EL MUNDO › EL NUEVO PONTIFICE REZO POR NO SER EL ELEGIDO DE DIOS
El regalo del cielo, Benedicto XVI
Durante el cónclave, Ratzinger esperaba no ser Papa y pidió a Dios que lo librara “de ese destino y eligiera a otro más fuerte”. El Papa se reunió ayer con peregrinos alemanes y representantes de las principales religiones, bregando por el diálogo interreligioso.
Por Enric González *
Desde Roma
Benedicto XVI habló ayer, ante 5000 peregrinos alemanes, de su reluctancia a convertirse en Papa y de sus sensaciones en el cónclave. “Cuando lentamente el desarrollo de la votación dio a entender que la guillotina se acercaba a mí y me miraba”, explicó, “pedí a Dios que me librara de ese destino, pero, evidentemente, aquella vez el Señor no me hizo caso”. El nuevo Pontífice recibió también a representantes de las principales religiones y recibió elogios del patriarca ortodoxo ruso por su conservadurismo. El Papa prometió que trabajaría por la unidad de los cristianos.
La audiencia con sus compatriotas, casi todos bávaros, mostró a un Ratzinger más relajado que en jornadas anteriores. Llegó a la Sala Paulo VI, donde los peregrinos lo esperaban cantando himnos religiosos y coreando su nombre, con 25 minutos de retraso, lo que le permitió una tímida broma: “Disculpen mi retraso; dado que los alemanes suelen ser puntuales, debe significar que me estoy italianizando”, dijo. Puntualizó, sin embargo, que pese a sus “23 años y medio en Roma” y su recién estrenada condición de obispo de la ciudad, seguía “siendo bávaro”.
Josef Ratzinger utilizó por primera vez la puerta principal de la sala dedicada a las audiencias multitudinarias y recorrió el pasillo central hasta el estrado, estrechando manos y bendiciendo niños. El recorrido duró unos cinco minutos. El Papa dedicó buena parte de su parlamento, en lengua alemana, a insistir en que nunca pensó en suceder a Juan Pablo II,
“Pensaba que el trabajo de mi vida había concluido y que me esperaban unos años tranquilo”, comentó. “Nunca supuse que podía salir elegido y no hice nada para favorecer que me eligieran.” Y se refirió a las decisivas 24 horas de encierro y a las cuatro votaciones que lo convirtieron en vicario de Cristo. “Quiero decirles algunas cosas sobre el cónclave”, comenzó, “sin violar el secreto. Cuando lentamente el desarrollo de la votación dio a entender que la guillotina se acercaba a mí y me miraba, pedí a Dios que me librara de este destino y eligiera a alguien más fuerte que yo, pero, evidentemente, aquella vez el Señor no me hizo caso”.
“Cuando vi acercarse aquella guillotina”, prosiguió, “recordé una cosa que me había escrito un sacerdote alemán en una carta que llevé conmigo al cónclave. Me decía el sacerdote que si el Señor dirigía hacia mí la orden ‘sígueme’, debía recordar cuanto yo mismo había dicho en el funeral de Juan Pablo II y no rechazar la llamada”.
Después se refirió a la Jornada Mundial de la Juventud prevista para mediados de agosto en Colonia, y aseguró que se sentía “feliz ante la perspectiva de un acontecimiento en el que el mundo se encontrará y los jóvenes encontrarán a Cristo”. Luego, otra suave ironía: “Confío en su indulgencia cuando me equivoque, y también cuando como Papa diga cosas poco comprensibles, porque el Papa debe decir esas cosas; de ahora en adelante, cuento con vuestra confianza”.
Antes de la audiencia con los alemanes, Benedicto XVI recibió a los representantes de otras religiones que asistieron el domingo a la misa de inauguración. Había, entre otros, dirigentes protestantes, ortodoxos, judíos y musulmanes. El papa Ratzinger dijo sentir “la necesidad de afirmar de nuevo el compromiso irreversible, adoptado por el Concilio Vaticano II”, de trabajar por “la unidad de los cristianos”. Tendió igualmente la mano al Islam: “Siento particular agradecimiento por la presencia de miembros de la comunidad musulmana, y expreso mi satisfacción por el aumento del diálogo entre musulmanes y cristianos, a nivel local y a nivel internacional”.
El patriarca de Moscú, Alexio II, jefe espiritual de los ortodoxos rusos, elogió tras el encuentro el “conservadurismo” del nuevo Papa. “Benedicto XVI es un conservador y me parece que podemos hallar obligaciones y objetivos comunes”, manifestó. “También para nosotros son inaceptables los matrimonios homosexuales, la homosexualidad y el sacerdocio femenino.”
Alexio II subrayó que había puntos de encuentro, pero también dificultades que seguían impidiendo un viaje del Papa a Moscú y alejaban la perspectiva de una reunificación cristiana. Enumeró los problemas desde el punto de vista ortodoxo: el proselitismo cristiano, la penetración del catolicismo de rito griego en Oriente y la desigualdad entre católicos de rito griego y ortodoxos en Ucrania occidental.
Por la tarde, Benedicto XVI realizó su primer desplazamiento oficial fuera del Vaticano para visitar la basílica de San Pablo Extramuros.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.