EL MUNDO › DE LA HEROINA JESSICA LYNCH A LA VILLANA LYNNDIE ENGLAND

Soldadas, una odisea americana

Una de ellas, falsa heroína. La otra aparece en escenas de abuso a presos iraquíes. Sus historias se cruzan: ambas mujeres son de Virginia occidental y se enlistaron escapándose de sus vidas.

Por Andrew Buncombe *
Desde Virginia

El sol se ponía sobre los valles de Virginia occidental, el estado natal de Lynndie England, mientras un grupo de niños terminaba su práctica de béisbol. Al final del partido, Heather Gainer, mientras sus cuatro niños se subían al auto, comentaba: “Da miedo. ¿Qué pasará con nuestra ciudad? Esta es una ciudad muy pequeña”. En los últimos días, la paz de la ciudad de Fort Ashby tembló después de que conociera la participación de England en el abuso y la humillación sexual de prisioneros iraquíes en la cárcel Abu Ghraib al este de Bagdad. “Ella simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”, dijeron sus conocidos. La misma frase trillada se usó en referencia a otra joven mujer soldado de Virginia occidental, Jessica Lynch, la falsa heroína de guerra.
La impactante evidencia –las fotos publicadas que muestran a la soldado de 21 años sonriente apuntando con el dedo a los genitales de un prisionero encapuchado y llevando con una correa a un prisionero en cuatro patas– ha hecho temblar a esta ciudad pacífica. Las fotos que involucran a England y a otros seis soldados han obligado a la gente de Fort Ashby y al resto de Estados Unidos a pensar y preguntarse por el origen de este comportamiento, a preguntarse por qué la gente puede actuar de esta manera. Los amigos y familiares de England simplemente no pueden creerlo. No pueden aceptar que la feliz marimacho con la cual crecieron podría estar involucrada en esas horribles fotos. “No se parece a la Lyn que conocemos”, dicen.
Lo mismo se dijo de la otra joven mujer soldado, Jessica Lynch. Con 22 años, viene del otro lado de Virginia occidental. A pesar de la distancia, la ciudad natal de Lynch, Palestine, es muy similar a Fort Ashby. Ambas ciudades tienen las mismas tasas bajas de criminalidad y el mismo sentido de comunidad. También existe la misma falta de oportunidades para gente joven, la falta de buenos trabajos, las altas tasas de pobreza, el mismo sentido de encierro, la necesidad de huir. Y cuando llegó la oportunidad de escapar, ambas mujeres la tomaron: Lynch se unió al Cuerpo de Mantenimiento 507 para así acceder a una beca para la universidad y dejar atrás una tasa de desempleo del 15 por ciento en su ciudad. England se unió a la Compañía de Policía Militar para escapar de un empleo nocturno en una fábrica de procesamiento de pollo y poder ir a la universidad.
Hace poco más de un año que el mundo escuchó hablar por primera vez de Lynch. Su unidad era parte de un convoy que fue emboscado en el sur de Irak. Varios colegas murieron y Lynch –que fue herida de gravedad cuando chocó su camioneta blindada– fue tomada prisionera y luego trasladada al hospital Saddam Hussein. Lynch fue rescatada en abril de 2003 de un hospital por fuerzas especiales estadounidenses en lo que el Pentágono insistía era una “dramática misión” de rescate. En momentos en que la ocupación parecía estar debilitada y una cantidad de soldados norteamericanos habían sido tomados prisioneros, la historia de Lynch inspiraba tanto a las tropas como a la opinión pública. En realidad, la verdad era otra. Lynch no había sido ni disparada ni apuñalada por sus captores, ni se había enfrentado a ellos hasta que su arma se trabó, ni tampoco las fuerzas especiales debieron enfrentarse con una resistencia para rescatarla. Como admitió ella misma, el Pentágono la había utilizado para hacer propaganda. Aunque la verdad sobre el caso de Lynch llegó a la luz, su status de heroína se mantuvo.
“Esto se está exagerando, al igual que sucedió con esa chica Lynch”, le dijo al Baltimore Sun esta semana su padre, un obrero del ferrocarril. “Pero, en este caso en forma negativa”, agregó. Puede ser que el pueblo de Fort Ashby esté dispuesto a darle a England el beneficio de la duda, por lo menos hasta que emerjan todos los hechos. En Evans Dairy, una heladería, Steven Witt, su mujer Michelle y sus dos hijos estaban tomando helado. “Creo que es demasiado pronto para opinar”, dijo Witt, un mecánico. “Pero no es tan malo como las fotos que vimos hace unas semanas de los cuerpos mutilados de los contratistas estadounidenses.” Y no era la primera vez que sucedía. Su mujer añadió: “Es difícil condenar a gente cuando uno está viviendo su vida aquí y no está haciendo lo que están haciendo ellos”. La señora Gainor fue más explícita en su defensa de England. Dijo: “No estamos ahí para tomar el té. Estamos ahí porque hicieron explotar a 5000 de los nuestros”. ¿Creía ella que Irak estaba involucrado en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001? “Definitivamente estaba involucrado.” Otros en Fort Ashby expresaron pena. “Creo que estuvo muy mal lo que hicieron. No querrían que eso les sucediera a sus familias y no debieron hacerlo”, dijo Cindy Paugh.
Sí, a nivel nacional, Estados Unidos está experimentando una suerte de autoexamen sobre la forma en que los prisioneros son tratados, muchos sostendrían que es demasiado tarde. La administración Bush puede decir que a pesar que las necesidades apremiantes de inteligencia después del 11 de septiembre, Estados Unidos no está involucrado en la tortura, pero este argumento no se sostiene ante el escrutinio. En Guantánamo quedan más de 600 prisioneros, uno solo blanco, ninguno cristiano, ninguno de ellos es la clase de gente que va a la iglesia en lugares como Fort Ashby, todos siguen en prisión sin cargos y sin acceso a abogados. El Comité Internacional de la Cruz Roja, las únicas personas que tienen permiso para visitar a los prisioneros, ha expresado preocupación por la salud psicológica de ellos, declarando que su prolongada detención sin información sobre su futuro está llevando a muchos de ellos a la inestabilidad mental y a numerosos intentos de suicidios.
Mientras tanto, la gente de Fort Ashby señaló que las fotos del penal Abu Gharaib sugieren que el abuso que ocurrió a finales del año pasado fue organizado y ordenado por oficiales superiores a England. Pocos creen que esta crueldad fue algo que ella y sus amigos planearon. Hay gente que está presente, pero que no se ve en las fotos que es igualmente interesante, dicen. “Les dijeron que eso es lo que hay que hacer cuando se quiere información de alguien”, dijo la madre de England. “No sé si fue la CIA o la IM (Inteligencia Militar). Pero ellos no van a ser castigados.” Los habitantes de la ciudad dicen que no hay nada en su pasado que pudiera haberla llevado a esto, no hay una historia de abuso, ni de que ella maltratara a animales. Todas las historias apuntan a que no era un persona cruel. En realidad, lo que todos se preguntan es cómo una mujer que muchos de ellos conocían, que llevaba la misma vida que llevan ellos, podría haber terminado involucrada en algo así.
Al menos uno de los habitantes, Richard Annan, cree que cualquier examen debe ser, por lo menos en parte, interno. “Después del 11 de septiembre, creo que todos nosotros tenemos un poco de eso en nosotros”, dijo Annan.
El verano pasado, cuando Lynch retornó a Palestine, la gente le dio la bienvenida en las calles, sus amigos y vecinos estaban más interesados en darle la bienvenida que en preocuparse si el Pentágono había dicho o no la verdad. Un comunicado del Octavo Cuerpo Aerotransportado del ejército de EE.UU. en Fort Bragg (Carolina del Norte) señaló que se presentó cargos concretos contra England. Otros seis de su unidad, incluyendo a Charles Graner, supuestamente su prometido y el padre del hijo que espera, deben comparecer ante la corte marcial.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: X. F. y C. D.

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Soldados Jessica Lynch (izq.) y Lynndie England (der.), imágenes que recorrieron el mundo.
 
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