EL MUNDO
“Que la prevención no sea una cacería de brujas”
En diálogo con Página/12, José Vivanco, de Human Right Watch, advirtió sobre el reto de no ceder al terror, preservando las garantías individuales. Adhiere a una cooperación judicial globalizada.
En medio de la controversia que generan las medidas antiterroristas del Reino Unido e Italia, que también se están discutiendo dentro de la Unión Europea, el director para las Américas de Human Right Watch, José Miguel Vivanco, deseó que “las reacciones de Europa sean propias de una respuesta inmediata a lo que sucedió en Londres y que, con la cabeza fría, se imponga el sentido del derecho”. En conversación telefónica con Página/12 desde Washington, Vivanco destacó que hay que “evitar que la prevención se traduzca en una cacería de brujas, o en una persecución religiosa o étnica”.
–¿Qué opina de las medidas que se están discutiendo en varios países europeos para prevenir futuros atentados?
–Es evidente que ante una amenaza tan concreta y real como es la del terrorismo –que existe y que la hemos sufrido en carne propia– hay que estar preparados instrumental y políticamente para, ojalá, lograr prevenir estos hechos y no sólo actuar luego de que se han consumado. Con miras a la prevención o al castigo, no tenemos reparos en una cooperación judicial y política entre los miembros de la Unión Europea, y tampoco entre América latina y el resto del mundo. Hay que facilitar la cooperación judicial de gobierno a gobierno para poder prevenir futuros atentados. Además, debemos perfeccionar los mecanismos jurídicos y los modos y la calidad de la Inteligencia para poder confrontar mejor los hechos.
–¿Cómo se establece el límite entre la seguridad nacional y las libertades individuales?
–Vemos con preocupación, tras lo ocurrido en Londres, que se esté pensando restringir libertades civiles en vez de intentar protegerlas. El límite entre la seguridad y la libertad es muy complejo, muy difícil. Pero nosotros creemos que un equilibrio es posible. Ojalá que las reacciones de Europa sean propias de una respuesta inmediata a lo que sucedió en Londres y que, con la cabeza fría, se imponga el sentido del derecho. El desafío central en cualquier política anti-terrorista es que se elabore dentro de un marco de pleno respeto a las garantías judiciales fundamentales. ¿Para qué? Para evitar abusos, arbitrariedades, injusticias y, sobre todo, para asegurar una mayor eficacia. Porque el Estado debe sustentarse en la moral. Ningún Estado, y menos todavía un Estado democrático, puede contrarrestar el terror valiéndose de medios que signifiquen un abuso de autoridad, es decir, maltratos, torturas o detenciones arbitrarias. El gran desafío es no ceder ante el terror. Es preservar las garantías fundamentales que hemos conquistado con tanto esfuerzo en los países latinoamericanos y también en Europa.
–¿Los atentados en Londres refuerzan la política de EE.UU. en Guantánamo?
–Creo que la opinión pública está dividida en Estados Unidos. Están aquellos que por los atentados de Londres piensan que hay que olvidarse de las críticas y los cuestionamientos a las torturas en Guantánamo, y que la única manera de combatir el terrorismo es con mano dura. No sé si este grupo es minoritario o mayoritario pero existe. Cada vez que sucede algo como lo que pasó en Londres, agrupan filas bajo la mano dura. Esto sólo reafirma y fortalece la política de la administración Bush. Uno de los pilares de ésta ha sido combatir el terrorismo allí donde están los terroristas, para evitar que lleguen a nuestras fronteras y que ingresen a Estados Unidos. Por eso, cuando hay un atentado, hay gente que le exige rendir cuentas: por lo que están haciendo en otra parte, aumenta la inseguridad acá. Mientras tanto, las fronteras siguen siendo muy porosas y los sistemas de seguridad no son cien por ciento infalibles. Antes de Londres, el cuestionamiento a la política de Estados Unidos –centrado en Guantánamo– se estaba generalizando. Los republicanos que se sumaban, lo hacían por un problema de imagen y no porque allí se estaban violando derechos fundamentales. No da igual, pero lo importante es que ya había hasta republicanos que se oponían a Guantánamo, algunos muy importantes como el ex miembro del gabinete de Bush, Mel Martínez. Lo de Londres no ayuda a la discusión, al contrario. Los sectores que piden mano dura se ven fortalecidos.
–¿Qué medidas deberían tomar los países que se sienten amenazados?
–Debe haber un mejor sistema de inteligencia. Hay que invertir en seguridad, es decir, en investigación preventiva. El terrorismo es una verdadera mafia y para combatirlo hay que utilizar métodos similares a los que se utilizan contra el crimen organizado. En este marco, se debe fortalecer la cooperación judicial –facilitando las extradiciones, por ejemplo–, policial y de inteligencia entre los distintos estados, pero especialmente en la Unión Europea. La prueba de fuego es mejorar estas áreas sin dar lugar a arbitrariedades en detrimento de las garantías judiciales. Debe haber esfuerzos explícitos para evitar que la prevención se traduzca en una cacería de brujas, o en una persecución religiosa o étnica. Esto es esencial para asegurar la credibilidad y la eficacia de las políticas, pero también porque, de suceder, atentaría contra la seguridad de la propia Europa.
Reportaje: Laura Carpineta.