EL MUNDO
Nuevos bríos de los viejos actores bolivianos en un clima preelectoral
El Congreso de Bolivia tiene que lograr un acuerdo político para allanar el camino a elecciones generales. Mientras, el MAS de Evo Morales forma un frente antineoliberal y la derecha se postula de centro.
Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Pese a la resistencia de no pocos legisladores, la convocatoria a elecciones generales va ganado terreno. Una prueba de ello es que los congresistas se preparan para distribuir entre los partidos de la ex megacoalición una serie de cargos cuyo nombramiento depende de ellos y así mantener su cuota de poder en el Estado pese al rechazo ciudadano. La duda es cómo se armará el “combo” electoral, que debe incluir elecciones de presidente y vice, prefectos (gobernadores), referéndum autonómico y Asamblea Constituyente. En la simultaneidad o no de todas estas elecciones –más que de fechas se trata de prioridades políticas– reside hoy la discordia política en el país, mientras el presidente Rodríguez Veltzé trata de acercar posiciones.
Los legisladores volverán mañana martes a sus bancas para empezar a definir su propia salida y encarar la misión (casi) imposible de articular las agendas en disputa. Esta vez, los “representantes del pueblo” no deberán sesionar con dinamita en la nuca, como durante las anteriores semanas de honda convulsión política y social. Sin embargo, como lo demuestran los intentos de la Unión Juvenil Cruceñista de evitar el ingreso de Evo Morales a la ciudad de Santa Cruz, se mantiene la radicalidad de las fuerzas en pugna. Ni los cívicos cruceños están dispuestos a ceder en su demanda de referéndum autonómico antes de la Constituyente ni los movimientos sociales, incluido el MAS, resignarán su demanda prioritaria de Asamblea Constituyente para “refundar el país y recuperar los recursos naturales”. Si bien se espera que los primeros sean virtualmente pulverizados en el ámbito nacional –sobreviviendo sólo en sus “bastiones”: MNR en Santa Cruz, MIR en Tarija– no es obvio que el peso de la izquierda en las movilizaciones le asegure el triunfo electoral.
En esto Bolivia es tan “normal” como cualquier país vecino: las mayorías silenciosas parecen reacias a votar por la izquierda. Como lo demuestran las últimas elecciones municipales, a Evo Morales le ha resultado muy difícil “enamorar” a los sectores medios –e incluso populares– urbanos y en gran medida el MAS sigue siendo una fuerza campesina. Y otro dato: si se presentara –no puede hacerlo porque en Bolivia no hay reelección– Carlos Mesa estaría entre los que según las encuestas cuentan con más votos para llegar al sillón presidencial.
La gran novedad en la izquierda es el preacuerdo entre el MAS y el Movimiento Sin Miedo (MSM) para conformar un frente amplio antineoliberal. “No hay nada definido aún”, dijo el líder del MAS a la salida de la cita con el alcalde paceño y líder del MSM Juan del Granado. Sin embargo, la reunión parece una señal favorable a la conformación de un bloque progresista que articule la ciudad y el campo. “La línea del MSM es un Frente Amplio con acento estratégico entre quienes comparten un proyecto de país alternativo”, le dijo a este diario el presidente de ese partido, Javier Bejarano. La semana pasada Evo Morales fue convencido por algunos de sus asesores del riesgo de quedar como un “candidato campesino”, acechado desde la izquierda “dura” y desde el centroizquierda, lo que lo llevó a tender puentes hacia expresiones moderadas de la izquierda urbana. Y, de esta forma, procurar traducir en las urnas el sentimiento expresado en las calles durante las últimas movilizaciones.
La izquierda tiene enfrente a dos candidatos de centroderecha con chances de capitalizar el rechazo de muchos bolivianos a los bloqueos. El ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina. Cada uno de ellos trata de ocupar el centro y dejar a su adversario a la derecha.