo lo que nos pasa?
–En el sistema capitalista se sabe que hay una X cantidad de gente en el mundo que no va a trabajar. Esa gente se divide un poco acá, otro poco allá y así, dependiendo de las economías regionales y los bancos mundiales. Yo no hablo de política porque es todo muy mentiroso, que se vayan a cagar. Lo único que realmente me duele en el alma es que en nuestro país haya chicos que se mueren de hambre. Tenemos una sociedad inculta en un lugar donde prácticamente no hay reglas como Buenos Aires. Y la televisión fomenta la incultura cotidianamente, riéndose de una persona porque es un poquito más tarada que el resto de la gente, o más vieja.
–¿Esa “incultura urbana” lo llevó a Puerto Madryn, donde reside desde hace diez años?
–En realidad me fui porque me gusta mucho el mar. En Madryn encontré otra mirada, otra forma de relacionarte con la gente y el mundo. Me dan ganas de hacerle un regalo de Navidad a una persona que reformó mi casa, simplemente porque se portó bien. Me da mucha pena que Buenos Aires se haya convertido en una ciudad muy sucia, llena de malandras, de gente de poca monta. Podríamos estar mejor. Allá, si el vecino me hincha las bolas con algo, le toco timbre, se lo digo y me pide disculpas. La gente es más clara cuando habla. Mi mecánico Harry es honesto, no trata de pasarte. Te arregla un Land Rover de la misma manera que un cachirulo de los que hay ahí.
–En sus palabras hay una suerte de mea culpa que evita echarles la culpa de todo a los políticos.
–Es que echarles la culpa, reírse o maltratar a los políticos es lo más fácil. Estar mal es la fácil. Creo que pensar que existe una posibilidad de cambio no tiene nada que ver con los partidos políticos. La política es un arte que se da en muy pocos lugares. Un político es una persona que debería saber un montón de cosas. Pero intuyo que este gobierno tiene personalidades que no son conocidas y que son políticos de carrera, cosa que no hemos visto en mucho tiempo. Veo gente que tiene un criterio político de Estado. No salen a quejarse de todo y a echarle la culpa al resto. Manejan de verdad una cosa que pareciera seria. Si de dos mil políticos hay tres serios, ganamos todos. Es un avance.
–La suya es una mirada muy optimista...
–Un pueblo crece cometiendo la mayor cantidad de errores. El pueblo crece votando a la persona equivocada, descubriendo a sus infames, descubriendo las corporaciones, dándose cuenta de que le están vendiendo pescado podrido. La sociedad argentina está creciendo constantemente, porque la gente nace y muere. El general Perón decía que en política los aciertos y los errores son intransferibles. O sea: nuestro pueblo no puede transferir los errores que cometió. Sí puede y debe aprender de esos errores.

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“Me estoy yendo un poco al carajo, ¿no?”, pregunta.
Su verborragia lleva el diálogo por caminos imprevistos.
 
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