EL MUNDO
Más atentados suicidas, paredón y después
Mientras Israel comenzaba a erigir el alambrado para dividir su territorio del autónomo palestino, dos atentados suicidas ocurrieron en Tel Aviv y Hebrón.
Por Peter Beaumont y Suzanne Goldenberg* desde Jerusalén
Dos bombas hirieron a más de una docena de personas ayer cuando un atacante suicida voló un restaurante en una ciudad al norte de Tel Aviv y una bomba explotó bajo un colectivo escolar en una excursión para recoger cerezas cerca de Hebrón. Los ataques ocurrieron a pesar de las nuevas y fuertes restricciones a los movimientos de los palestinos en Cisjordania que parece haber tenido pocos efectos. Mientras el primer ministro israelí se reunía con el presidente George W. Bush en Washington, Israel comenzó ayer la construcción de la primera fase del “muro de defensa” que intentará impedir más ataques de extremistas palestinos.
Los ataques ocurrieron en un día de incidentes violentos en los que cuatro palestinos murieron, dos de ellos supuestos colaboracionistas cuyos cuerpos fueron hallados tirados en Hebrón. Además, fuerzas israelíes mataron a tres palestinos armados cerca de la colonia judía de Netzarim. El ataque más serio ocurrió al anochecer cuando un kamikaze se inmoló en un restaurante de Herzliya, hiriendo a nueve clientes y matando a una niña. El vocero de los servicios de rescate, Doron Kotler, dijo que alrededor de 15 personas habían sido heridas y que todas fueron llevadas al hospital.
Joel Leyden, quien llegó al lugar minutos luego de la explosión, dijo que el blanco fue un restaurante pequeño de estilo medio oriental. Kotler dijo que la policía había encontrado una segunda bomba en el cuerpo del atacante y la estaban desactivando. Unas pocas horas antes una bomba explotó debajo de un colectivo escolar mientras 40 alumnos se iban de un huerto cerca del asentamiento de Kiryat Arba, cerca de Hebrón, y estaban dirigiéndose hacia el vehículo. Tres estudiantes de alrededor de 15 años, alumnos en un seminario judío cercano, resultaron heridos.
“Estaban trabajando en una parcela de tierra y cuando terminaron su trabajo y abrieron la cerca, un explosivo estalló”, dijo un vocero policial israelí. Kiryat Arba está cerca de Hebrón, que está dividida entre más de 100.000 palestinos y un pequeño enclave de unos pocos cientos de colonos judíos. Los colonos han sido frecuentemente blancos de ataques de palestinos en los 20 meses de levantamiento contra la ocupación israelí en Cisjordania y la franja de Gaza.
Los últimos estallidos coincidieron con el viaje a Washington del primer ministro israelí, Ariel Sharon, que recibió un fuerte apoyo en un encuentro con el presidente George Bush. David Baker, un funcionario de la oficina de Sharon dijo: “El ataque terrorista de Herzliya es otro ejemplo de la intención de los palestinos de cometer asesinatos por el sólo hecho de asesinar”. Las fuerzas israelíes han cercado los principales centros palestinos, en el intento de detener las filtraciones de atacantes. El miércoles pasado un adolescente palestino manejó un coche bomba en una autopista israelí, chocando contra un ómnibus, causando su muerte y las de 17 israelíes, la mayoría de ellos soldados.
En tanto, el líder de la Autoridad Palestina (AP), Yasser Arafat, ha hecho un esfuerzo simbólico para limitar las ganancias financieras de los atacantes suicidas al anular en el presupuesto autónomo los pagos de pensiones para las familias de los kamikazes. La AP es por lejos el principal empleador en Cisjordania y Gaza. Pero no ha intentado detener a Saddam Hussein en su financiamiento a las familias de los kamikazes, y no ha puesto restricciones a los funerales, ni a la industria de los posters que conmemoran a los atacantes.
Ante cada atentado suicida, se da una ritual respuesta israelí: casi siempre responsabiliza a Arafat diciendo que ha hecho la vista gorda a los grupos militantes palestinos que operan en las ciudades y en los campos de refugiados nominalmente bajo su control. A pesar de la intensa presión de Israel y de Estados Unidos para evitar los ataques, Arafat argumenta que su aparato de seguridad ha sido destruido en los reiterados ataques sobre sus fuerzas y las estaciones policiales por el ejército israelí y que másno puede hacer. Pero los analistas palestinos creen que la verdadera razón es que Arafat sabe de que fuertes medidas podrían derivar en una guerra civil.
*De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.