EL MUNDO › CONDOLEEZZA RICE NO CONVENCIO A LA OPOSICION SOBRE EL TERROR Y EL 11-S
Un día para salvarle el pellejo a George W.
El oficialismo republicano estuvo amable y el presidente George W. Bush juzgó su desempeño como “estupendo”, pero Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional, no convenció sobre las fallas que permitieron los atentados del 11 de septiembre y que finalmente sirvieron a W. para racionalizar la invasión que hace un año entraba con sus tanques en Bagdad.
Por Rupert Cornwell *
Desde Washington
La asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, admitió ayer que la administración Bush no estaba en “pie de guerra” antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pero dijo que ni una “bala de plata” hubiera podido prevenir los ataques, que cualquier esperanza de evitarlos fue frustrada por una falta de comunicación endémica entre la CIA y el FBI. En un testimonio de más de dos horas ávidamente esperado por la comisión que investiga los hechos del 11 de septiembre, Rice hizo una calma, clara y enérgica defensa de Bush, insistiendo en que él comprendía perfectamente la amenaza que representaba Al Qaida. Pero a pesar de lo alarmante, ninguna de las intensas “conversaciones” registradas entre terroristas que se pudieron obtener en el verano de 2001 daba alguna indicación –en sus palabras– sobre “cuándo, dónde y cómo” podrían llevarse a cabo los temidos ataques.
Rice, sin embargo, señaló los “impedimentos estructurales y legales” en la recolección y retención de la información de parte del FBI, responsable de la fuerza de ley nacional, y de la CIA, que maneja la inteligencia extranjera. Por lo tanto las sospechas de los funcionarios de campo del FBI en 2001 sobre hombres de Medio Oriente que asistían a escuelas de vuelo en Arizona y Minnesota no circularon como hubieran debido. Tampoco la CIA supo que dos de los futuros secuestradores, conocidos como operativos de Al Qaida, ya estaban en Estados Unidos. Durante mucho tiempo, Bush se negó a que su más cercana consejera en política exterior testimoniara bajo juramento a la comisión, antes de ceder a la abrumadora presión para que Rice lo hiciera. Según funcionarios de la Casa Blanca, el presidente (que juntamente con el vicepresidente Dick Cheney se reunirán privadamente con la comisión más tarde este mes) vio la exposición de Rice desde su rancho en Texas, donde está pasando la semana de Pascua. Sostuvo que había sido “estupenda”, aunque en el actual clima partidario de año electoral es improbable que Rice haya hecho cambiar de opinión a muchos.
Los republicanos en el comité fueron amables en general. Pero los demócratas sostuvieron que Rice no había hecho desaparecer las dudas de que Bush podría haber hecho más para evitar el 11-S. Las preguntas más difíciles provinieron de dos demócratas, el ex senador de Nebraska Bob Kerrey y Richard Ben Veniste, el fiscal del comité de Watergate que procesó a Richard Nixon a comienzos de la década de 1970. Fuertemente en desacuerdo con su principal crítico, Rice insistió que el ex jefe de contraterrorismo de la Casa Blanca, Richard Clarke, nunca había pedido una reunión especial con Bush para enfatizar la grave amenaza que significaba Al Qaida. También negó su afirmación de que la administración Bush no había investigado con suficiente vigor para obtener las preciosas piezas de información de la burocracia federal que hubieran advertido sobre el ataque. La culpa, dijo, estaba en el sistema, no en la Casa Blanca.
Muchas de las críticas dirigidas a Bush giran en torno del memorándum de la Conferencia de Prensa Presidencial Diaria “CPPD”, brindada por la CIA el 6 de agosto de 2001, donde se dice que se advertía que los terroristas podrían utilizar aviones secuestrados para atacar a Estados Unidos. Pero Rice sostiene que el memorándum fue en respuesta a un pedido de Bush para una actualización sobre la amenaza terrorista a Estados Unidos. Repetía los puntos importantes del material existente, pero no advertía específicamente sobre un ataque inminente. Los demócratas anoche renovaron las demandas de una desclasificación de ese “CPPD” en particular. Rice sostuvo, como lo hicieron altos funcionarios de la administración Clinton en un testimonio separado a la comisión el mes pasado, que antes del 9 de septiembre nadie estaba recomendando una invasión en gran escala a Afganistán.
Rice dijo que Bush ya había decidido que era necesaria una estrategia ofensiva contra el terrorismo, para reemplazar el enfoque de la era Clinton de represalias con ataques en pequeña escala contra Al Qaida. Pero Kerrey señaló el fracaso del equipo de Bush para responder al ataque de octubre de 2000 al destructor estadounidense “USS Cole”, aun cuando el FBI había establecido que la organización de Osama bin Laden era la responsable. Airadamente le preguntó a Rice: “¿Qué vuelo de desplazamiento rápido envió el presidente? Nómbreme un vuelo”. Ahora todo es distinto, sostuvo Rice. El terrorismo sólo podía manejarse con acción anticipada. “Nosotros tenemos que estar en lo correcto el ciento por ciento del tiempo, los terrorista sólo tienen que tener éxito una vez”, dijo. “Si aprendimos algo del 11 de septiembre es que debemos atacar primero. Podíamos buscar una mínima victoria o tirarnos a objetivos más amplios. El presidente Bush eligió la segunda opción. Como resultado, regímenes brutales fueron derrocados en Afganistán e Irak, mientras que Libia aceptó abandonar sus programas de armas de destrucción masiva.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.