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Brasil, el eslabón más débil del neoliberalismo

 Por Emir Sader

El neoliberalismo llegó de manera avasalladora a America en los años 90. Para ello era indispensable erigir el combate contra la inflacion, contra el Estado, contra la protección del mercado interno, para que neoliberalismo surgiera como la panacea a todos los males que nos aquejaban.

En Brasil, el discurso de Fernando Collor de Mello de que los coches que se fabricaban en el pais eran carrozas y de que todos los servidores públicos eran marajás, preparó el clima para el ajuste neoliberal iniciado por él y desarrollado plenamente por Fernando Henrique Cardoso. Este retomó el mismo discurso, propagandeando el caráter antisocial y perezoso de los empleados públicos, de los retirados, de los profesores.

Después del éxito inmediato del control relativo de la inflación, el proyecto neoliberal se agotó, porque no habia tocado en el tema fundamental de Brasil y de America Latina: la desigualdad social, de la que nuestro continente es primero en el mundo. Al plantear ese tema como central, Lula triunfó y puso en práctica los más exitosos programas sociales que el país habia conocido. Fue la prioridad fundamental de su gobierno y le permitió hacerse reelegir, eligir a su sucesora y hacer que la reeligan.

Despues de cuatro derrotas sucesivas y la perspectiva de que ellas continuen –aun más con una nueva candidatura de Lula–, la derecha brasilena buscó el atajo del golpe, valiéndose de una mayoria parlamentaria, del momopolio de los grandes medios y de la pasividad complaciente del Poder Judicial. Y para confirmar el caracter golpista del nuevo gobierno, pone en práctica el programa derrotado cuatro veces en las elecciones, por la fórmula que había elevado a Temer a la vicepresidencia.

Sin embargo, a pesar de realizar el sueño de la derecha, desde 2002, de recuperar el control del gobierno, las bases en que logra hacerlo son extremadamente frágiles, haciendo de Brasil el escenario de la disputa más decisiva del continente. Del punto de vista económico, después del estancamiento y de la recesión económica de los últimos años, la aplicación esquemática del viejo y fracasado ajuste fiscal solo puede llevar la economía a una recesión todavía mas profunda, sin perspectiva alguna de recuperacion economica. Temer ya habla de tres años de ajuste fiscal, más alla de su mandato, que va hasta 2018.

Del punto de vista social, el carácter frontalmente antipopular de las medidas anunciadas y ya puestas en práctica por el gobierno de Temer le impide de conquistar cualquier apoyo popular. Su política económica responde a los intereses del capital financiero, que profundiza las ganancias de la intermediación financiera, que desvía hacia la especulación los recursos que podrían ser invertidos en actividades productivas. El ministro de economía afirma reiteradamente que su compromiso es con el ajuste fiscal y nada mas. Que, en el mejor de los casos, logrará entregar el gobierno, en 2018, con las finanzas públicas equilibradas, a un costo social inmenso.

Asimismo, el gobierno debe poner en práctica su ajuste, cortando derechos y recursos para politicas sociales, a partir de un largo camino de conquistas de esos derechos y de elevación del poder adquisitivo de los salarios. Es por lo tanto una situación mucho más difícil para la derecha que la de los años 1990, porque necesita quitar derechos adquiridos de la población.

Politicamente también la situación es muy difícil para el gobierno golpista brasileño. No fue un gobierno eligido por el voto popular, tiene un presidente cuestionado en su legitimidad por enormes manifestaciones populares, sin poder prometer nada importante para la sociedad, sino sacrificios.

Es un gobierno que intenta desmontar el patrimonio público, por un proceso radical de privatizaciones, que corta recursos para políticas sociales por mucho tiempo, que intenta quitar derechos a los trabajadores en las negociaciones salariales y valerse del alza del desempleo como variable para contener a la inflación.

Es un gobierno que se ha instalado ya de manera profundamente antipopular, por un golpe, que vive presionado por el empresariado y por los medios para radicalizar el ajuste fiscal, pero por sus aliados políticos para no aceptar ser tan antipopular, porque les afecta su futuro politico. Temer ya dijo que no le importa tener cinco por ciento de apoyo, con tal de reponer al país en la ruta correcta, que en su concepción es la de control absoluta de la economía del pais por el capital financiero, a expensas de la situación social de la población.

A pesar de la dura derrota del fin de los gobiernos del PT, las fuerzas populares cuentan con el más amplio proceso de movilizaciones que Brasil ha ya conocido en la resistencia al gobierno del golpe y por elecciones directas para presidente del pais. Cuenta con una condena internacional generalizada por la falta de legitimidad democrática del gobierno golpista. Y cuenta con el liderazgo de Lula, favorito en todas las encuestas para ganar en nuevas elecciones presidenciales.

Así, en el marco de la contraofensiva conservadora en America latina, que busca restaurar gobiernos neoliberales, tanto en Argentina como en Venezuela y en otros países de la región, es en Brasil donde el neoliberalismo tiene bases mas frágiles para consolidarse y más dificultades para poner en práctica su programa. Seran dos años duros de disputas políticas, en que no sólo Brasil, sino, en cierta forma, el destino del continente estará en juego.

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