Lun 05.09.2005

EL MUNDO  › NISTRACION BUSH EMPIEZA A ACEPTAR LA ESCALA DE LA CATASTROFE

Admiten los muertos cuando ya ascienden a miles

Confrontada con la crisis política potencialmente más grande de su mandato, el presidente Bush admitió ayer por primera vez que las bajas por el huracán Katrina podrían contarse en miles. La tormenta de críticas arrecia mientras socorristas federales ingresan por primera vez a Nueva Orleans, convertida en una ciudad fantasma.

› Por Rupert Cornwell *

La administración Bush emprendió ayer una maniobra desesperada por contener el daño político que dejó el desastre por el paso del huracán Katrina, al enviar a sus más altos funcionarios a la devastada región de la costa del golfo, mientras por primera vez funcionarios federales reconocieron que el número de muertes se contaría por millares. “Pienso que es evidente que se trata de miles”, dijo Michael Leavitt, el secretario de Salud. A su vez, Ray Nagin, el alcalde de la sumergida Nueva Orleans, donde los cadáveres flotan en las calles inundadas, sugirió que en sólo esa ciudad ése sería el número de muertos o aun mayor.
La evacuación de la ciudad previa a la tormenta y aquellos evacuados desde que se inició no pudo dar cuenta de 50 mil a 60 mil personas, estimó Nagin. “Hacé las cuentas, hombre; ¿qué sacás? ¿Cinco por ciento es razonable? ¿Diez por ciento? ¿Veinte por ciento? Va a ser un número grande.” Ayer, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, fue al aeropuerto de Nueva Orleans, que se ha vuelto un centro médico de emergencia para los refugiados de la ciudad. Condoleezza Rice, la secretaria de Estado y la funcionaria negra de mayor jerarquía en el gabinete estaba en Mobile, en su estado natal de Alabama. “Yo soy afroamericana y les puedo decir que esta reacción no tiene nada que ver con el color de la piel”, declaró Rice.
Acosado por críticas de haber actuado demasiado tarde en detener la escalada de la crisis y movilizar el ejército, el mismo Bush modificó su agenda y visitará hoy la región. También ha cancelado una cita importante prevista para el miércoles con el presidente de China, Hu Jintao –de nuevo, para demostrar que estaba ofreciendo su absoluta atención a un desastre natural que podría desbarrancar a su presidencia–. Más de 7 mil tropas regulares del ejército fueron enviadas a la zona, así como 10 mil hombres de la Guardia Nacional, sumando en total 40 mil efectivos. El orden parece haberse restablecido y en algunas áreas volvió la electricidad.
Pero en la zona más afectada la hostilidad por el modo en que las autoridades fracasaron en proveer ayuda a las víctimas, predominantemente pobres y negras, prevalece. Mary Landrieu, senadora demócrata por Lousiana y oriunda de Nueva Orleans, descalificó la primera visita de Bush a la región, cinco días después de comenzada la tormenta, como “una oportunidad para la foto”. Otros funcionarios locales se mostraron incluso más enojados: “Fuimos abandonados por nuestro propio país”, dijo Aaron Broussard, presidente de Jefferson Parish, del oeste y sur de la ciudad, al programa Meet de Press de la NBC. “La burocracia cometió asesinato aquí, en el área más grande de Nueva Orleans, y la burocracia ahora debe ser procesada por el Congreso.”
Pero la agonía de Nueva Orleans es sólo una parte de la historia. Vastas extensiones de tierra de la línea costera de Louisiana, Mississippi y Alabama fueron inundadas y virtualmente destruidas. Los esfuerzos son intensos pero sólo representan un paliativo temporario. La falta de agua potable es la mayor preocupación. “Necesitamos estar preparados para esperar lo peor”, dijo Michael Chertoff, titular del Departamento de seguridad interior, el organismo encargado de manejar la crisis, que fue tan criticado por su falta de preparación. “Cuando el agua sea removida de Nueva Orleans, vamos a descubrir los cuerpos de los muertos, quizás escondidos en las casas, o cuyos restos serán hallados en las calles”, dijo. “Serán escenas tan horrorosas... como se puede imaginar.”
Lo mismo puede ser leído en términos políticos, especialmente para los republicanos, que se espera que sean los señalados como responsables de la crisis. A la zaga de Katrina, la agenda del Congreso en torno a recortes de impuestos y servicios de salud podría volverse impensable. El presidente, por supuesto, no enfrenta una reelección, pero su control de su partido podría debilitarse fuertemente a menos que muestre que tiene control real de la crisis. Los congresistas republicanos cuyas bancas están en juego en 2006 están preocupados sobre por la posibilidad de un contragolpe político. Otros republicanos que especulan con una postulación a la Casa Blanca en 2008 pueden distanciarse de él.
Lo más notable es la ausencia de críticas de parte de los principales líderes demócratas, seguramente ante el cálculo de que los republicanos ya han sufrido suficiente daño político y que los ataques de parte de las filas demócratas podrían ser tachados por la Casa Blanca como politiquería usual por parte del partido minoritario.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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