EL MUNDO
Al-Sadr desafió a los soldados y dos periodistas murieron en Irak
El líder de los chiítas radicales, Muqtada al-Sadr, hasta ayer escondido, apareció dedicando su sermón a denunciar a Bush por los abusos a los prisioneros de Abu Ghraib. En otro hecho fueron muertos de disparos dos periodistas de la televisión polaca.
Por Justin Huggler*
Desde Bagdad
Desafiando directamente a las fuerzas norteamericanas, el clérigo radical chiíta iraquí Muqtada al-Sadr, viajó a su fuerte en Kufa (centro) ayer para dirigir la oración del viernes, pese a la presencia de cientos de tropas norteamericanas que rodeaban esa ciudad y a Najaf. En otra parte de Irak, dos periodistas más murieron ayer, en una posguerra que se está convirtiendo rápidamente en una de las historias más peligrosas del mundo para cubrir. Waldemar Milewicz, uno de los reporteros de televisión más conocidos de Polonia y su productor, Mounir Bouamrane, murieron en una emboscada a su auto al sur de Bagdad.
Sadr dedicó su sermón a denunciar a las fuerzas estadounidenses y al presidente George W. Bush por las acusaciones de abuso a los prisioneros de Abu Ghraib. El sermón llegó un día después de que fuerzas norteamericanas lanzaran una fuerte ofensiva contra su milicia, el ejército de Mehdi, en y alrededor de las ciudades santas de Najaf y Kerbala, además de Kufa. Uno de los asesores principales de al-Sadr en la ciudad chiíta de Basora llamó a un levantamiento contra tropas británicas y les dijo a sus seguidores que se le permitiría a quien capture una soldado femenina británica mantenerla como esclava. El jeque Abdul-Sattar al-Bahadli ofreció recompensas de 350 dólares por la captura de un soldado británico y 150 por matar a uno. La oferta llegó después de que se diera a conocer un video en el que Osama bin Laden aparentemente ofrecía grandes cantidades de oro como recompensa por matar a ciudadanos de cualquiera de los países que tengan fuerzas de ocupación en Irak.
Al-Sadr ha pasado mucho tiempo de las últimas cuatro semanas refugiado en el santuario del Imán Ali en Najaf, pero presenció los rezos del viernes en la ciudad cercana de Kufa. Ayer, apareció, como es habitual, rodeado por milicianos vestidos de negro y llevando un arma anti-aircraft. Comandantes estadounidenses dijeron que se abstuvieron de atacar al ejército de Mehdi en Najaf ayer por respeto al sabático musulmán. Pero, en Kerbala, informaron que hubo incidentes y explosiones cerca de dos de los más importantes santuarios de la ciudad. Seis miembros de una familia, incluyendo tres niños de dos, cuatro y cinco años, murieron por la noche en Najaf cuando su casa fue atacada, aparentemente por fuego de morteros norteamericanos.
En su sermón, al-Sadr condenó a Bush por los supuestos abusos en la prisión Abu Gharaib. “¿Qué tipo de libertad y democracia podemos esperar de ustedes (los norteamericanos) cuando les da tanta alegría torturar a prisioneros iraquíes?”, preguntó al-Sadr. “Estados Unidos dice que está luchando contra el terrorismo, no apoyándolo, y que está diseminando justicia e igualdad y libertad y democracia entre la gente. Ahora está haciendo los mismos actos que hacía el pequeño diablo Saddam y en el mismo lugar donde se oprimía a iraquíes.” Dirigiéndose directamente a Bush, dijo: “Su disculpa no es suficiente. Este crimen no se soluciona con una disculpa. Los que hicieron el crimen deben ser castigados de la misma manera en el mismo lugar”. Sadr tiene una popularidad limitada entre los chiítas iraquíes, pero, al condenar el escándalo de Abu Ghraib, podría aprovechar el enorme sentimiento anti-norteamericano.
Al enfrentarse a al-Sadr y a sus milicianos en las ciudades santas, como parecen estar haciendo después de la ofensiva del jueves, se arriesgan a darle un atractivo popular que no tiene en este momento. Las escenas eran extraordinarias cuando se invitaron a los chiítas iraquíes a rezar en mezquitas sunitas y evidenciaban lo poco que los norteamericanos han comprendido a la sociedad iraquí. Hace unos pocos meses, Estados Unidos advertía del peligro de una guerra civil entre los sunitas y chiítas iraquíes. Así, las comunidades se unieron contra los ocupantes.
El periodista polaco Milewicz, que murió ayer en una emboscada, había cubierto muchos de los conflictos más peligrosos de los últimos tiempos, incluyendo Chechenia, Ruanda y Bosnia. Su muerte demuestra la peligrosidad de las calles. Los periodistas murieron en una calle aledaña a la autopista 8, cerca de Mahmudiya. La autopista es la única forma de llegar desde la capital a las ciudades de Najaf y Kerbala.
La autopista estaba bloqueada, así que Milewicz y su equipo se desviaron por una calle aledaña que su chofer creía segura, según el camarógrafo, Jerzy Ernst, que sobrevivió al ataque. “De repente escuchamos tiros atrás nuestro y la ventanilla quedó destrozada”, le dijo Ernst, quien fue herido, a su canal de televisión polaco, TVP, desde la cama de un hospital en Bagdad. “Después había silencio. Salimos del auto y vimos que Waldek estaba sentado, echado hacia adelante, muy pálido, con la nariz sangrando.” El camarógrafo y el productor intentaron sacar a Milewicz del auto, pero los atacantes abrieron fuego por segunda vez, matando a Bouamrane e hiriendo a Ernst. Aleksander Kwasniewski, el presidente polaco, dijo: “El periodista más reconocido fue asesinado. Es una gran tragedia para sus familiares y una enorme pérdida para todos nosotros”.
*De The Independent de Gran Bretaña especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.