EL MUNDO › UN ATAQUE SUICIDA EN PAKISTAN DEJO 50 MUERTOS
Golpe a una mezquita chiíta
Por Alexia Torres*
Desde Nueva Delhi
Al menos 50 personas murieron y 125 resultaron heridas ayer en una explosión en una mezquita chiíta en la ciudad de Karachi, el centro económico de Pakistán. El ataque, presuntamente llevado a cabo por un suicida, tuvo lugar en el día de culto para el Islam, cuando docenas de fieles abarrotaban la mezquita de un distrito comercial de la ciudad. Entre los heridos, una treintena sufría graves lesiones, con lo que el número de víctimas mortales podía aumentar, según fuentes hospitalarias.
El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, ha ordenado una investigación después de calificar el suceso como “un atroz acto terrorista”. La explosión destruyó parte de la estructura del edificio y su tejado y provocó escenas de pánico. “Es un acto evidente de terrorismo. Es la obra de los enemigos de la paz. Tienen como objetivo inocentes fieles”, declaró el consejero provincial de Seguridad, Aftab Sheij.
Ningún grupo reivindicó el ataque en la mezquita Haideri, ubicada dentro del histórico colegio Sindh Madarsatul Islam (Escuela de Islam de la provincia de Sindh), donde el fundador de Pakistán, Mohammed Ali Jinnah, recibió su educación temprana. Decenas de chiítas indignados salieron a protestar de inmediato por el centro de Karachi, donde destruyeron autos y vidrieras a piedrazos y prendieron fuego a una estación de servicio estatal y a numerosos vehículos.
El jefe de policía de Karachi, Tariq Jameel, dijo que 15 personas murieron en el ataque, incluyendo al imán de la mezquita, Jawaja Kumail, y otras 125 resultaron heridas. “Fue un ataque suicida. Los explosivos estaban adosados al cuerpo del atacante, quien se filtró entre la concurrencia y detonó la bomba aparentemente en la tercera fila de fieles”, dijo por su parte Aftab Sheij. La mezquita, adyacente a otra sunnita ubicada también dentro del colegio, quedó muy dañada. Grandes manchas de sangre aún líquida eran visibles en el piso y las paredes, y restos humanos, entre ellos miembros enteros, estaban esparcidos por el suelo. Un testigo, Ali Abbas, con sus ropas ensangrentadas, dijo que se hallaba en la tercera fila cuando explotó la bomba y que algo lo golpeó en la espalda. Karachi es sede de varios grupos fundamentalistas y escenario de numerosos atentados antioccidentales y de brotes de violencia religiosa.
*De El País de Madrid. Especial para Página/12.