EL MUNDO
Ahora, el fantasma de una guerra entre israelíes y árabe-israelíes
A nueve días del inicio de la desconexión israelí de la Franja de Gaza, la matanza por un colono ex soldado de cuatro árabe-israelíes hace evocar la posibilidad de una nueva grieta en Israel, diseñada para crear conflicto y sabotear la entrega de territorios.
Por Donald Macintyre *
Desde Shfaran
El ejército israelí está investigando cómo el asesino judío de cuatro árabes-israelíes pudo andar suelto con su arma militar M16, durante seis semanas después de desertar del ejército como protesta por la retirada de Gaza. La investigación comenzó mientras miles de residentes locales en esta ciudad normalmente pacífica acudían a los funerales de dos cristianos y dos musulmanes víctimas de Eden Natan Zada, que fue muerto a golpes por una multitud enfurecida después de los disparos en un ómnibus 165. Sucedió después que los padres del hombre armado, identificado como un adherente al movimiento ilegal Kach, fueron citados por los medios israelíes porque se quejaban de que el ejército no había hecho lo suficiente para localizar y desarmar a su hijo después de su deserción a pesar de la información de que estaba viviendo en el asentamiento de Tapua, un bastión del extremismo en Cisjordania.
Una declaración del ejército dijo que Dan Halutz, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), había “ordenado que fueran investigadas las circunstancias que rodeaban y conducían a la posesión de un arma del FDI por un soldado que había desertado y que tenía antecedentes problemáticos”. Fuentes militares insistieron en que se habían hecho “grandes esfuerzos” para localizar al desertor. Pero Mohammed Barakeh, un prominente parlamentario árabe-israelí que vive en la ciudad, dijo ayer que el ataque representaba, entre otras cosas, “una falla de los servicios de seguridad para prevenir y arrestar al hombre armado”. Barakeh dijo que era imposible considerar los disparos como sólo la responsabilidad de un individuo cuando “todos los días esta gente oye hablar sobre el traslado de árabes, sobre la población árabe como enemiga y que el Knesset aprueba leyes contra los ciudadanos árabes de Israel”. Añadió que los árabe-israelíes no querían morir en una batalla sobre la desconexión de Gaza “entre la extrema derecha y la aún más extrema derecha. Cada fascista en Israel piensa que al matar más árabes puede cambiar la agenda del Estado”. Las víctimas incluyen al conductor del ómnibus, Michel Bahuth, un católico griego practicante que tenía dos hijos y había ayudado a construir la escuela elemental local.
Un amigo suyo, Samer Nachli, dijo que había estado manejando el ómnibus el jueves a la tarde para ganar horas extras. Añadió: “Michel se sentía tanto un israelí. Estaba orgulloso de ser un árabe y un cristiano así como de ser un israelí”. Nachli se alegró de la inequívoca condena de Ariel Sharon, el primer ministro israelí, por los disparos, pero advirtió que Israel estaba “creando un monstruo” al consentir que los colonos que se oponen a la desconexión de Gaza estén armados. Nachli dijo que estaba “contento” que el hombre armado muriera después del ataque. “Si lo hace un musulmán lo llaman un terrorista, si lo hace un judío lo llaman un loco. No quiero que vuelva y baile en Tapua dentro de cinco años.”
Rami Aboud, de 35 años, uno de los que ayudó a aprehender y a desarmar al desertor del ejército inmediatamente después de los tiros, dijo que el hombre le había dicho: “Quiero matar a todos los árabes que encuentre”. Su padre, Mussef Adeeb Aboud, de 61 años, describió a Israel como un “Estado amado” pero añadió: “Hay un pequeños grupo de judíos que son muy religiosos y racistas. Israel debería castigarlos porque están creando racismo”.
Una pequeña pila de zapatos de las víctimas de los disparos yacía en el pavimento al lado de las coronas funerarias por los muertos. Un pequeño grupo de manifestantes de toda la ciudad árabe sacudía banderas proclamando: “Estamos cansados del racismo”. Sharon enfatizó su definición pública de la masacre como un acto “terrorista” al pedir al Instituto Nacional de Seguros que les pagara a las familias de las víctimas la misma suma mensual pagada a las víctimas judías de los ataques palestinos. Y eljefe del ejército, general Shaul Mofaz, prohibió el entierro del atacante en un cementerio militar.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.