Jueves, 14 de febrero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL CANDIDATO ANUNCIA LA APARICION DE UNA NUEVA MAYORIA NACIONAL
El senador le ganó a Hillary las internas del martes en Virginia, Maryland y Columbia. Sumó esta vez al electorado femenino.
Por Antonio Caño *
desde Washington
A la luz de sus nuevas y abrumadoras victorias en la ribera del Potomac, Barack Obama anunció el nacimiento de “una nueva mayoría nacional” que desborda los límites de los partidos, las ideologías, los sexos y las razas y que lo llevará hasta la Casa Blanca. El país observa atónito lo que está ocurriendo. El entusiasmo popular en torno de Obama crece, mientras una mezcla de admiración y desconcierto domina los comentarios de políticos y analistas. Unos y otros echan cuentas y advierten que, aunque Obama va por delante, Hillary Clinton puede aún revertir la situación. Pero es una prudencia que parece movida más por la incredulidad de que Obama pueda ser presidente que por las posibilidades reales de que sea derrotado.
Barack Obama ganó el martes por 30 puntos en Virginia, por 25 puntos en Maryland y por 50 puntos en el distrito de Columbia. Ganó, por supuesto, el voto de los negros con márgenes de proporciones soviéticas. Pero ganó también el de los blancos, el de los hombres y –¡atención!– el de las mujeres. Ganó entre los jóvenes y entre los viejos, entre los ricos y los pobres. ¡Ganó entre los votantes hispanos en Virginia! Y obtuvo el 45 por ciento de los votos de esa comunidad en Maryland.
Es decir, obtuvo una victoria indiscutible, que se puede disminuir por el hecho de que era previsible y de que en los tres escenarios hay un porcentaje significativo de población negra –20 por ciento en Virginia, 27 por ciento en Maryland y 60 por ciento en el distrito–. Pero, probablemente, sería un error exagerar el valor de las estadísticas frente a un fenómeno que excede las fronteras de la política tradicional.
“Esta es una nueva mayoría americana”, dijo Obama en su ritual discurso de victoria. “Hemos ganado en el este y el oeste, en el norte y en el sur a través de todo el territorio de este país que amamos. Hemos dado a los jóvenes una razón para creer y hemos llevado a las urnas a otros que quieren volver a creer. Estamos uniendo a demócratas a independientes y a republicanos, a negros y a blancos, latinos y asiáticos, pequeños estados y grandes estados, estamos fundiendo a estados rojos (el color republicano) y estados azules (el color demócrata) en Estados Unidos de América.
Algunas de esas afirmaciones pueden, desde luego, ser puestas en duda. El porcentaje de registrados republicanos votando, por ahora, a favor de Obama no sobrepasa en ningún caso el 3 por ciento. El analista Walter Shapiro ha advertido que el senador de Illinois “puede estar confundiendo las simpatías que expresan hacia él muchos republicanos con un voto a favor”.
Posiblemente. Pero esa simpatía es ya el reflejo de una nueva realidad política. Obama ha ganado estados como Missouri y Virginia con un fortísimo respaldo de votantes independientes. Son dos de esos estados que aquí se llaman fluctuantes; es decir, que no votan de manera constante por el mismo partido y que, por tanto, deciden las elecciones presidenciales.
Su victoria en sitios así es uno de los más poderosos argumentos de Obama para reclamar el reconocimiento de su propio partido. Tras los últimos éxitos, él ya asume el papel de candidato. En su discurso del martes en Wisconsin, escenario de las próximas primarias, el día 19, Obama se dirigió directamente a quien podría ser su rival republicano, John McCain. “John McCain es un héroe americano –dijo–y quiero rendir honores a los servicios que ha prestado a nuestra nación.” “Pero sus prioridades no coinciden con los problemas reales de los norteamericanos porque están basadas en políticas fracasadas del pasado.” Obama intentó en varias ocasiones vincular el nombre de McCain con el de George Bush y lo acusó de apoyar descuentos fiscales para los ricos.
McCain tomó el guante y, sin mencionarle pero aludiendo a su mensaje de esperanza, dijo: “Estimular a un país sólo con retórica en lugar de ideas contrastadas y basadas en la fortaleza y el coraje de las personas libres no es esperanza es trivialidad”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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