Sábado, 13 de mayo de 2006 | Hoy
La Organización Internacional de Energía Atómica anunció ayer el hallazgo en las ruinas de una instalación secreta. Europa y la ONU buscan diálogo.
En un giro inesperado en la crisis por el desarrollo nuclear iraní, el Organismo Internacional para la Energía Atómica de la ONU anunció ayer que sus inspectores encontraron rastros de uranio altamente enriquecido en instalaciones del programa atómico de Irán. Fue el mismo día en que la Unión Europea hizo una oferta a Teherán de ayuda en el desarrollo de un programa nuclear de uso civil a cambio de que suspenda el trabajo en el enriquecimiento de uranio, y que EE.UU. rechazó tajantemente tener conversaciones directas con los iraníes.
Los inspectores de la OIEA encontraron los rastros de uranio altamente enriquecido en las ruinas del complejo nuclear secreto de Lavisan Shian, cerca de la capital, Teherán. Los iraníes desmantelaron el lugar en 2004 y hasta removieron tierra para limpiar todo rastro de sus actividades. Pero los inspectores encontraron partes de bombas de vacío y en ellas detectaron la presencia de uranio de un grado tal que podría servir para crear armas atómicas.
Irán rechazó de inmediato el comunicado de la Organización y dijo que no tienen “fundamento”, en palabras del portavoz de la Cancillería, Hamid Reza-Assefi. El gobierno fundamentalista siempre negó que Lavisan Shian fuera un centro de enriquecimiento de uranio. La OIEA no reveló qué grado de enriquecimiento tienen exactamente las trazas encontradas ni qué restos fueron hallados exactamente. Esto es esencial, porque Irán tiene muchos equipos usados comprados en el mercado negro, particularmente de Pakistán, que llegaron ya contaminados a sus laboratorios. Hasta ahora, los restos de uranio levemente enriquecido encontrados por los inspectores fueron atribuidos a trabajos paquistaníes y no iraníes.
El mismo día, Francia, Gran Bretaña y Alemania, el “trío” que interviene en el conflicto por mandato de la Unión Europea, ofreció a Irán un paquete de ayuda para desarrollar fuentes de energía nuclear de uso civil, a cambio de una moratoria de por lo menos cinco años en los trabajos de enriquecimiento de uranio. Desde Bruselas, los tres ministros afirmaron “el derecho de Irán al uso de la energía nuclear para fines pacíficos” pero dijeron que Teherán tiene que responder “plenamente” a los temores internacionales sobre sus intenciones. Los ministros europeos esperan poder presentar este paquete, con las garantías iraníes, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que se realizará en Londres el 19 de este mes.
Justamente, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, pidió ayer que EE.UU. se involucre más en las negociaciones con Irán. Desde Viena, donde participa de la reunión Latinoamérica/Unión Europea, Annan dijo que “es importante que Estados Unidos se siente a la mesa con la Unión Europea e Irán para alcanzar una solución”. Será difícil que esto ocurra: tanto Irán como Washington emitieron ayer más señales hostiles.
En Teherán, el portavoz del Consejo Guardián, el “Senado” religioso no electo que puede cancelar las decisiones del Congreso, dijo que Irán es el primer país del mundo en desafiar a EE.UU. Washington mantuvo un pétreo silencio ante el llamado de Annan, postura con la que recibió ya varias invitaciones a negociar con Irán en lugar de buscar sanciones en la ONU.
Hace 25 años que Teherán y Washington no tienen relaciones diplomáticas y los únicos canales abiertos son la Embajada Suiza en Irán, que representa los intereses norteamericanos en ese país, y la paquistaní en Washington, que aloja una mínima delegación iraní en EE.UU. Irán tiene además una legación en Nueva York acreditada en la ONU y un nuevo e inesperado canal a su disposición, la nueva embajada iraquí en Teherán, que fue autorizada por Washington a buscar vías de diálogo, hasta ahora sin resultados.
En una reunión con el presidente Bush, los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y Madeleine Albright, que sirvieron respectivamente bajo Richard Nixon, Gerald Ford y Bill Clinton, hablaron de dialogar hasta con el duro presidente iraní Mahmud Ahmadinejad. Kissinger dijo que la extraña carta de 18 páginas que el iraní envió recientemente a su par norteamericano “puede ser el principio de un entendimiento de que deben lograr algún tipo de acuerdo con la comunidad internacional”. Kissinger, que manejó buena parte de la guerra de Vietnam, el retiro norteamericano de Hanoi y la histórica visita de Nixon a China, advirtió que sería catastrófico pensar siquiera en invadir y ocupar un país del tamaño y con la población de Irán.
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