EL MUNDO › SALE UN HOMBRE DE LINEA DURA CON LA
INMIGRACION Y LA LUCHA ANTITERRORISTA

Final del juego de un aliado de Blair

A fin de noviembre, el destape del affaire del titular de Interior, David Blunkett, con la directora de una revista complicó al gobierno británico. Blunkett, lo más conservador del laborismo, renunció ayer, bajo acusaciones de que ayudó a la niñera de su ex amante a obtener el visado.

Por Andrew Grice y Nigel Morris *

Un lloroso David Blunkett, que renunció anoche bajo acusaciones de que ayudó a la niñera de su ex amante Kimberly Quinn a obtener una visa, dijo que “había sacrificado su carrera política” por el amor de su hijo de dos años. Con la renuncia de Blunkett, el gobierno del premier británico, Tony Blair, se quedó sin su aliado clave para las próximas elecciones. Blunkett, de línea dura en temas de inmigración y lucha contra la delincuencia, fue el propulsor de propuestas tan poco populares como la creación de un carnet de identidad para todos los ciudadanos del Reino Unido. Blair nombró en esa cartera al secretario de Educación.
El ministro de Interior se fue antes del final de la investigación oficial sobre el trámite de un visado permanente por vía rápida, cuya conclusión será conocida la semana que viene. Su decisión ocurrió en un día dramático en el que sufrió el retiro del apoyo entre sus colegas del gabinete y miembros parlamentarios laboristas. Entre febriles especulaciones en Westminster sobre si Blunkett sería forzado a irse después de perder la confianza de ministros y diputados, el ministro renunció alegando que había intervenido para ayudar a Leoncia Casalme a obtener el derecho de entrar y salir y poder permanecer en Gran Bretaña indefinidamente.
El ministro de Interior barajaba la posibilidad de renunciar el jueves cuando Alan Budd, que conduce la investigación, le dijo que había descubierto un intercambio de faxes y correos electrónicos entre su oficina y el Departamento Nacional de Inmigración en los que se le comunicaba a Casalme que su tramitación podía tardar un año. Fue aprobada, luego, en sólo 19 días.
Blunkett insistió en que no tenía ningún recuerdo de haber tratado el tema y predijo que esto sería aclarado por Budd. Pero él no se “escondería detrás” de funcionarios y aceptó toda la responsabilidad por cualquier “percepción” de que el trámite había sido acelerado. Admitió que se había enviado nuevamente un memorándum al Ministerio de Interior que decía “sin favores, pero un poco más rápido”.
Un conmovido Blunkett dijo en una serie de entrevistas televisivas anoche que había renunciado por el bien de su hijo de dos años, luego de las “peores” semanas de su vida. Quinn no ha aceptado que él sea su padre.
Blunkett, que está tomando medidas en las cortes familiares para asegurarse el acceso al niño, dijo: “No lamento la decisión que tomé en septiembre de no comenzar una nueva y feliz vida después de terminar esta historia como se me había pedido. No abandonaría a mi cuarto hijo, el más joven”. Dijo que se había dado cuenta tres meses atrás de que “si alguna vez iba a poder ver a mi hijo menor de nuevo, si alguna vez lo volviese a tomar en mis brazos como hice cuando era un bebé, habría costos”. Agregó: “No había vislumbrado completamente la enormidad de estos costos. Pero con el tiempo la gente comprenderá la enormidad de lo que he pasado, lo que fui capaz de sacrificar por ese pequeño niño, junto con mis tres hijos mayores”. “¿Qué clase de ser humano, de hombre, de político, pondría verdaderamente su carrera y su persona pública por delante de lo que un ser humano decente desearía hacer? No creo que queramos políticos como esos, y si la gente los quiere así, entonces no me quieren a mí.” Blunkett asestó un golpe duro a las “mentiras” que habían circulado sobre él, y ferozmente negó que hubiera filtrado noticias a la prensa sobre su ex amante. Dijo: “No pondría al mundo en contra mía o de mi pequeño niño”. En un conmovedor momento en referencia a su relación con Quinn, a quien intentó persuadir para que se casase con él, dijo: “Malentendí lo que teníamos”.
La tragedia personal para Blunkett es también un severo golpe personal y político para Tony Blair, que apoyó con resolución su lucha por mantenerse en su puesto. La pérdida de un leal peso pesado probablemente dispare especulaciones sobre el futuro de Blair. Había crecientes dudas entre los miembros laboristas del Parlamento, anoche, de que él alcance a completar el período, si obtiene la victoria en una tercera elección. Luego de los comicios de 2001, Blair les dijo a sus cuatro ministros de los departamentos clave (Stephen Byers, Estelle Moris, Alan Milburn y Blunkett) que quería que se mantuvieran en sus cargos hasta la próxima elección. Todos ellos renunciaron a sus funciones.
En una rápida reorganización, anoche, el primer ministro designó a dos Blairitos, en una movida percibida como la búsqueda de un sostén para su posición contra el hombre que tiene más posibilidades de sucederlo: el canciller Gordon Brown. Blair sugirió a Charles Clarke, sucesor de Blunkett en la Secretaría de Educación, para hacerse cargo del Ministerio de Interior. Tendrá un rol central en la preparación de la elección general de mayo, cuando los laboristas pongan el crimen y los temas de seguridad en el centro de la escena. Ruth Kelly obtuvo una rápida promoción al gabinete como secretaria de Educación, y su cargo como asistente de Alan Milburn, el coordinador de las elecciones y de las políticas laboristas, fue tomado por otro blairista, David Miliband.
Si un político tan pragmático como Blair aguantó tanto tiempo las presiones antes de dejar caer a Blunkett, fue por el papel central de este último en la estrategia de ley y orden y su firmeza en la lucha antiterrorista, uno de los temas en los que había decidido centrar su campaña para los comicios de mayo.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Alicia B. Nieva.

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En foco, el renunciante David Blunkett, a su lado (borroso) el premier británico Tony Blair.
 
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