El presidente de Ecuador, Rafael Correa, inició ayer en Lima una gira por cinco países de la región para buscar apoyo en el conflicto que mantiene con Colombia a raíz del ataque militar de ese país a territorio ecuatoriano. Inmediatamente después de bajar del avión en Lima, Correa calificó, en una rueda de prensa dada en el aeropuerto, al presidente de Colombia, Alvaro Uribe, de “mentiroso” y “traidor”, lo acusó de “querer la guerra” y aseguró que su país buscará solucionar el conflicto con Colombia “por la vía diplomática y pacífica” pero, enfático, advirtió que “estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para defender la soberanía de Ecuador”. Correa señaló que todos los países de la región debían condenar con dureza la operación militar colombiana en territorio ecuatoriano. “Este es un problema regional, porque si esto queda en la impunidad toda la región estará en peligro porque más tarde la víctima puede ser Perú, Brasil, Venezuela o cualquier otro país”, advirtió el presidente ecuatoriano, quien aseguró que entre su país y Colombia existe una “situación prebélica”.

Del aeropuerto, Correa se dirigió a Palacio de Gobierno. Luego de una reunión de más de dos horas y media con el presidente Alan García, el presidente ecuatoriano se fue de Lima con el apoyo del gobierno peruano para condenar a Colombia. Un apoyo significativo teniendo en cuenta que García es el más estrecho aliado que tiene Uribe en Sudamérica y que históricamente Perú y Ecuador han mantenido relaciones tensas, que han incluido tres conflictos armados, en 1941, 1981 y 1995. García condenó lo ocurrido como una violación de la soberanía de un país y de las leyes internacionales y señaló que el presidente Uribe debía extender sus disculpas a todo el pueblo ecuatoriano. El presidente peruano, sin embargo, matizó su condena diciendo que comprendía la magnitud del conflicto que vive Colombia y que los países de la región debían evitar que sus territorios sirvan de base para que “grupos terroristas” ataquen países hermanos. Correa, a su turno, agradeció el apoyo de García y calificó la acusación del gobierno colombiano de que Ecuador apoya a las FARC como una “infamia” y “una cortina de humo” para intentar tapar “con una enorme maquinaria propagandística apoyada por potencias extranjeras” la violación a la soberanía ecuatoriana. Al rechazar esta acusación, Correa aseguró que el año 2007 su gobierno había actuado contra 47 campamentos de las FARC. El presidente peruano se ofreció a “hacer todo lo posible” para que el gobierno del presidente Uribe, a quien calificó como “un muy buen amigo”, le dé a Ecuador “una satisfacción plena”.

Correa se apresuró a decir que no tenía mayores esperanzas de que Uribe “reconozca que ha violado la soberanía de un país hermano” y exigió que además de admitir ese hecho y expresar una real disculpa “y no la cantinflada que expresó (en alusión al pedido de disculpas del gobierno colombiano rechazado por Ecuador)”, y que el presidente Uribe “asuma un compromiso formal de que esto no volverá a ocurrir nunca más”. Correa dejó muy claro que en este momento un diálogo con Uribe es prácticamente imposible. “Va a ser muy difícil hablar con una persona que miente descaradamente, que nos ha dado una puñalada por la espalda.” El presidente de Ecuador acusó a Uribe de matar a Raúl Reyes para “torpedear el proceso de paz y la liberación de una docena de rehenes, entre ellos Ingrid Betancourt” y para obtener “un trofeo de guerra” en busca de su re-reelección. “Uribe no quiere la paz porque vive de la guerra con toda la ayuda que le dan potencias extranjeras para que siga con su locura guerrerista”, señaló Correa, quien después de su breve visita a Perú partió a Brasil para reunirse hoy con el presidente Lula. Su gira continuará por Venezuela, Panamá y República Dominicana, donde el viernes se realizará una reunión del Grupo de Río.